No todos podemos vivir en el lugar que nacemos, ocurre a veces que a pesar de todo, por causas no previstas te tienes que marchar a otro lugar.
Este es el caso que hoy os presento; se trata de dos mujeres ya de edad avanzada que el destino se las llevó de su pueblo, las trasladó a otro lugar, mas a pesar de estar alejadas de su pueblo, Lora, ellas vivían siempre con el pensamiento en el pueblo que tuvieron que dejar.
Una de ellas se trasladó a un pueblecito de Cádiz, pueblo precioso en lo alto de un cerro, con callejones estrechos, con vistas preciosas y donde sus habitantes acogen con alegría a toda persona que llega a este lugar.
Además de estar el pueblo en un cerro, tiene la gran suerte de tener una playa espléndida, un mar azul con aguas limpias y transparentes y con preciosas puestas de sol.
En invierno, cuando de noche llega una tormenta, es algo impresionante ver como los relámpagos iluminan el cielo, las olas se crecen, rompen en la orilla con fuerza, el viento ruge y el sonido del mar es estremecedor, es algo de lo más bonito ver una tormenta junto al mar.
Pero vamos al asunto. Una llegó a este pueblo en el año 1951, en ese tiempo esa playa estaba desierta, no había ni carreteras para llegar a ella, no había nada, sólo había unas pocas casas donde vivían las familias que labraban aquellas tierras.
Ella se compró un trocito de tierra junto al mar y allí empezó a construir su casita, como no había carreteras sólo caminos, pues cada uno le ponía a su camino un palo con una tabla en la que ponían su nombre, uno “camino de Pedro”, otro “camino de Mariano” etc, etc… Ella siguió ese ejemplo, cogió una tabla y le puso “camino de Setefilla”, aunque ese no era su nombre de pila pero si era el de su corazón.
Los vecinos la llamaban la Setefilla.
Han pasado lo años y frente al mar está puesto el letrero “camino de Setefilla”.
Esta es la historia de la primera ¿y la segunda?
Pues la segunda también vivía en Cádiz en el Puerto de Santa María, y tiene un nombre muy bonito, se llama Rosa.
Pues bien, repito que están ya con edad un poco avanzada, tienen hijos ya mayores que procuran atenderlas en todo momento, pero hay días y horas en las que sienten un poco de soledad.
Un día de verano un hijo de Rosa le dijo: mamá, hoy tienes que venir con nosotros, que vamos a pasar el día a casa de unos amigos. Rosa titubeaba, no sabía qué hacer, pero el hijo la convenció: tienes que venir, vamos a una playa muy bonita que hay en pueblo muy bonito, verás como te gusta. Ella se decide, y salen todos contentos, abuela, hijos y nietos. Ella no sabía qué pueblo era, confiaba en su hijo y se pusieron en camino.
Cuando llegaron a la playa buscaron la casa, y al llegar y ver el camino Rosa exclamó: “¡camino de Setefilla!” y notó que su corazón latía con fuerza, sus ojos se humedecieron y sin poderlo evitar por su rostro cayeron dos lágrimas.
VIVA LA VIRGEN DE SETEFILLA QUE
EN NUESTRO PECHO TIENE SU ALTAR
Si os interesa saber el apellido de rosa empieza por co_ _ _ el
4 comentarios:
gracias yeni namberguan, que haria yo sin ti
Hola me gustaria saver si el minumento del camino de setefilla que aparece enla foto existe aun y donde se encuentra..yo vivo en cadiz y soy de lora..me gustaria ir a visitar ese azulejo para rezarle ala virgen...contesteme por fabor mi mail es welo_87@hotmail.es gracia os lo agradezco de todo corazon
Existe aún y esperemos que por mucho tiempo. Se encuentra en la Playa de El Palmar, en Vejer de la Frontera, entrando por la rotonda principal que lleva a la playa, una vez llegados a ella girando a la izquierda y pasando un Bar que se llama El Dorado el primer carril que verás a tu izquierda.
Buenos días, me gustaría mucho conseguir una fotografía con más calidad de ese azulejo, ¿teneis alguna que me podais pasar?
Muchas gracias.
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