He vuelto a Lora, me gusta ir a Lora, he pasado muy buenos momentos allí, idas y venidas de la Virgen, pasar días estupendos en el campo, en el pueblo, el noventa cumpleaños de Tío Cesáreo, numerosas sesiones fotográficas también con Tío Cesáreo para trabajos relacionados con la hermandad de nuestra queridísima Virgen de Setefilla, en fin, me agrada ir a Lora, me trae buenos recuerdos incluso de la niñez en los cumpleaños de abuelo. Hay muy buenas personas en Lora que me hacen sentirme querido, familiares y amigos a los cuales les tengo el mismo cariño, con los que me siento tremenda y perfectamente acogido, quiero seguir volviendo una y otra vez a Lora, tengo invitaciones de personas a las que les duele la boca ya de decirme que vaya más veces por allí.
Veréis, en numerosas conversaciones mantenidas con familiares siempre sale a colación el no ir a Lora tanto como es deseable. En mi casa siempre ha sido Vejer el pueblo al que hemos ido con más frecuencia. Sobre esto he de decir que son poderosas las razones por las que se va mas a un pueblo que al otro, aun siendo estas razones exactamente iguales, siendo estas razones las que tiran de nuestros padres hacia uno u otro pueblo, pues al ser nosotros pequeños se depende totalmente de ellos. De todas formas no quiero decir que se tenga preferencia por uno en particular, mas si se tendrán razones suficientes por las cuales se decide que es este, o el otro pueblo en el que se pasa el tiempo de ocio vacacional, o incluso donde situar tu lugar de residencia fija.
Son dos de estas poderosas razones, las de la sangre y las raíces lo que te une a estos pueblos con gran fuerza, por ello digo que son totalmente iguales, tanto en Lora cómo en Vejer. Después, de mayor tira mas de ti la amistad y la cercanía de personas con las que has convivido tantos años de tu vida, Tíos, primos, amigos…
He vuelto a Lora, pero en esta ocasión es un hondo pesar el que nos lleva de nuevo hasta allí, es esa “Ley de Vida” a la que hago referencia en un escrito anterior, esa inamovible, imperturbable e inevitable, esa desgarradora “Ley de Vida”. Una triste pérdida, la pérdida de un ser tan querido cómo desconocido para mí, me atrevería incluso a decir que era tan cariñosamente querido y desconocido para muchos de nosotros: TÍO JESÚS.
Es difícil, muy difícil esto de escribir, es más difícil intentar escribir sobre él cuando tan poco se conoce de su persona, no lo haré, pero os publicaré algo que lo escribió abuelo hace tiempo, mucho tiempo. Con eso intentaré que todos conozcamos algo más sobre su figura. Debo decir también que no hago esto sin antes pedirles opinión y permiso a sus hijos, pedí permiso a José María y a Jesús, obtuve la misma respuesta por parte de los dos, fueron tan exactamente iguales sus palabras que me causaron una grata sensación de tranquilidad y ganas de acometer tal osadía.
Pregunté muchas veces por él cuando iba por Lora con Tío Cesáreo y siempre obtenía la misma respuesta: ¡Niño, Tío Jesús estará en el campo!
Hay veces que con unas pocas palabras se dice mucho. Lo explico; al llegar a Lora este triste día María Jesús y este que escribe, nos encontramos con Tía Dolores, Tía Conchita, mi madre y mi hermano Pepe, sentados tomando un café antes de llegar a casa de Tío Jesús hice una pregunta, cómo bien sabéis ya, hago muchas y a veces tontas y absurdas preguntas, no era absurda o tonta la pregunta esta vez, pregunté a las tres:
-¿Habéis leído la “Pajarita” que le dedicó abuelo a vuestro hermano en relación al día su boda?
La respuesta que me dio Tía Conchita fue tan corta cómo contundente y explicativa para saber de él todo lo que se necesita saber de una querida y tan desconocida persona, por eso digo que con unas pocas palabras se puede decir muchísimo
-¡Fue el preferido de mi Padre, no había quien lo metiera en cintura, siempre estaba en el campo, siempre fue un hombre libre!
Esto lo podréis comprobar al leer esta “Pajarita” la cual me parece muy sencilla a la par que sincera, llena de cariño y de verdad. Sobre preferencias no hablaré, pero si diré que todos, absolutamente todos, tenemos a alguien por el cual sentimos un cariño especial, por las razones que sean, siempre hay alguna persona por la que se tiene especial predilección. Abuelo la tenía por él, era cómo solemos decir su: “Ojito Derecho”.
Querido Tío Jesús, Hombre de Alma y Espíritu Libre, alzas el vuelo de nuevo, vuelves a tu casa, la casa de tus padres, allí te esperan ellos, tu mujer, tus hermanos, cuñados, Isabel, Rafaela, Fillita, amigos… De nuevo vuelas libre, volverás a ser la “Alegría de la Casa” el alboroto, lo pintoresco, lo más original y simpáticamente ingobernable de toda la familia.
