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martes, 23 de febrero de 2016

PETICIÓN ACEPTADA Y CUMPLIDA

¡Petición aceptada! Efectivamente, alguien pide, yo cumplo. ¡Búscame... a ver si me puedes buscar tal "Pajarita", no sé cómo se llama, ni el año en que fue publicada, sólo sé que... Silverio iba por jara! 
No iba a ser fácil, ya lo creo, buscar entre cien, doscientas, trescientas... bueno, pues si, moverse y buscar entre estas cantidades es, o puede ser fácil, de hecho, lo es, pero buscar entre más de diez mil, enjauladas y divididas en unas cuantas jaulas, eso ya es harina de otro costal, es mucho mas... diremos: campo repleto de jara, donde tendré que llevar y traer una buena "jarría" de borricos para transportar hasta el tejar una o unas cargas, donde además hay al lado del tejar cierta vecina "panadera" ella, siempre al tanto de las idas y venidas de la "jarría", y,  a la cual le encanta que el fuego del horno, su horno, sea el más intenso posible, eso si, para que se cueza bien y nunca falte el pan en el mismo, para deleite y gusto de sus clientes y comensales.
Bueno, pues para esto está aquí de nuevo Silverio con su "jarría",  para transportar de la misma forma, independiente y libre, solícito, entregado y abnegado a grata, pero sufrida labor, y así hacer llegar hasta tejares y panaderías la "jara" con la cual alimentar el fuego de los hornos donde se cuecen el pan y los ladrillos con los que dar sustento y cobijo a los habitantes de esta casa que se construye despacio, sin prisas, con cariño, como a fuego lento, que es como mejor se cuecen los manjares, otras a fuego grande y vivo, que es como mejor se cuece el barro para fabricar los ladrillos con los que levantar paredes y muros, las tejas con las que hacer el techo que nos proteja de las inclemencias y el mal tiempo, en definitiva, construir casa confortable y acogedora para sus moradores.
Los tiempos cambian, no sé si para mejor o peor, no podría valorar lo pintoresco, ni siquiera si es pintoresca ésta forma de buscar y rebuscar, de traer "jara" a éste tejar, las "jarrías" de por sí, son lentas, al paso del noble animal y su dueño, paso lento por el borde de sendas y caminos. Éste particular Silverio no cogerá bicicleta alguna, seguirá con sus pollinos, lo único que espero es, que las cuentas salgan cabales, que no haya tachones y que el libro que un día se abrió aquí, nunca se cierre.

                                        SILVERIO EN BICICLETA   

Más bien debería haber escrito “Silverio ya no es Silverio”. Bien es cierto que no lo fue jamás. Lo fue uno de los suyos, y él heredó ese nombre como el que hereda un mote. Su hijo si es Silverio de verdad. Considerando él que el hijo heredaría también el nombre, se lo impuso en pila para que fuese un Silverio sin trampa ni cartón.
Silverio estuvo siempre adornado de dos grandes virtudes. Fue una la hombría de bien y laboriosidad. Fue otra su apego a las costumbres y a los usos antiguos. Y aún tenía otra virtud: su amor a la independencia en todos los aspectos. En el del trabajo, por ejemplo, no gustó formar parte de cuadrillas obreras, sino que él “se las buscaba” dentro de un individualismo independiente. El se hizo lo que en mi pueblo se llama “jarruchero”. Él tenía una “jarría” de borricos e iba y venía al campo en servicio de arrería llevando cargas de estiércol a los olivares, acarreando aceitunas, y, de modo más continuado, trayendo cargas de jara para los hornos de los tejares y las panaderías.
El iba por esos campos de Dios con su “jarría”, libre, feliz e independiente ganándose la vida honradamente sin depender de nadie y que nadie tuviese que mandarle. Servía a todo el mundo sin por ello dejar de ser señor de él mismo. Una vez lo trataron de interesar en propagandas y monsergas políticas. Le pintaban un mundo más risueño, un porvenir más grato, y no sabemos cuántos beneficios. A los que el buen sentido de Silverio hubo de contestar: “Dejadme a mí de historias, que yo sé lo bastante de la vida. ¿Que mandó don Fulano? ¡Silverio iba por jaras! ¿Que mandó Fulanillo? ¡Silverio iba por jaras! ¿Que pasó tal cosa? ¡A por jaras Silverio! ¿Que cambió aquella cosa? ¡Pues Silverio a por jaras! De modo y manera que, como quiera que pase lo que pase, alguien tiene que ser el que vaya por jaras y ese alguien me ha tocado ser a mí, ¿a que meterme en líos? Y por jaras siguió yendo Silverio, conforme con su suerte y contento y feliz.
Yo había visto a Silverio muchas veces, siempre del mismo modo. Al lado de su “jarría” de pollinos, agobiados éstos bajo la voluminosa carga de jaras, y Silverio caminando al borde de la senda con su paso cansino de hombre que sabe lo que vale el tiempo y que no por correr se adelanta camino.
Pero… ya lo decía en un principio: Silverio ya no es Silverio. Y es que en el campo, igual que en la cuidad, nada es ya como era, y nuevos usos se imponen cada día. Ya la estampa del campo es diferente a como siempre fue. Las eras inmensas de trabajo despacioso y humano han desaparecido dejando libre el campo al maquinismo; los aperos de yuntas dejaron campo libre a los tractores, y todo evoluciona a paso muy ligero. Tan ligero, que se ha tambaleado el casticismo del mismísimo Silverio, al que ayer hemos visto ¡montado en bicicleta!
Silverio en bicicleta representa la liquidación de una edad, la muerte de unos usos y de unas tradiciones, el sucumbir de la historia ante la actualidad tirana. Silverio en bicicleta es como el borrón y cuenta nueva aplicado a una edad; el borrón con el que se tacha un pasado pintoresco y feliz, y la cuenta nueva que se abre en un libro en el que, al rematar, pudiera ser que no hubiesen salido bien las cuentas.

                                                                                                                                                                                                JOSE MONTOTO
Publicado por Unknown en 9:20
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lunes, 22 de febrero de 2016

QUERIDO AMIGO

Quien no caería en la tentación: la de robar. ¿Quién daría, quien podría dar significado tal a “carta de hija monja”, de amigo, mejor que tú? Que de tan grave tentación, se haga tanta emoción.
Tu amigo estaría orgulloso al poder contemplar cómo tan bellas palabras alzan el vuelo en forma de “Pajarita” de tanta y tan profunda Filosofía particular.
Yo me atrevería a decir que ese “amigo” al que tu robaste tan delicada y expresiva e intima confesión al padre, esa preciosa y precisa manera de contar su vida conventual, que no solo no se enfadaría contigo, creo sinceramente que al leerla se atrevería a decir: ¡Estimado Don José: pues no que esta muchacha se le parece tremendamente hasta incluso en la forma de escribir! ¡Si no fuera porque es hija mía, hasta diría: “demonio de muchacha” pues no que me ha hecho llorar, al igual que hizo llorar a usted su queridísima hija la más pequeña al contarle de sus amores! ¡Pues no parece que se hayan puesto de acuerdo éstas nuestras hijas en todo lo concerniente a sus vidas, a sus inquietudes, a sus pasiones, a sus amores, a su entrega a Dios!
Lógico es que haya caído usted en la tentación Don José. Querido amigo mío créame si le digo que si hubiese sido al contrario yo hubiera o hubiese caído en la misma tentación y obrado en la misma forma que usted, sin dudarlo, esa “carta” es de lectura obligada y orgullosa pasión para cualquier padre, para cualquier amigo, para cualquier conocido o simplemente para cualquier sobrina o sobrino que tuviera la inmensa suerte de que cayera en sus manos y leerla, creo que hasta cualquiera de ellos tendría y caería en la misma tentación, y, creo sinceramente que sería una verdadera injusticia no hacer lo mismito que en su día hizo usted.

