Esto es como un bocadillo;
el pan de arriba, la abuela;
el de abajo es Cristina;
a mí me ha tocado en medio,
yo seré la mortadela.
Tengo que ocuparme de ellas,
pues, ¡menudo trabajillo!
Por mis hijos no hago mucho
porque viven en Madrid;
solamente los atiendo
cuando vienen por aquí.
Y les digo yo a mis niños
con muchisimo cariño:
"No te faltará ni gloria,
no te prives tu de ná;
pídeme por ésa boca
que para eso está mamá".
Cada cual sus preferencias.
Antonio, sopa de arroz.
Pepe me pide spaguettis
con nata y jamón de York.
A Maria le gusta el foie;
lo de Manuela, es pecado:
le gusta el pavo trufado.
¡Mamaita! ¿qué hago yo?
Pero lo compro matado;
y, aunque dé mucho trabajo,
si viene, no le ha faltado.
Esto ocurre cuando es fiesta,
porque, a diario sábeis
que sólo atiendo clientas;
pero si todo coincide,
me puedo volver "cuarenta".
Como pasó en Navidad;
y yo os digo, de verdad,
que conmigo iban a dar.
No sé cómo conseguí
mi pellejito salvar.
lunes, 1 de marzo de 2010
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