¡No puedo decir cuántas veces estuve en tu casa Tío Jesús! Puede que de pequeño estuviera en ella, no lo recuerdo, pero ésta no se me olvidará nunca jamás. Volvemos a tu casa por esas dos poderosas razones, las raíces y la sangre, razones que nos llevan a ella a compartir con tu familia esta triste y gran pérdida, acompañar en tan doloroso momento a tus seres queridos.
Es tremendo este dolor, todos lo sabemos, hemos pasado por esto en varias ocasiones, y tristemente volveremos a pasar por ella, yo no soy capaz de escribir para explicarlo, por eso voy a hacer lo que mejor se me da, transcribir otro escrito en el cual podemos darnos cuenta de ello, si la pérdida de un ser querido es dolorosa, ¿cuánto más dolorosa es la pérdida de un padre, o de una madre?
Esto está escrito y publicado como “Pajarita” en el Correo de Andalucía por Don F. J. Martín Abril.
DULCE MELANCOLÍA
Los hijos pensamos que nunca se van a morir nuestros padres, que nuestros padres no se pueden morir. Siempre pensamos, en general, que la muerte está un poco más allá, en la casa de enfrente, quizá en la calle, acaso en otro barrio, tal vez en otras ciudades. ¡Qué triste, cuando comienza el desfile de las personas a las que nosotros llamamos “personas mayores”! Primero, los abuelos. Luego, aquellos tíos. Después… Se va uno quedando solo, a la intemperie, en la primera línea del grupo familiar, como si el techo del hogar se fuese cayendo. Ya no podemos pedir consejo, ya no tenemos en quién apoyarnos, en quién guarecernos. ¡Aquella sombra grata de las personas mayores! Ya, las personas mayores somos nosotros. ¡Da tanto consuelo mirar hacia arriba, y encontrarnos con la protección de los padres! La fortaleza de los padres, la seguridad de sus pasos, la claridad de sus palabras, la ternura de sus besos… ¡Que ciega confianza tenemos en nuestros padres! Diríase que para los hijos los padres lo pueden todo, y que nada malo puede pasar a los hijos cuando los padres están cerca. ¡Qué fuertes, qué altos, qué poderosos, los padres, para los hijos! De pequeños nos acurrucábamos corporalmente en nuestros padres. De mayores, espiritual y sentimentalmente.
En tal día como hoy, mi madre, indefectiblemente, llegaba a mi casa a media tarde. Indefectiblemente, también me decía: “Luego vendrá tu padre”. Y añadía: “No sé si te gustará lo que te he comprado”. Mi madre en este día me traía un regalo. Pero el mejor regalo que me traía era su presencia. Olía mi madre a calle de invierno, a vientecillo de tarde, a frescura de agua de colonia. Con la imaginación he estado esperando esta tarde la visita de mi madre. Y hasta me he dicho a mí mismo, en voz baja: “Parece que tarda”. Pero mi madre esta tarde no vendrá. Y, de pronto, he sentido que el corazón se me empapaba de melancolía, de dulce melancolía. Porque todo lo de las madres es dulce, hasta el dolor de su ausencia. Más es posible que mi madre, en este día haya estado a mi lado de alguna manera. Al menos yo he creído escuchar sus palabras, unas palabras sin voz, sólo de espíritu: “Luego vendrá tu padre… “No sé si te gustará lo que te he comprado…”
Esto que a continuación voy a transcribir es la “Pajarita que abuelo le publicó a Tío Jesús, a la cual hago referencia anteriormente.
DÍA DE BODA
Como el cid se desnaturó del reino se había desnaturado este muchacho de la casa paterna. Aficionado al campo, a la ganadería, a la escopeta y a los encantos de la vida apacible campesina, se le caía encima la ciudad. Por ello, con el menor pretexto –y a veces sin ninguno- se pasaba en el campo los días y las semanas.
Y tanto era su afán por la vida del campo, que en él le sorprendieron los tristes días amargos del año 36, y, aun cuando era un chiquillo, vivió azarosas horas en tanto que los rojos dominaron el pueblo, y vagó por los campos y se escondió en las cuevas con los criados fieles a los cuales estaba confiado.
No escarmentó por ello. Cada día más frecuente y duraderas las escapadas, acabó por buscar como ingeniárselas en aquello que era de su afición, y cuando los demás se dieron cuenta, era hecho consumado, se había desnaturado. Pero a pesar de ello, no había salido de forma oficial. De vez en cuando se presentaba aquí como un huésped fugaz y alegraba con sus hechos y dichos pintorescos a los demás hermanos. Es frecuente la frase; a veces para retratar el carácter de alguien suelen decir de él: “es la alegría de la casa”. Pues de este que te digo se pudiera afirmar que es el alboroto, lo pintoresco, lo más original y simpáticamente ingobernable de toda la familia.