Si así fuera, Don José, espero que sepa y pueda usted disculpar a quien en esa tentación cayera, lo mismo que en este caso lo disculpé yo a usted.
                                  
                                      Su más que afectuoso y querido “Amigo”     
                                                                         
                                          Caí en la Tentación

Miércoles de ceniza, andaba yo pensando en una “Pajarita” que rimase con el significado de este día. Y cuando más perdido y más desorientado me encontraba, sentí una tentación: la de robar. Yo había visto una carta sobre la mesa de una persona amiga. Miré, curioso, el sobre, y él me dijo: “es carta de mi hija en que narra su dicha en el convento”. Y yo entonces pensé en que lo que dijera la monjita podría venir de molde en este día. Conque mientras mi amigo se distrajo leyendo unos papeles, yo me guardé la carta que transcribo. Que perdone mi amigo, que perdone la monja, y tú, lectora joven ve cómo piensa y siente una muchacha de tu misma edad.
“Queridísimo papá: Hace tiempo que tengo muchas ganas de escribirte y ya no lo difiero más, pues entra Cuaresma y no podría hacerlo aunque quisiera. ¿Es algo que tengo que decirte? En concreto, no; pero si ganas de hablarte de verdad de cosas así generales, pero de una manera particular y más intima que cuando escribo para toda la familia.
A mí me pasa que soy en gran parte como tú; a veces pienso que me diste mucho de tu carácter y de esa especie de doble personalidad o fases de tu persona; que tú tienes una por fuera ante la gente, callado y poco comunicativo, y otra en tu interior, distinta, que vive lejos de aquello que le rodea, en un mundo interior que se te escapa sólo por la pluma, que puesta entre tus dos fases traiciona tus secretos.
De veras papá, que tengo mucho de este tu carácter que sólo explico de paso, pues ya de sobras conoces, y tú sabes que con él se goza mucho y se sufre mucho; quizás no sepa decir qué sobresale más, si el sufrir, o ese gozo especial que de nuestro mismo sufrir a solas, y considerando como sólo cerrado y vedado a nosotros, se desprende.
Tú hablas mucho de la vida y de lo que ésta te trajo y zarandeó. Papá, la vida, a mí, tan chica en edad cuando entré en el Noviciado, ya me había hablado muy claro. La vida, siendo tanto, no es nada; y siendo nada, es mucho sin embargo. Yo sé lo que quiero decir con esto. A mí se me presentaba tan vacía que me enloquecía pensar que fuese así. Desde antes de entrar en el Noviciado, más concreto desde la santa muerte de mamá, yo lo veía todo horriblemente vacio. Fue entonces abrir los ojos a la realidad y contemplar que era fea, e insuficiente todo cuanto lleva el sello de lo mortal para ser digno de vivirse si no hay algo espiritual que le dé un valor imperecedero y lleno; y esto sí que lo hay aún en lo más trivial, y es el hálito divino, el espíritu de Dios llenando por doquier el Universo que Él creó y mantiene; su voluntad en todo.
Esta participación de Dios en su propia obra que es el mundo, la buscaba yo entonces, pero se me ocultaba, y estaba como descentrada sin hallarla. Tú, que percibes lo que no se dice con palabras, has tenido que notarlo en mi entonces e incluso en el Noviciado. Te digo en verdad que yo estoy hecha por Dios sólo para la vida religiosa; no podría vivir fuera. Por eso éste es mi lugar. Pero el convento exige mucho, lo exige todo. Este todo es de proporciones tan gigantescas como lo es la personalidad humana con todos sus atributos y ambiciones. No hay libertad ni para hacer ni para no hacer lo que se quiere; se hace todo como si una no fuese persona con voluntad. Así está ordenada nuestra vida, a toques de campana, y a no ser, ni para la menor cosa, “yo”, sino una esclava.
Esto es maravilloso y santificante; la vida religiosa es una de esas que yo antes llamaba llena con el lleno de la verdad de lo que es, y participa de algo que no es humano ni perecedero. Pero esto a veces cuesta mucho, y se tienen que ir dejando atrás pedazos de la propia vida, lo que no se hace sin que la naturaleza proteste y, a veces, mucho. Ya te digo que mi vida es ésta sin dudarlo, y en otro lugar no podría realmente vivir; mas esto no se opone a que exija constantes y muchas renuncias. Pero todo esto hace mayor el mérito, más dura la adquisición de una santidad que Dios exige, y más grande e intima la satisfacción de dárselo.
También en el convento hay alegrías papá; o mejor diría gozos; gozo íntimo produce esta misma vida cuando al fin se rinde una a Dios y se logra apagar todas estas rebeldías que nos levantan queriendo exigir lo nuestro. Los goces de la vida espiritual son inmensamente mayores que todos, y el gozo de vivir una vida que es llena de la única verdad, no se puede comparar con nada.
Dirás que estoy filósofa, pero no olvides que es que he cursado filosofía en el curso pasado; aún cuando una cosa es la Filosofía, y otras mis filosofías. Bueno papá, no te rías de mí; pero es que tenía esta tarde muchas ganas de charlar un rato contigo, que nunca lo hago. Hasta otra, si Dios quiere.
Un abrazo fuerte, grande y apretado, con todo el cariño de tu hija”.
Y como en la “Pajarita” de hoy no puse sino el prólogo, no es justo que fe la firme por entero. Pondré solo
                                                                                                                                                                                               MONTOTO
Publicado por Unknown en 8:49
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HERMANAS

