Querida madre, espero sepas disculparme este atrevimiento, esta gran osadía (esta sí que lo es). Sé que me va a caer gorda la bronca cuando leas esto, pero que puedo hacer, es deber de hijo querer felicitar a su madre en su cumpleaños, y al mismo tiempo volver a publicarte cierta “pajarita” que te dedicó abuelo hace ya la friolera de cincuenta años, sí madre, ésta es la que te hizo el día que te casabas, la fecha ha pasado no hace mucho (el aniversario) pero no por ello deja de tener esta dedicatoria el mismo sentido, no por ello deja de ser una emotiva transcripción de los sentimientos de un padre hacía sus hijas e hijos, de una forma de pensar,de un deseo que tenía, que quería, pero no pudo ser. No por ello me deja de emocionar cada vez que la leo, así que imagino que cuando vuelvas a leerla te emocionaras, posiblemente te entristezca, o posiblemente te dé un poco de alegría, esa alegría a la que él hace mención, la alegría de tu presencia, la alegría de tu risa. Aquí de nuevo tengo el deber como hijo de intentar dibujar esa sonrisa en tu cara, contagiar esa alegría a tu corazón, sé que será difícil, si no imposible, pues aunque son recuerdos que deberían ser gratos por el día que quiero que recuerdes, seguramente te traerán a la memoria muchísimas cosas y muchísimos momentos de tu vida, momentos tristes, momentos alegres, son estos momentos los que me gustaría que recordaras, este es mi deseo. Ahora, de nuevo como hijo tuyo, tengo el deber también de decir que tu padres se sentirían muy orgullosos de ti, porque si has sufrido, has sabido sufrir, si has gozado, has sabido gozar, lo has hecho con dignidad serena como él te pedía, has sido valiente, muy valiente, has sabido coger las riendas de un hogar lleno de hijos, has luchado lo indecible, habrás pasado por momentos que tú, y solo tú tendrás por sabido y vivido, pero lo has conseguido, lo has llevado a cabo con entereza, con firmeza, con sabiduría, con dulzura. Por todo ello madre, te venero a ti, cómo venero a tu madre, a tu padre, a tus hermanas y hermanos, porque habéis sabido transmitirnos a todos nosotros todo lo que vuestros padres os transmitieron a todos vosotros, es de razón, cómo dice tu padre en esta “Pajarita” que os veneremos y que os queramos, no podría ser de otra forma. Bueno madre espero no te molestes mucho al atreverme a escribir esta pocas líneas para felicitarte en tu cumpleaños, y de paso recordar el aniversario de tu boda con esta hermosa “pajarita”. Es de razón madre, que me permitas esta gran osadía, es de razón que cómo hijo me permitas felicitarte con este pequeño atrevimiento, al cual le pongo todo el cariño que un hijo le puede poner, es de razón madre, lo dice tu padre, así ha de ser por siempre; -Haz del recuerdo de tu madre un culto y que ellos la veneren cómo así es de razón- y no le falta razón ¿verdad? Pues así es madre, yo te venero a ti, la venero a ella, a él, y a todos vosotros. ¡FELICIDADES MADRE Y QUE CUMPLAS MUCHOS MÁS!
MI CASA QUEDA ABIERTA PARA TI
Si a los que ya se fueron les di mi despedida desde aquí, no habías tú de ser menos. Te vas en buena hora, porque te vas a gusto y es esa la hora buena de marchar; cuando así lo apetece el alma, ansiosa de lograr una ilusión. Y te dejo ir contento. ¿Por qué no? Si te vas por tu gusto, ¿qué habré de desear sino que este se cumpla?
De vosotras, se nota más la falta. Porque es que, cuando os vais, salís de veras. Ellos no. Ellos se van un día sin gran solemnidad; y luego, el día que dicen que se van, no hacen sino solemnizar de cierto modo la salida que hicieran hace tiempo.
Un día se fueron dos hermanos tuyos. Pero no fue realmente aquel día, porque ya se habían ido en realidad. Andaban por ahí hacía unos años por ley de sus carreras. Y así, de esta manera, el día en que se casaron no salían en verdad, porque ya lo habían hecho. Como lo han hecho ya los dos que han de casarse en breve plazo. Ellos vienen aquí de vez en cuando, pero no pertenecen a esta casa de forma habitual. Y para esos efectos, el casarse será seguir ausentes, y venir –cuando vengan- con la compaña que han querido escoger.