Pero, hijo de mi alma, que no hay pueblo en el mundo que no sea gobernable si un día da con el hombre que lo entienda y lo sepa regir, ni tampoco hay muchacho al que no meta en caja una mujer. Que es lo que a este le pasa. Y porque el diosecillo ceguezuelo lo hirió un día con su flecha, va a buscar el remedio, el sólo y único remedio que es capaz de curar esas heridas, el santo matrimonio, que es como suave bálsamo que hace amable la vida y encalma al corazón.
Por esto ando hoy de boda. Ayer él se marchó, y hoy vamos allá todos: sus hermanos, sus amigos, su padre… Yo, voy con alegría. Que los hijos se casen es un grande contento. De la mujer, no digo. Acaso estén solteras muy rebién. Pero el hombre es distinto; el estado perfecto para el hombre es el del matrimonio. Por eso para un padre es un gozo el casar a los hijos. Es común el afán de dejarlos, como dicen “colocados”. Colocarse es situarse en la postura y en el sitio justo. Descolocado es estar fuera de sitio o de la postura que nos es conveniente. Y a los hijos da gozo el verlos colocados, que es igual que decir en su buena postura y en su sitio.
Piensan algunos padres que colocar un hijo es emplearlo en persona o destino que les granjeen riqueza o abundancia. Y no es así por cierto: hay muchos que lograron la riqueza y están mal colocados. Hay otros que en dorada medianía están tan en su sitio, tan bien acomodados que para ellos la vida es un contento.
Y colocado, bien colocado, honrada y sabiamente colocado ya este chiquillo alegre, inquieto, risueño y pintoresco en la apariencia y tan serio en el fondo. Porque es el caso que hay dos seriedades: La de forma, la meramente protocolaria, la tan sólo aparente, es una de ellas. La otra carece a veces de apariencia; va envuelta en alegría y en alboroto pero tiene una hondura y una honrada verdad de la que el bullicioso trajinar y reír es sólo como adorno.
Y aun cuando es alegría el colocar a un hijo, tiene cierto regusto de amargura al mirarlo salir. “Me preocupa este niño” –me decía su madre al ver que no estudiaba demasiado-. “A mí no me preocupa ni una chispa” –le contestaba yo-. Porque yo adiviné que bajo aquella inquieta superficie había en el fondo agua serena y clara.
Por eso estoy contento en este día. Otro hijo colocado. Bien colocado a fe, porque supo adoptar la postura mejor. Y porque en los asuntos del amor, cómo en los de la vida supo ir con tanto tiento y tan acorde que, pareciendo que era todo broma, fue todo serio, todo honrado y cabal.
JOSÉ MONTOTO
Queridos primos: espero sea de vuestro agrado este pequeño homenaje a la memoria de vuestro padre, en el cual, nada, o poco, es mío, sólo el cariño y el deseo que tenía de hacerlo. Desde aquí os mando besos y abrazos fuertes y cariñosos a todos.
jueves, 5 de mayo de 2011
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4 comentarios:
Muy bonito el recuerdo que le haces a tío Jesús. Es verdad que al irse nuestros mayores nos quedamos huérfanos de su cariño y de su proteción. La pajarita de abuelo es preciosa, como todo lo que él pensaba y escribía. Me alegro de que alguien siga escribiendo en este blog. Besos a todos.
Precioso, Jesús. Yo tenía una cosa escrita, pero antes de publicarla quería que la mesa camilla me diera sus bendiciones, y como he huido de la feria no he podido, pero ahora que he leído lo tuyo no tiene sentido, porque curiosamente hay frases casi iguales, y desde luego nada mejor que las pajaritas que has puesto. Sólo me queda darle ánimos desde aquí a los primos, y decirles que han tenido mucha suerte de tenerlo tantos años. Besos
Gracias Isabel María! Gracias Cristina! Menos mal que alguien escribe algo, ya creía que nadie leía el Blog. Verás Isabel María, yo poco puedo hacer para recordarlo, sólo publicarle esta "Pajarita" que abuelo le dedicó hace ya unos cuantos años, no lo conocí lo suficiente cómo para poder hablar de él, pero me llama poderosamente la atención que los que si lo conocieron no hablen o cuenten anécdotas suyas, seguro que debe de haber cientos de ellas, cosas y casos simpaticos, ocurrentes y agradables de conocer, seguro que fue una persona estupenda, creo que se merece mucho más que esto.
Cristina, todo tiene sentido, el cariño por el es exactamente igual, la prueba es esta, tú escribes y hasta las frases son casi iguales, deberías publicarlo, para que todos vean que pensamos lo mismo, se ocurre una frase: "De casta le viene al Galgo" No sé si será la más adecuada, pero los sentimientos nos vienen de ellos y eso si hay que hacerlo ver, yo me he tomado la libertad de hacerlo, y aunque pedí permiso a sus hijos, esperé su contestación, pero no pude esperar y lo publiqué, espero que no se hayan molestado, es una suerte para ellos el haberlo tenido tantos años, es una suerte tenerlos a todos y espero que a los que todavía están aquí con nosotros sea por muchos años más.
bueno, le haré unos arreglitos al mío para no repetirme...
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