A todas sus Hermanas de Congregación:
 Hermanas Esclavas del Divino Corazón de Jesús, permitirme como poseedor y portador de este tesoro escrito en forma de “Pajaritas” que van de acá para allá donde sean requeridas o se haga necesario llevar por mí para realizar estas tareas o menesteres en las que tan fulleramente me llego a embarcar , y que, al leer y publicar de nuevo aunque sea en esta ocasión de forma un poco más intima, quiera dedicar a todas y cada una de vosotras la siguiente “Pajarita” que no ha sido elegida para nada al azar, siendo ésta buscada con ansia y cariño por este que escribe y la subscribe tal cual la publicó su hacedor en tan entrañable día, por la forma de ver y narrar con tanta autenticidad y naturalidad lo que pudo contemplar con sus propios ojos en visita a aquel convento que consideraba tenía “aires de casa propia” al estar en el mismo la hija bien amada y “hermanas” unidas por familia religiosa. “Pajarita” en la cual podría verse reflejada cualesquiera de vosotras, hermanas de quien se puede, se debe decir… ¡Más que nuestra, vuestra querida Hermana Concha Montoto! Dios Nuestro Señor la tenga en su Gloria.
Esperando sea de vuestro agrado, sin otra intención más que la que podáis tener un pequeño rato de agradable lectura, y, si puede ser, que os traiga a la memoria tan gratos y preciosos recuerdos de aquellos días en los que os entregabais en corazón y alma a Dios.
                                                                                                                          
                                  RECREO DE NOVICIAS   
  
Las religiosas de media clausura ofrecen al visitante una grata impresión que no es posible hallar en las que guardan clausura rigurosa. En éstas hay que suponerlo todo a través de las dobles rejas del locutorio. En aquellas, en cambio, puede uno disfrutar del espectáculo del convento y de la vida conventual, en aquellas partes y lugares y tiempos en los que la clausura no se alza como valla.
Yo he ido a ver a mi novicia. Aquel convento tiene para mí aire de casa propia: porque allí está mi hija bien amada y porque es recibido el familiar de monja como si fuera familiar de todas. Y llegué en ocasión bien oportuna; era día de fiesta para ellas que celebraban determinada conmemoración. A poco de estar en el convento, una campana ha sonado anunciando una linda procesión interior. Por los patios he visto desfilar, formadas en dos filas, a las procesionarias. Iban delante unas niñas chiquitas, a ellas seguían otras niñas mayores, y a éstas, postulantas, novicias, Hermanas y Madres graves. Entre cuatro educandas portan una efigie de la niña María; y todas, desde la niña de tres o cuatro años a la Madre ancianita, van cantando, en salmodia piadosa, las Avemarías del rosario.
Mi hija, mi novicia, se ha incorporado al devoto cortejo; volvió instantes después. Las Madres, con un hondo sentido de que la entrega de la novicia a Dios no rompe los vínculos, que son también sagrados, de la sangre y la carne, me la han devuelto para que continúe a mi lado aquellas horas. Y el gozo de mi hija por estar a mi lado y al de sus hermanas, y el gozo de sus hermanas y el mío por estar junto a ella, han sido una oración –una oración de gozo agradecido- que ha subido hasta arriba con deleite engarzado en gratitud.
Luego, en el patio –grande como plaza de villa castellana- ha habido por la tarde una hora de recreo. Recreo bullicioso, alegre, de juego de chiquillas que, porque tienen la conciencia limpia, se gozan en cualquiera nadería. Las novicias en corro han jugado a la rueda cantando unos cantares ingenuos e inocentes. Otras, en tanto, con una gran pelota que iba impulsada por manos virginales, corrían y gritaban con alborozo lleno de candor.
Yo he pensado, mirándolas, en que no son precisos ni grandes espectáculos, ni grandes atractivos para gozar y divertirse en grande. La diversión y el gozo lo lleva cada cual dentro de sí. En la alegría de una conciencia pura, en el gozo de haber cumplido los deberes, en la posesión de esa inmensa riqueza que supone la renuncia de todo cuanto en el mundo había, está el venero de donde brota, esa sana, esa santa alegría de las novicias que jugaban ayer. Como el venero de un descontento perenne está en las ambiciones, en las pasioncillas, en el ansia de todo, en el cansancio de lo que se posee y en el anhelo, insatisfecho siempre, de poseer lo que no nos es dado alcanzar y tener.
 Y cuando por la tarde salía del convento y venía camino de Sevilla, yo pensaba en los rostros alegres que había visto, en las caras teñidas de carmín natural, sin “rouges” y sin químicas; en las miradas serenas y tranquilas, en el franco ademán, en las risas ingenuas… Y pensando en éstas cosas me preguntaba yo: ¿Son éstas las que han renunciado a todo o son las que todo lo tienen? El voto de pobreza las hace ricas; el de obediencia, libres; el de castidad, ricas en amores.
No, no son éstas las que han renunciado a todo. Son las que todo lo gozan y poseen. Porque se han desposado con el Bien, con la Verdad, con el Amor. Por eso están contentas y por eso su gozo es de tan alta y tan noble calidad.

                                                                 JOSE MONTOTO 
Publicado por Unknown en 8:39
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martes, 16 de febrero de 2016

NO HAY RAZÓN

¡Hola a todos querida familia! Vuelvo al redil, llevo unos cuantos días queriendo hacer esto, estoy dándole vueltas y vueltas al tema, todo gira sobre unas declaraciones de ciertos “señores” (por llamarlos de alguna forma, porque sería erróneo dar ese tratamiento a quien no se lo merece, ya sea de forma individual, en conjunto, o grupo) en las cuales los andaluces y en particular los niños sevillanos, no salimos muy bien parados.
No son precisamente declaraciones de afecto, cariño o amistad hacia sus semejantes. Puede ser incluso cierto, puede ser que “ellos” -aunque haya salido de boca de uno solo voy a pluralizar, porque tiene este “señor” su multitud de seguidores o correligionarios- en su consideración estimen que no nos asemejamos tanto, o incluso en nada, pueden tener hasta algo de razón, porque según “ellos” creen, no somos tan parecidos.
Yo no les voy a dar, ni a quitar razón, no soy nadie para juzgar sobre estas creencias, que, al final pueden resultar hasta ciertas. Puede ser que en el fondo de la cuestión no nos asemejemos tanto como es en verdad.
Como sabéis, de alguna vez que lo he comentado, no me gusta hablar de política, ni de políticos, pero es el caso que estos “señores” lo son. Sus declaraciones llevan ese tinte de discurso político, llevan esa especie de descalificación, insulto o menosprecio gratuitos, que esta serie de individuos suelen hacer cada vez que salen a la palestra.
Dice uno de estos “señores” en una de esas declaraciones algo así: ¡“a los niños sevillanos no se les entiende”!.
Y, he aquí donde reside o residen esta,o estas diferencias tan significativas y palpables, aparte del carácter tan peculiar y tan diferente del andaluz;el “Idioma”. ¡Toma castaña!
No voy a discutir, ni voy a intentar convencer a nadie, de que nos podríamos entender perfectamente en una lengua común a todos… ¡Válgame Dios! ¡Me puedo reír, y me río, lo puedo entender, pero no lo entiendo! Todo esto hablando en perfecto castellano, creo.
Vamos a obviar todo esto, olvidémonos de estas declaraciones, pero vamos a decirle algo a este individuo, para que les llegue también a todos sus seguidores. Bueno, no le llagará ni tan siquiera a él, pero me da igual.
¡Arturo! (en castellano su nombre es así, lo entenderá seguro)
Verás chiquillo, Cataluña está llenita de andaluces, los hay por todos lados, seguro que entre catalanes y andaluces hay un entendimiento mutuo, sea cual sea el idioma en que se hablen, porque el andaluz habla un idioma que es universal, un idioma que entiende cualquier persona, sea de donde sea, ese idioma es, la alegría de vivir, de comunicarse con sus semejantes en cualquier lugar del planeta tierra, de divertirse, a la vez que trabajar duro (en este momento recuerdo al otro personaje en liza, que nos tacha de vagos) esto de sobras lo sabéis, ¿verdad? Porque el andaluz se divierte hasta trabajando.
Trabajando, canta, ríe, e incluso llora, porque cuando el andaluz está fuera de su tierra llora y ríe por ella todos los días, y trabaja, Andalucía es su Madre y así la quiere, así la lleva en el corazón, y se emociona cuando piensa en ella, y trabaja duro, porque quiere volver a la tierra donde nació.
Créeme Arturo cuando te digo que, el andaluz cuando está fuera no deja de pensar en Andalucía ni un solo momento de su vida, cualquiera que sea su situación o destino, pero te digo algo más, si el andaluz se va fuera de España, se lleva a su Patria y a su Madre consigo, se lleva a su Madre tierra, Andalucía se va con él, o con ellos, solo has de escuchar una bella, a la par que emocionante copla interpretada por el Gran Juan (juanito) Valderrama, pero claro, tú no tienes ni idea de lo que esto supone, tú estás apoltronado en tu sillón, sillón, que por cierto te han dado o confiado tus semejantes, personas que han depositado esa confianza en ti, que además ven como el trabajo que debes desarrollar para bien de ellos, como luchar por sus derechos, sin poner ningún derecho de estos en primer lugar, por ser derechos inalienables, como lo es vivir dignamente, sin que ningún padre de familia tenga que sufrir el no poder llevar el alimento y el sustento necesario a su casa diariamente.