Lo tuyo es de otro modo. Tú te vas de verdad, porque no habías salido hasta ahora de esta casa. Como fue de verdad el irse de tu hermana cuando, al buscar esposo, se acordó de Jesús. ¡Bien casada está aquella! ¡Y bien te casas tú! A lo divino ella, tú a lo humano, las dos habéis obrado con acierto.
Yo me alegro y lo siento. Me alegro por vosotras y lo siento por mí. Porque es que sois las hijas la alegría de la casa; vosotras sois el alma del hogar. Y a mí me gustaría que el tiempo se parase ante vosotras mientras que yo viviese, y que el salir volando fuera luego, cuando yo no lo viera, cuando ese vuestro vuelo no me trajese frio de soledad.
Cuando ahora he arreglado nuestra casa de Lora, lo hacía con la ilusión de envejecer allí. Y a mí me gustaría envejecer rodeado de vosotras, dentro de aquellos muros; a la sombra de aquellos arboles que planté en el jardín hace un cuarto de siglo recreándonos en la cruz al pie de cuyo pedestal florecen los rosales; mirando al azulejo de la Virgen que embellece la fuente…, y pasando quedito, como hacemos, por aquel cuarto en que murió mamá. Yo todo eso lo querría vivir entre vosotras y no va a poder ser; a lo menos con todas, puesto que ya, contigo, faltáis dos.
Esta tarde vas a ir a la Virgen de los Reyes. Tu madre no faltaba ningún día. Cada mañana, temprano, muy temprano, se presentaba ante Ella, y ante Ella derramó no pocas lagrimas. Por eso, cuando hubo que pensar en el templo en que habías de casarte, a mí me pareció que no había otro mejor que aquel en donde está la Madre aquella ante la que tu madre rezó tanto, y en la que tanto y tanto confió. Y al pensar en el padre que te había de casar, ¿Quién sino que el que auxilió a tu madre en los día postreros de su vida, y al que ella os dejó tan encargadas? ¿Quién sino el que a tu hermana platicara el día en que se adentraba en el convento?
Ya sé que esta tarde tu primera visita de casada va a ser para la Virgen. Ya sé que vas a ir a llevar tu corona de azahares al santuario de la Oliva, en Vejer. Haces bien: es tu Virgen desde ahora. Si cada pueblo tiene su Patrona, la tuya es, desde hoy, aquella del lugar de tu marido, donde vas a vivir.
Tu madre –tú te llamas como ella- dejó santa memoria en nuestro pueblo. Tú, vas a un pueblo extraño. Yo no te pido sino que allí te portes como hija de quien eres; que igual que ella en el nuestro, tú, en el que hoy haces tuyo, conquistes el buen nombre que ella supo ganar en el no largo curso de una vida abnegada.
Si te toca sufrir, sabe sufrir. Si te toca gozar, sabe gozar. Que el sufrir y el gozar son dos ciencias difíciles; son dos caudales que casi nadie sabe administrar. El goce moderado. El sufrir, resignado. Ni reír ni llorar en demasía. Llevar la vida con dignidad serena. Los goces y las penas los da Dios. Aquellos, agradécelos. Estas, acéptalas con ánimo sumiso y valiente a la par. Y si tuvieses hijos, haz del recuerdo de tu madre un culto, y que ellos la veneren como así es de razón.
Y aunque te vas por siempre de mi casa, mi casa queda abierta para ti. Y es mi mayor anhelo que el jardín arreglado, casi nuevo, pueda unir con frecuencia, a la alegría de plantas florecidas, la alegría de tu presencia grata; al gorjeo de los pájaros que cantan en las ramas de los arboles, la alegría de tu risa; a la serenidad de un cielo azul y puro, la otra serenidad de tu semblante con paz en la conciencia y apacible y tranquilo el corazón.
JOSÉ MONTOTO
En la mañana del domingo se me pidió una determinada “pajarita” para el martes. Ya está escrita. La escribí aquella noche y se publicará mañana, Dios mediante. Porque es que la del martes tenía que ser, por fuerza, la que es.
1 comentarios:
Muchísimas felicidades, tía Isabel, espero que de hoy en adelante goces porque te toque gozar, y que además de este regalito bloguero te den muchos más. ¡Y QUE CUUUUUMPLAAAAS MUUUUUCHOOOS MÁAAAAS!
besos
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