Veréis, os explico el porqué de la pregunta.
Yo soy un poco inquieto, y las dos neuronas que tengo en la cabeza, como la tengo tan grande, tardan mucho en conectarse, es por eso que no me pienso mucho las cosas, me arriesgo bastante en todos los aspectos y casi no me importan las consecuencias. En fin, ¡lo que se dice un majarón!, también es por ello que tengo numerosas cicatrices, ligamentos y huesos rotos.
Desde que tengo uso de razón, ¡ehhhh quieto, parao! Eso no es así, desde que se tiene uso de razón no se te puede aplicar a tí, lo tuyo es desde que usas la razón, y no la usas tanto como debieras, además, a ti eso de la razón es como en la mili: cuando te licencias, en la cartilla militar a todo el mundo le reflejan algunas cualidades o defectos pero en el valor, a todos se les anota esta frase “se le supone” pues a tí, con lo de la razón haremos lo mismo “se supone que la tienes”.
Bueno, vale, como te pones, ¡que carácter. aaiiii joooeee!
¡Ojú, cómo está el patio! Recuerdo que desde pequeño en Vejer las bicicletas, patines, patinetas, coches de pedales, en fin, todo lo que tenía ruedas valía para tirarse cuesta abajo, pero claro, cinco hermanos con una diferencia de edad de uno o dos años ¡qué peligro!
No había pared, tapia, bordillo, escalón o agujero que saltar, que se nos resistiera, ni gatos, gallinas, perros, pavos, cabras, vacas cualquier bicho que se moviera, y no os digo si se trataba de higueras, membrillos, chumberas, azofaifos, matos de sandias, melones, tomates... os hacéis una idea ¿no? Los vecinos cada dos por tres: ¡Eduardo, los niños! Y mi padre detrás de nosotros corriendo para cogernos y… ¡ayyyy! si te cogía.
Bueno, eso son recuerdos de niñez, pero los de mayorcito, ¡de mayorcito… de mayorcito!
¡Vaaaleee… de mayor! ¡eso esta mejor! Hasta los 25 una locura, pero a esa edad conocí a Machus, ¿conociste? Ojú, vale, ya la conocía, empezamos a entablar relaciones y cuando se enteró su padre, ¡EA! Mira la niña ¿Qué pasa, que no había otro? ¿Tenía que ser el loco ese? Vamos a ver, María, ¡si ese chiquillo está como una regaera!.
Pero todo fue empezar a conocernos, y se fraguó la mayor amistad que se puede tener, entre ¿suegro y yerno? o ¿tío y sobrino? Yo, diría casi como entre padre e hijo. No pasaba un día que no fuera a verlo a su casa o que me sentara con él a tomarme una cerveza a mediodía en “la brasa” y si no podía ir a verlo por lo que fuera, preguntaba ¿no ha venido Jesusito hoy?
De verdad, os digo que lo quise muchísimo y creo que el a mí también, tanto que me permitió casarme con su hija, empezó a confiar en mí, y ahora quiero recordarlo con todo el cariño que de mi parte se merece, sólo decir que me quedaron dos cosas por hacer con él, que me dolieron -aparte de su pérdida, claro- y hoy todavía me entristecen bastante. Fueron el no haber regresado con él a Lopera, el pueblo donde estuvo en la guerra, al que tenía muchas ganas de volver, y la otra fue, ese maldito viernes que ingresó en el hospital y estando con él en la habitación le dije: ¡venga, ánimo, tío Cesáreo, que el lunes estamos otra vez en casa y nos tomaremos una cervecita en “la brasa”! a lo que me contesta con su eterna sonrisa (esa sonrisa, a la que tú haces mención en tu pajarita y que bien recuerdas, Teresa): “niño”, me parece que esta vez no va a poder ser...
(Quiero resaltar lo de su sonrisa, hasta el último momento de su vida y estando donde estaba, siempre sonreía, “tremendo”, genio y figura hasta la sepultura) No se me olvidará jamás su forma de ser, por eso, prefiero recordar los muchísimos buenos momentos que pude vivir con él. Fueron al menos quince años desde que entré en su casa, y que poco a poco intentaré contaros.
Bueno sigo con lo mío, hasta hoy día todavía sigo siendo un desastre, las locuras con la moto las sigo haciendo aunque ya en menor medida, no me paro a pensar en las cosas que hago, en casa lo dejo todo por medio, como todos lo hombres ¿no? Me gusta una juerga más que a un tonto un lápiz, en fin como me dice Machus, un inconsciente.
Pero también tengo que decir a mi favor, que en casa la ayudo en todo lo que puedo y le echo valor a cualquier faena que ella me diga, el caso viene a que siempre que busco algo.
-Machus; no encuentro mis llaves
-están en tal sitio
-Machus; ¿has visto los papeles de la moto?
-los dejaste en este otro
Total, que siempre ando preguntando por todo lo que voy dejando por ahí, pero hace pocos días fue al revés, a ella se le despistó algo y dijo: "no encuentro…", y yo le dije: está en tal sitio, te lo he dejado allí para que no se pierda, y ella, asombrada, me dijo ¡vaya! Parece que te estás “apaciguando”.
No le hice mucho caso, pero claro, hoy pienso, Jesusito, si tío Cesáreo confió en tí, y después de 21 años con Machus ya no corres tanto con la moto (que es mi gran afición) ,el otro día que estuviste con tus grandes amigos en Vejer y no hiciste ninguna locura, te da por escribir, también parece que vas pensando las cosas, las consultas de vez en cuando, y ya no vas por ahí potreando.
¿Será verdad que te estás APACIGUANDO?
lunes, 30 de marzo de 2009
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1 comentarios:
Jesús. Te voy a contar una cosa ahora que no nos ve nadie. Es un cuento.
En la vida hay veces que dos personas van por el mismo camino, y de pronto, sin saber por qué, los caminos se separan, y uno tira para un lado y el otro se va en dirección contraria. No hay ningún motivo palpable, pero ocurre.
Uno de ellos de vez en cuando se acuerda del otro, y recuerda con cariño al que fue su compañero, pero no encuentra la vereíta por la que se separaron. Ni con gps. Y la vida, que a veces te lía más de la cuenta, va dejando que pasen los días, los meses y los años (incluso las décadas). Y cada vez los caminos están más separados.
Pero de pronto ¡zas!, en una curva, te lo encuentras de frente. Y no sabes cómo pudiste seguir solita tanto tiempo, y la de cosas que te has perdido. Y dices ¡ea! po por este camino sigo, ¡de esta vereíta no me saca nadie! ¡ni con agua escalfá!.
Po eso. No digo más. ¡Viva esta curva!
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