Tú, no has necesitado (bajo mi punto de vista) trabajar de sol a sol como lo hacen tantos cabezas de familia, o chavales que tienen el mismo derecho de empezar a trabajar para ganarse la vida.
Tú esto no lo cumples ni de cerca, y no hablo del tener que “buscarte las habichuelas”, del tener que “doblarla” para buscarse la vida, hablo de la responsabilidad que han depositado en ti esos semejantes para que luches por ellos, ni tú, ni ninguno de tus colegas de profesión cumpliréis jamás vuestro cometido, que es el luchar por esto, tenéis detrás a vuestro “Partido” y hacéis este tipo de declaraciones respaldándoos en los mismos, declaraciones vacías y falsas, sin contenidos inteligibles, partidistas, demoledoras, palabras y más palabras, falsedades y más falsedades, que solo hacen que enfrentar a vuestros semejantes, por intereses, a los cuales os debéis, que son, llenar vuestros bolsillos, a toda costa, y, a costa de todos, (estos son mis pensamientos).Y aquí lo dejo que me estoy alejando del tema en cuestión.

Algo tiene que tener Andalucía cuando, tantos… tantos… Catalanes, Vascos, Extremeños, Madrileños… yo que sé… Alemanes, ingleses, holandeses… no sé, tantos y cuantos, ni de tantas y cuantas ¿nacionalidades? ¿Comunidades? Y culturas tan diferentes, quieren, y han decidido establecer su residencia habitual por estas tierras.

No tienes razón al decir esto que has dicho, Arturo, ni tampoco tu “colega” que ni sé cómo se llama, es tan estúpido tu comentario como el de tu colega de profesión, encima te pediré disculpas por decir o tachar de estúpido tu comentario, cuando no es el mismo quien merecería el calificativo al que hago referencia.

Veras, Andalucía es tierra de cultura, de grandes poetas, pintores, escultores, pensadores, historiadores, filósofos, conquistadores… e incluso políticos… esta es Andalucía, esta es la tierra a la cual tú y tu colega queréis tachar de… ¿vagos, incultos?

Pues yo, tan inculto como todos los niños sevillanos a los que tú no entiendes, tan vago como andaluz, y tan orgulloso de mi tierra como me siento, como sevillano que lleva toda su vida en esta ciudad tan llena de historia, puerta y puerto de indias, como gaditano de nacimiento, con esa gracia que nos caracteriza, con ese sentir de humanidad y respeto hacia los demás, aficionado a la escritura fácil y un tanto critica en este sentido, como poeta malo, malísimo, te voy a decir lo que te pierdes al no conocernos y te lo voy a dedicar a ti y a tu “colega”, no a los catalanes, que los hay buenos, buenísimos.

¡Andalucía, tierra de sol, de alegría, tierra de sufrimiento, de algarabía, de dolor, de sentimiento, tierra de grandes gentes, que necesita del calor, viene aquí ese sol que nos alumbra todos los días, nos pega en tó el lomo, haciendo que ganemos el pan con nuestro trabajo y nuestro sudor, sol que sale por Cataluña, sol que alegra vuestro despertar, sol que se viene a Andalucía al terminar el día, sol que se viene a esta tierra a descansar, porque necesita de Andalucía, porque los andaluces lo necesitamos para, reír, cantar, sentir, querer, enamorar… vivir, esto es algo que tú y tu colega jamás podréis definir!

Hace… no sé cuantos años, muchos años, puede que siglos, ya nos calumniaban. Ahora os dejo con algo de alguien a quien bien conocéis, otra de esas grandes verdades de la vida, otra “Pajarita”. ¡Si él levantara la cabeza! ¡Cualquiera sabe cómo respondería, quien pudiera o supiera hacerlo como lo hizo él! Ya quisiera, pero intentando aprender, esta es mi forma de proceder.

LA RAZÓN DE “LA RAZÓN”

