por Salud Montoto de Flores
Ahora entiendo mucho mejor la letra de aquella cancioncilla que decía:
Mi calle ya no es mi calle
que es una calle cualquiera
camino de cualquier parte…
Yo paso muchas horas sentada ante mi balcón y sé qué hora es sólo con mirar por la ventana. Me conozco la hora en la que llega el chico que reparte los periódicos gratuitos, y los niños que van al colegio de la mano de sus madres, casi arrastrando porque es el amanecer. También me conozco la hora en la que pasa un inválido con su sillita de ruedas acompañado siempre por la misma persona, y más tarde pasa un viejecito en equilibrio con dos bastones, pero que gracias a Dios nunca se cae. Sé la hora en la que llega la chica que canta los cupones, a la que le compra siempre un vecino. Y siempre con el runrún de la parada de taxis ¡cómo acompañan! ¡la tertulia de los taxistas, hablando unos con otros de su trabajo y dando compañía a la calle!.
¡Cómo cambian las cosas! Una calle en la que he visto transcurrir, durante más de cuarenta años, autobuses y gente. Hasta que un día, de pronto, con un ruido pavoroso, como si fuera un tanque avanzando por la calle, llegaron unas máquinas que destrozaron mi calle en cinco horas. Una calle que yo llevaba pisando más de cuarenta años y que ahora está llena de hoyos, una esquina en la que tantas veces esperé el autobús que traía a mis hijas del colegio en cinco minutos se llenó de escombros.
Pero si esta calle era estupenda ¿a quién se le ocurre desbaratarla? Dicen que esto es la civilización. Fuera la viveza y la alegría de la calle. Venga a hacer hoyos y agujeros. Dicen que va a quedar mejor ¡pero si estaba muy bien! Si estaba muy poblada de niños, madres, ancianos, coches, taxis, autobuses… ¿qué es esto de la civilización? Si yo convivía con todas esas personas y eran como de mi familia.
Ahora, de noche, mi calle parece la plaza de Tiananmen después de pasar los tanques.
Y es que la vida pasa y lo arrasa todo.
Cuando yo era joven ¡uyy, cuánto tiempo hace de eso! Paseábamos por la calle Tetuán hasta llegar al Coliseo, que entonces era un cine, y luego vuelta a la calle Tetuán por la acera contraria. Por cierto, que las películas entonces se clasificaban con rombos. Las de tres rombos estaban prohibidas, y la gente se iba a Andorra a ver a Marlon Brando con su último tango en París. Bueno, como digo, paseábamos hasta el Coliseo, y en el paseo nos cruzábamos con unos y con otros. Ese era el objetivo del paseo. Hasta que en una ocasión a un alcalde se le ocurrió la idea de decretar que los que fueran por la acera de la derecha fueran por la derecha, y los de la izquierda por la izquierda. No se podía cruzar la calle, y cuando alguien desobedecía un guardia con un silbato te hacía ver tu equivocación. Aquello duró muy poco, porque de ese modo era imposible encontrarse con los amigos que te interesaban.
Qué suerte tienen los de ahora, con la calle PEATONAL ¡viva la civilización!
1 comentarios:
La calle te la van a dejar nueva, PEATONAL, para que las bicicletas y los niños en patines te puedan llevar por delante como te descuides.Ahora te toca aguantar un añito de obras aunque nadie os preguntara si necesitabais una calle peatonal. Imagino tambien la decoración que pondran con eso del mobiliario urbano de marras. Yo alucino cuando he visto en la c/V. de la Antigua un sitio para amarrar cosas que se llama Infraestructura para la sostenibilidad. No vea lo que te espera, y aquí el único guardia que nos encontramos es el que multa a los coches que pisan un paso de peatones ó una acera. Preparate,no solo te cambian el paisaje sino tambien el lenguaje. Esto sí que es modernidad.
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