Quien ha nacido rebelde
lo que hace es aguantarse
porque de su discrepancia,
por supuesto, es que no quiere,
en absoluto, enmendarse.
Aceptar todas las normas...
¡Eso no se ha hecho pá mí!
Y... ¿por qué ha de ser así?
¿quién ha dictado las leyes?
¿Dónde está el Mal?
¿Dónde el Bien?
Y éso, ¿a quién le conviene?
Aquello, ¿qué de malo tiene?
Porque cualquier argumento
yo creo que no se sostiene.
Bajo mi punto de vista,
ésa interminable lista
de costumbres aceptadas,
no me sirven para nada.
Sólo están etiquetadas;
quiero saber quién las dicta.
¿Y si están equivocadas?
No es que me las dé de lista;
más no estoy acostumbrada,
de verdad , es que no puedo,
actuar por la razón,
pues me mueve el corazón.
Y es que a mí me importa un bledo
lo que alguien estimó
imponer como mejor,
si no es lo que pienso yo.
Siempre voy con buena fé.
Si me equivoco, lo siento.
pero sabed que, si erré,
por lo menos actué
con mi mejor sentimiento.
lunes, 1 de marzo de 2010
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