Comenta un escritor cierto modismo escuchado en Sevilla y que le causó extrañeza: se trata del uso de “razón” por recado, encargo, orden o notificación. Él ha oído frases como estas: “El señorito mandó razón de que hiciéramos esto”, “Don Fulano ha mandado razón que no viene”, “Ve a casa de Zutano y llévale la razón que te dije”.
No conociendo a Andalucía es lógica la extrañeza. En Castilla dirían otra cosa. Pero es que Andalucía no es Castilla ni se parece al resto de España. Andalucía, la calumniada Andalucía, tiene en todas sus cosas esa solemnidad y esa prosopopeya que dan los cientos de siglos de una superior civilización, y la solera de una filosofía profunda y popular a la vez porque cala en lo hondo y porque alcanza a todos.
Con la fama de alocada y bullanguera, posee una dosis de seriedad solemne que ya quisieran para sí otras regiones que de tales presumen. Andalucía es solemne en todas sus manifestaciones: en su danza, que tiene la complicación de expresar los estados de la pasión; en su cante, pausado, hondo, pletórico de sentimiento; en sus dichos populares, impregnados de honda filosofía, y en la ponderación de los valores que, nadie como el andaluz, gradúa y justiprecia.
Por ello el andaluz, cuando adopta una resolución y la comunica a los demás, lo hace no a humo de pajas y por capricho, sino pensando las razones, sentenciando lo mejor, resolviendo lo justo y conveniente en cada caso. Y porque todo ello es el fruto de razonar, le llama “una razón”. Y al hecho de comunicarla no le llama notificar u ordenar, sino “dar una razón”, “enviar la razón”; es decir, lo inapelable, lo justo, lo sentenciado de una manera solemne, equitativa y ponderada en cada caso de la vida.
Andalucía es así; Andalucía cuando canta lo hace entre ayes de dolor, porque su canción es un trozo de vida, y la vida es dolor, y celos, y amores, y desvíos, y penas. Andalucía cuando danza, alterna la alegría tumultuosa con la solemnidad acompasada y ritual. Los olés y las palmas jaraneras no aciertan a ahogar los ayes dolorosos o los compases trágicos de sus danzas más puras. La fiesta nos habla de una alegría que, por ser humana, está enquistada en dolores. La juerga es triste, porque es como una concesión forzada a la alegría; tan forzada que, entre palmas y olés, florecen lamentaciones y ayes que oscurecen y anublan la alegría. La juerga andaluza es en sí, lleva dentro de sí la protesta contra la juerga misma; el ¡Ay! Ahoga al olé.
Andalucía no es alegría de pandereta, como tampoco es llanto y es lamento. Todo ello entra en ella, porque, a fuerza de ser humana, ha sabido hermanar la risa y el dolor, la alegría y la pena –toda pena lleva en potencia una alegría, como toda alegría se desgrana luego en pena-. Y de esta filosófica y sabia ponderación sale ese carácter tan andaluz. Aquí la gracia no es chiste ni colmo. Aquí la gracia es como un desgarrón de dolor que la espiritualidad viste ropaje de alegría; aquí la gracia tiene fondo, tiene tesis, como las tragedias de Esquilo.
Y un pueblo así, tan depurado y espiritual, no puede dar órdenes o recados; no puede notificar simplemente una determinación cualquiera; no puede, ni sabe, usar del “porque sí”. Aquí se envían “razones”; aquí se da o se recibe “una razón”; otra cosa, ni se concibe mandarla, ni se aguanta recibirla. Por eso, dando ejemplo, ella no da otra cosa que razones, para que con razones le hablen siempre.

JOSÉ MONTOTO
Publicado por Jesús CM en 12:05 Etiquetas: PAJARITAS DE PAPEL
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SEÑOR: ¡QUE YO NO OLVIDE NUNCA ESAS SONRISAS!

  ¡Yo he visto esa sonrisa! Lo digo de verdad. Vosotros podéis creer que no es así, y no seré yo quien os lleve la contraria, pero vosotros también sabéis que no lo digo por las buenas, que no es una apreciación gratuita.
De los días que he ido a llevar a mi madre y a tía tote al hospital para visitar a tía conchita, os puedo asegurar que he visto esa sonrisa en ella, e incluso os puedo asegurar que con esa capacidad que tengo para saltar de un lugar a otro sin que medie espacio ni tiempo, me he transportado al día en cuestión y puedo decir que he visto la situación, la llegada al convento, el portón, las personas en el auto, los sollozos, la entrada de la novicia al convento, las monjitas y.... ¡La inefable Sonrisa! Pero donde de cierto la he visto, ha sido en sus últimos días, es ahí donde ella ha mostrado esa expresión serena, de contento suave, de alegría tranquila, de máxima y absoluta conformidad, de saberse haciendo lo que quiere Dios... ¡Abuelo, otra vez escribes "Pajarita" y describes "Inefable Sonrisa"! Pero en esta ocasión, dando Gracias a Dios por sonreír otra vez a ella desde el interior de su alma, para que ella así sonriera de nuevo, y a ti por dejarla definida y escrita, yo he sido, he tenido la inmensa gracia de ser testigo de esa inconfundible y única sonrisa, porque ella ha querido mostrarla de la misma forma, para hacernos ver la paz y la felicidad con la que deseaba que la viéramos cruzar el portón que ésta vez la llevaba al mismísimo cielo.      
Que hermosa lección y que grande suerte la mía: hermosa lección de fe infinita, de amor y entrega a Dios, de espera calma, de hermosa entrega del alma.
Grande suerte: la de comprobar que no solo hay ni es solitaria su  sonrisa, esa única sonrisa que es perceptible en todas ellas, sus hermanas de congregación, Hermanas, Ana, Carmen, Manola, Pepa... y una en especial, una sonrisa exactamente igual en todas, pero a la que yo, y sin querer, porque yo soy así, le doy un poco de complicidad con mi sonrisa de traviesa e inconsciente y alocada espontaneidad, la sonrisa de la hermana María Prats.
¿Por qué? Lógico es que os preguntéis esto.
Lo voy a aclarar, y os diré el por qué.
Necesito sonreír, pues me está costando esto no pocas lágrimas.
Como todos me conocéis ya, al menos un poco, y conocedores de mi más que atolondrada forma de ser, no podía El Lunes y en tan trascendental acto, ser el torpe protagonista de una de mis apampladas acciones.
En la Capilla del colegio, al finalizar la Santa Misa de Funeral de nuestra querida tía conchita y al ir a buscar a mi madre y tía tote, cruzo por entre dos bancos con tan mala suerte, pero tan inocente acción de pisar el reclinatorio del banco delantero, elevándose el mismo para acto seguido caer haciendo un ruido bastante fuerte como podéis suponer.
A unos escasos metros la hermana María Prats me mira y sonríe haciendo un gesto que a día de hoy, y a mis cincuenta y tres años, me sigue acompañando. Alzó el brazo hasta media altura con la palma de la mano hacia arriba y haciendo ese movimiento de la misma de izquierda a derecha que es tan típico en madres, hermanas, tías, esposas.... y es tan elocuente.
Yo solo pude unir las palmas de mis manos y llevarlas hacia los labios en señal de pedir y esperar el perdón que igualmente saben dar con benevolencia. Un igual y sentido gesto como lo es la sonrisa de complicidad inocente vino al punto, un abrazo, gesto que tiene también profundo significado sin tener que mediar palabras.
Es con ese gesto, con ese abrazo y esa sonrisa de la hermana María Prats con la que quiero finalizar ésta fullería de comentario para dar paso a la lectura de tan Gran definición de esas benditas Sonrisas. Sonrisas que espero que El Señor me ayude a mi también a no olvidar.

                        
LA INEFABLE SONRISA

La sonrisa es un don del cielo, es ella la manera mediante la que el alma se asoma a nuestra faz. Ella es como un destello del espíritu, que se materializa, que se hace perceptible y que nos muestra el estado del alma. Reír es signo de alborozo, de alegría bulliciosa, de contento -no siempre legítimo ni amable-. Reír está al alcance de cualquiera. Sonreír es más difícil, porque requiere una mayor espiritualidad, una potencia superior que te permita coger a tu alma, y mostrarla en el estado de espíritu en que se encuentra en el momento aquel.

