Por Isabel María Montoto Cañas
Hubo dos años seguidos que nos fuimos a veranear al Membrillo.
En el primero no había piscina. Nos metíamos en un pilón redondo con el agua helada y llena de sanguijuelas, pero a nosotros nos encantaba.
Los niños de antes éramos mucho más fuertes; me imagino si yo eso lo hiciera ahora con mis nietos.
Mis hermanos cojían ranas por la noche con linternas. Se paseaban en liana de árbol en árbol. Dormían en la era al aire libre. Se montaban en los tejados para poner a secar las pipas de los melones. Hicimos una sociedad que se llamaba COPISA (comedores de pipas sociedad anónima).
Por la noche, nos sentábamos fuera para ver las estrellas, y mi padre nos describía la Osa Mayor, la Menor y el Camino de Santiago. Sin televisión, sin videojuegos, sin juguetes, sólo con nuestra imaginación lo pasábamos estupendamente. Hacíamos teatros, escursiones, íbamos a Lora al cine de verano y al chalet de tío Rafael a bañarnos en su piscina.
Un día nos llevó mi madre a la feria de Constantina y, bueno, ahora que hablo de mi madre, el colmo fué cuando le dió por comprar una tienda de campaña y nos fuimos a Mazagón a dormir en la playa, ella, la muchacha y los cinco niños, sin decírselo a mi padre, que cuando llegó de Córdoba se encontró con el sitio. Lo pasamos de maravilla, aunque ahora veo que fué una locura.
Al verano siguiente todavía mejor, porque hicieron una piscina ovalada abajo entre árboles al lado de la fuente, que estaba el agua constantemente entrando y saliendo, fría como el hielo, pero como no había depurador así se mantenía limpia. En fin, que tenemos muy buenos recuerdos de todo aquello mis hermanos y yo; lástima que ahora para veranear se necesite tanto.
Un beso a todos.
sábado, 25 de abril de 2009
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2 comentarios:
Qué bonitas vacaciones, Isabel María. Es verdad que antes necesitábamos menos artilugios para ser felices, aunque ahora tenemos este artilugio del blog (al que veo que te has adaptado a la perfección) con el que los demás paseamos también de liana en liana, de Vejer al Membrillo pasando por Albareda.
¡Ah! ¡y con tu preciosa entrada ya hemos descubierto quiénes son los monos del libro de la selva de Jesusito!
Debe de ser una especie de suerte que tienen los Montoto para veranear sin necesitar muchos artilugios y que yo también comparto.
En mi caso, mis mejores veranos fueron en la piscina de Santa Marina, con los primos, los titos, la abuela Loles, los helados (la horchata también, aunque no me gustaba tanto...), la ducha-tronco y esa valla de hierro blanca tan difícil de saltar :)
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