Y porque la sonrisa no tiene que ver nada con la risa, pueden existir, y existen, géneros de sonrisas contrarias al contento bullicioso y alocado que en risa se desgrana. Por ello hay sonrisas tristes, de dolor, de resignación. Las hay de burla, de ironía. Hay sonrisas compasivas, de conmiseración. Hay otras escépticas y de incredulidad, como las hay de duda. Cada estado del alma tiene su sonrisa especial.

Pero hay una sonrisa -La sonrisa por excelencia- que es la del alma en estado de gracia habitual. Un alma pura, candorosa, en intima y total entrega a Dios, tiene una manera de sonrisa inconfundible y única; es como la fe de vida que da Dios, diciéndonos que Él vive de un modo permanente en aquel alma.

Esta sonrisa es una expresión serena, de contento suave, de alegría tranquila, de máxima y absoluta conformidad; de saberse haciendo lo que quiere Dios, de sentirse desasido de todo y, por ello, poseyéndolo Todo: es un gesto inefable, tranquilo, sosegado, suave... ¿Cómo describiría yo esa sonrisa; la sonrisa del alma en la que porque Dios sonríe íntimamente ella refleja el divino sonreír con su humana sonrisa?

¡Ay qué sonrisa tengo yo clavada y presente en mi alma! El portón entreabierto de un convento: unas buenas monjitas, y una novicia -vistiendo hábito ya de postulante- despiden a unos viajeros. En los rostros de todos hay huellas de emoción incontenida; el auto tarda un poco en arrancar, porque unos encargos finales difieren el momento de partir. Los del coche sollozan; las monjitas contemplan este episodio, que acaso les recuerde el del día en que ellas fueron protagonistas de otro igual. Y en tanto, la novicia sonríe con esa sonrisa de cielo; porque es que ella sentía muy dentro de su alma la sonrisa de Él. ¿Cuatro, seis, diez minutos? Un rato que se hacía interminable. Y ella, serena, tranquila, imperturbable, seguía reflejando en su cara, apacible y diáfana, la sonrisa de Dios.

Señor, ¡que yo no olvide nunca esa sonrisa! Porque es que me hizo atisbar la íntima felicidad del más allá. Porque de su contemplación aprendí que puede haber, y hay, un gesto de solemnidad y de augusta grandeza, de total sacrificio, revestido de total alegría. Y que todo ello: seriedad, solemnidad, entrega y sacrificio, no eran obstáculo a un santo y a un sereno sonreír. Como aquel que admiré en la novicia que horas antes entraba en el convento dando el brazo a su padre -que en este vivo báculo, salido de su sangre, se apoyaba en tal trance-; y que, al partir el coche, todavía sonreía tras el portón que, al cerrarse, le abría una nueva vida que la llevase a eterno sonreír.

JOSE MONTOTO  
Publicado por Unknown en 11:34 Etiquetas: PAJARITAS DE PAPEL
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jueves, 4 de febrero de 2016

GRACIAS, SEÑOR, GRACIAS, CONCHA

Por: María Prats. Hermana Superiora de la Congregación Esclavas del Divino Corazón.

         


Funeral Concha Montoto – 31 enero 2016


Cádiz, 10 de mayo de 1928 – Sanlúcar la Mayor, 30 de enero de 2016. Ochenta y siete años de vida y plenitud. Este ha sido el recorrido vital de nuestra querida hermana Concha. Ochenta y siete años llenos de vida y entrega generosa; por eso hoy en nuestra Eucaristía damos especialmente gracias al Señor.
Desde que el   11 de febrero de 1950 hace su profesión religiosa, no tiene otro querer ni quehacer más que ir buscando, en todas las situaciones y circunstancias de su vida, la voluntad de Dios sobre ella. Siempre con un único propósito: que el Amor de Jesucristo llegue a todos  y que esa voluntad del Señor se realice también en ella, en la Congregación.
¡Cuánto bueno nos has dado, Concha! Tu inteligencia, tu afán de búsqueda y fidelidad, tu espíritu fino e inquieto, tu lucidez en todo momento y circunstancia, tu sentido del humor acertado siempre…

Gracias, Concha, por tu vocación de educadora, por tantos años de dedicación a miles de niños y jóvenes a los que has entregado lo mejor de ti misma cada día, por tu cercanía, comprensión, paciencia, buen hacer profesional… por darles a conocer, con el testimonio de tu vida, el Amor del Señor, que son queridos  por Dios.

Gracias, Concha, por tu dedicación y entrega en cuerpo y alma a la Congregación, trabajando siempre por enriquecerla en la profundización de nuestra espiritualidad y carisma.
Fuiste para nosotras, las Esclavas del Divino Corazón, un pilar fundamental en tiempos de crisis y oscuridades, cuando en los años del postconcilio andábamos buscando, desde toda la Vida Religiosa, cómo adaptarnos a los cambios que la Iglesia nos pedía… manteniéndonos fieles a nuestro carisma, volviendo a las fuentes, a las raíces en que bebieron nuestros Fundadores… Eran tiempos convulsos, en los que supiste mantener la mirada limpia para descubrir lo esencial y la coherencia personal en la lucha por mantenerte fiel y ayudarnos a las demás a serlo.

Gracias, Concha, por poner en nuestras manos y acercarnos al corazón, la profundidad de la espiritualidad de nuestro Padre Fundador, Marcelo Spínola: la selección de sus escritos en textos breves agrupados por temas (el famoso “libro verde” que todas llamamos), la organización del archivo de los fundadores que se ha convertido en un verdadero centro de irradiación espiritual para tantos sacerdotes que han podido beber en las fuentes de la espiritualidad del Beato Spínola, el museo con objetos personales y significativos de Celia y Marcelo, la publicación de opúsculos, folletos, hojas divulgativas sobre la vida y obra de los Fundadores, en colegios, parroquias, centros de espiritualidad… una labor callada, constante, tenaz… Con toda razón oí decir en una ocasión a un sacerdote: “No hay nadie que sepa más sobre Marcelo Spínola que la hermana Concha Montoto” Gracias, Concha, por ayudarnos a conocer mejor y querer más a nuestros Fundadores.

Gracias, Concha, por tu dedicación a los procesos de beatificación de Marcelo Spínola, Celia Méndez y Madre Belén. Tantas horas de estudio, selección de datos, recopilación de testimonios… Para contribuir a hacer brillar en la Iglesia la santidad de personas que pueden ser impulso y referentes de vida para nosotras Esclavas y para cualquier cristiano en su respuesta de fe. El pasado 12 de noviembre pudiste vivir la alegría de ver culminar, aquí en Sanlúcar, esa fase diocesana del proceso de M. Belén (por tu salud quebrada, habías expresado en alguna ocasión, que no llegarías a verlo, el Señor te lo regaló)

Y sobre todo, Concha, GRACIAS, MUCHAS GRACIAS, por esta última etapa, corta, de tu vida aquí en Sanlúcar, en nuestra comunidad de mayores. En la rutina del día a día, en la aparente “improductividad” de una vida vencida y que se apaga, en la dureza del despojo total de salud, fuerzas, facultades… has vivido siempre agradecida y has sabido ser hermana, compañera, apoyo, testimonio, para las que contigo hemos convivido: una palabra, un consejo, un comentario oportuno que da luz, una mirada de comprensión… Esclava del Divino Corazón hasta el último momento de tu existencia.



GRACIAS, SEÑOR, GRACIAS CONCHA



        DEMONIO DE MUCHACHA


¡Demonio de muchacha....! Mi hija, la más pequeña de ellas, se enamoró de firme. Y como amor da fuerzas, decisión y energías, ella muy decidida, me ha hablado de su amor. Quiere irse en pos de él: no le duele dejar a sus hermanos, ni apartarse de mi, ni perder el contacto con las cosas que fueron de su ,madre y que nos hablan de ella en el hogar. ¡Demonio de muchacha...! ¡Las cosas que hace amor y puede amor!
Me dirás tú, lector, ¿cómo fuiste tan negligente que no las ha vigilado? ¿Cómo has dado lugar a que en su pecho prendiera la pasión? 
A lo que te contesto: Era la más pequeña, y, de los hijos, nunca pensamos que lleguen a mayores y que pueda amar. Sin embargo, ella ama, y aún cuando es la más chica y más amiga mía de las cinco. ¡Ya me quiere dejar!
Pero es, lector, que el esposo que anhela es por demás amable. Ella se ha enamorado del Esposo. Y a unirse va con Él en castos desposorios.
Cuando ella me ha contado sus amores, yo he sentido alegría singular.
¡Que bien supo escoger! Tan chica, ¡y ya tan sabia! Tan desprendida, 
¡y ya tan ambiciosa!
A mi me faltaba este honor y esta gloria, y ella me los regala. ¡Padre de una hija monja! ¡Qué delicioso titulo es éste para mi! ¡Y qué negocio el mío! Porque si yo le doy, como en verdad le doy, con muy grande alegría a mi hija predilecta, ¿que no me dará Dios de cuanto me convenga?
Sus hermanas y ella andan atareadas con el modesto ajuar, en el que cosen. No hay bordados, ni encajes, ni hay lujo en las prendas. Todo pobre y sencillo: todo honesto y holgado; todo amplio, como es amplio el sacrificio de su entrega total; todo blanco, como es blanca su alma; todo sencillo, como es sencillo su noble corazón.
¡Demonio de muchacha...! ¿Ves que voy para viejo y te vas de mi lado?
Ya sé que ne dirás: "es que, padre, me voy, para estar más contigo". Y es la pura verdad. Yo sé que en el Sagrario, cuando estés a solas con tu divino Esposo, le dirás cosas mías. Yo sé que, cuando la obediencia te lleve un día lejos, me llevarás contigo, prendido en el recuerdo de tu mente, guardado y escondido en la más hondo de tu corazón. Yo sé que cuando muera, tú no estarás conmigo, pero estarán tus rezos pidiéndole a tu Esposo albergue para mi. Yo sé que, como un día se fue tu madre, porque Dios la llamó a gozar de Él, a ti te llama ahora para que inicies el pre-gozo; el gozarlo en la vida, que es el modo mejor de prepararse para gozarlo luego.
¡Demonio de muchacha...! ¡Qué tarumba me han vuelto tus amores, que, hasta conforme estoy y hasta contento de que me dejes para siempre y del todo! Porque es la cosa que, pensándolo bien, te sobra la razón; es la cosa, que, sin tu proponértelo, esos amores tan desinteresados resultan un negocio. Porque, en definitiva, ¿a qué renuncias? Renuncias a sufrir. Ya tu me ves a mi: Por cada rato de contento ¡cuantos día con la frente nublada por la preocupación!; por cada minuto de alegría, ¡cuantas horas de pesadumbre! La maldición divina fue terrible: Con el sudor de tu frente ganarás el pan, nos dijo a nosotros; y a vosotras: parirás con dolor; y a unos y a otros nos condenó a dolores, a enfermedades y a la muerte. De todo ese castigo a ti no va a alcanzar sino la parte última; la de la muerte, que, en vosotras, las santas religiosas, más que muerte es la puerta de la Vida.
Te marchas de mi casa, que es en la que naciste; lo dejas todo para siempre. Y no te pierdo a ti. Perdemos la familia el ejemplo constante de una santidad alegre y sencilla: de una santidad humana, sin ribetes de afección ni ñoñería: porque lo tuyo es, a Dios gracias, virtud clara y serena y no bobalicona beatería.
Te vas para siempre; vas a ser el hijo que menos años vas a estar al lado mío; porque eres más pequeña, lo primero; porque sales más joven que los que ya salieron, lo segundo. Tus diecinueve años florecidos en virtudes sencillas, dejan en esta casa una estela de amor... El paso de tu vida por la casa, no habremos ni podremos olvidarlo porque ha sido como una misión que nos has predicado con tu ejemplo; una misión sin sermones altisonantes, pero fecunda en enseñanzas de virtudes suaves, del más grato perfume.
 Y yo, Conchita, mientras tú y tus hermanas coséis en el ajuar que llevas al convento, me acuerdo de tu madre, que tanto gozaría dándole una hija a Dios; y en este trance definitivo de tu vida y la mía, te quiero dedicar esta "Pajarita", la última, acaso, que leas en el mundo, porque saldrá en la víspera de tu apartamiento voluntario de él.
Todavía eres Conchita; luego serás ¿la madre qué? Eso no me he atrevido a preguntártelo, porque temía sufrir un desencanto. pero así, por escrito te lo voy a pedir. ¡Si tomaras el nombre de tu madre! ¡Si un día te llamaras Madre Santa Isabel!
En fin, voy a firmar, iba a decir otra vez: ¡Demonio de muchacha...!
Pero no, no lo digo. Ni en broma "pega" ya. Puesto que apenas leas la "Pajarita" te tendré que llevar hasta en convento, no te diré "demonio" porque allí no lo quieren. Y además porque al entregarte a la Madre Maestra de novicias, no le puedo decir que le llevo un demonio. Le diré -y es verdad-: Aquí le traigo, Madre, al ángel de mi casa...
¡Demonio de muchacha...! ¡Pues no me ha hecho llorar...!

                                   JOSÉ MONTOTO    
Publicado por Unknown en 10:02 Etiquetas: HOMENAJE, PAJARITAS DE PAPEL
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lunes, 1 de febrero de 2016

LA MUERTE TRISTE

Querida Familia: Después del tan triste día de ayer Domingo 31 de Enero, una vez hube llegado a casa, me fui directamente a el jaulón donde están posadas las miles de "Pajaritas" que obran en mi poder. Cuando abro esa puerta parece que todas quisieran salir a volar, sí, hay algo que me lleva a pensar que es así, no sé por qué, al ir a escoger cuál de ellas saldrá de su cautiverio, se escucha un susurro pidiendo ser ésta o aquella la que quiere volver a volar.

Veréis porque digo ésto y si tengo o no razón; si llego y me pongo a buscar entre las miles de ellas y quiero una en especial, me digo: ¿Por dónde la busco? ¿Cómo lo hago entre tantas? Si supiera la fecha de tal o cual acontecimiento sería mucho mas fácil. Bueno, pues, ¡al azar! Escojo uno cualquiera y me pongo a la difícil tarea de buscar el, no sé qué, pero sé qué es lo que quiero encontrar. Sé lo que busco, mas no sé lo que voy a encontrar, pero a resultas que encontraré lo que quiero y deseo encontrar.

Buscaba una "Pajarita" en especial: "Demonio de Muchacha", yo sé, o creo, que la he leído, lo puedo incluso hasta prometer de lo seguro que estoy, la relaciono con su entrada en el noviciado, aproveché la llamada que me hizo Tía Tote para decirme lo de las cenizas de Tía Conchita, para pedirle una pequeña bandada de ellas que Tote tiene en su casa, una vez las tuve en mis manos, y es en la cuál creía haberla leído.

No hubo suerte, pero ya tenía localizadas tres o cuatro y una de ellas, que no había sido leída por mi, llamó mucho mi atención y es la primera de las que quiero que vuelvan a revolotear para que sirvan de pequeño "Gran" homenaje a nuestra querida Tía Concepción Montoto de Flores. Fijaros en que esta "Pajarita" a la que hago referencia, muy lejos de estar dedicada a ella, porque es claro que no está dedicada a ella, sí se la voy a dedicar yo. ¿El por qué? Ya me diréis vosotros.

¿Cómo la encontré? Yo creo que es Don José el que me lleva hasta ellas, debe ser él el que me dirige entre tantas a escoger éste o ése libro y abrirlo por ésta u otra página, si no, yo no tengo ninguna explicación al respecto.

El título de la "Pajarita" en cuestión: "La Muerte Triste", pero que el título no os lleve a confusión, pues no es triste, dentro claro está de la tristeza que conlleva La Muerte. Cuando la vi al pasar las hojas y la leí, me dije: ¡Dios Mío!, es ésta la que quiero, ésta refleja lo que quiero hacer ver. Sí, Abuelo, no puedes haber acertado ni haber elegido mejor lo que quiero que todos sepan de la lucidez, la dulzura, la valentía, la serenidad, la Paz... Ante las puertas del cielo, en el final de su vida terrenal y antes de pasar a su vida celestial, después de toda una vida de entrega espiritual. Dejó aquí su cuerpo, se izó su alma alzando el vuelo, desde su casa conventual hasta el cielo. Dios te acoge en su Reino. Querida Madre Santa Isabel.

Esto no ha hecho más que empezar con éstas palabras a las que seguirán las "Pajaritas" y algún comentario que le haré si vosotros me lo permitís, pero ha de ser con tiempo suficiente para que pueda hacerlo desde la oficina y en los momentos que disponga algunos ratos en los que pueda dedicar todo el que merece dicho homenaje. Gracias a todos por adelantado, por perder un poco de vuestro tiempo en parar vuestras tareas o cometidos para leer y atender a mis simplones escritos. Gracias a todos, de corazón.


                                               LA MUERTE TRISTE

Acaso me preguntes, ¿pero hay muertes alegres?. Verdad sin duda alguna es acaso el trabajo más penoso y el que nos cuesta más. Verdad es que Dios puso en nuestra alma, y aún en todos los órganos del cuerpo, un afán de defensa, un instinto que nos hace resistir el embate tremendo de la muerte. Cuesta trabajo, gran trabajo morirse. Al alma, duele la separación y se diría que pugna por no irse de aquel cuerpo al que informó; el cuerpo se resiste y lucha por vivir, porque la materia tiene horror a su aniquilamiento.
Pero, a pesar de ello, hay muertes dulces, serenas, llenas de una apacibilidad de bienaventuranza, y hasta a veces de gozo. Son estas muertes las de aquellos que aprendieron el trascendente oficio al que se refería Fray Luis de Granada cuando decía: "Oficio es el bien morir que conviene aprender toda la vida"; son las muertes de aquellos que cumplen la sentencia del sabio: "Vive de manera que cuando mueras puedas desear haber vivido".
Es la vida jornada; jornada que hay que andar con todo el tino que aconsejaba Jorge Manrique al escribir: "Este mundo es el camino-que para otro es morada- sin pensar-. Mas cumple tener buen tino- para andar esta jornada-sin errar".
Son los mismos poetas gentiles los que preconizan una muerte digna, remate de una vida limpia y pura. Y así dijo Propercio: "La muerte no lo termina todo". Y Marcial: "Más triste que la muerte es la manera de morir".
Por ello, más que el temor a la muerte, ha de ser temeroso lo que a la muerte sigue, "Tema el alma su propia muerte y no la del cuerpo", decía San Agustín; y J. Balley exclamaba: "Ojalá vivamos de manera que no temamos a la muerte de aquí; y ojalá muramos de modo que temamos a la vida de allí".
Todas estas consideraciones son las que pueden hacer aceptar la idea de la muerte, idea que en las almas de grande santidad puede llegar a constituir una aspiración y una impaciencia como en la santa de Avila: "Muerte do el vivir se alcanza-no te tardes que te espero-que muero porque no muero".
Pero, ¿no hay muertes tristes?Por desdicha las hay. Las de los desesperanzados, las de los que no tienen fe, y, por carecer de ella, carecen de esperanza y, por faltarles estas dos virtudes, tampoco practicaron caridad. La muerte del incrédulo ha de ser pavorosa. El que cree, vuelve sus ojos a Dios, acude a su Misericordia, en sus congojas los sostiene y anima la esperanza . El que no cree, ¡qué espanto! La idea de morir le tiene que aterrar. Para él, la muerte es el aniquilamiento, el fracaso absoluto y horrendo de cuanto hizo, de cuanto practicó, de cuanto quiso. Es el frío de la nada.
Pero, tras de la muerte en vez de nada hay algo. Algo tan grande y tan trascendental como es la Eternidad y el juicio de Dios. Y quien fue su enemigo: quien luchó contra Él; quien en lugar de amor alimentó pasiones y venganzas y odios; quien vivió de este modo, ¡con qué gran desconsuelo morirá!
Hoy, lector, la idea de la muerte triste me obsesionó del todo. ¡Con lo alegre y lo santo que es llamarla, esperándola en paz, como un día Teresa de Jesús!.....


                                                                                                         José Montoto
Publicado por Unknown en 9:13 Etiquetas: PAJARITAS DE PAPEL
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