Quería empezar esta pequeña perorata (espero que no lo sea) de la siguiente forma: ¡Queridísima y afectísima María José!… ¡Alberto! Lo comento a sabiendas que me lloverán críticas, duras miradas, tampoco faltarán los desaires, y algunos aspavientos, por lo desajustado y desequilibrado en la forma y modo del tratamiento. Más no es lo que quiero, deseo hacer, ni es lo que siento, ni ¡Por supuesto!... ¡Es lo que mereces! Pero, querido Alberto, según reza un dicho tan cierto como ajustado, por lo que entraña y en el queda reflejado, repetido y tantísimas veces escuchado “el roce, es el que hace el cariño” a María José la vengo rozando desde que era un niño, pero nosotros dos, querido Alberto, nos llevamos rozando hace unos escasos… ¿4 meses? Más no por eso he de quererte menos, tampoco por lo transcurrido en el tiempo que hace que nos rozamos, siendo el mismo un escaso y corto verano, pues a partir de hoy he de considerar que gracias a ella, gracias a ti, gracias a esta unión, no sólo hemos de tratarnos como cuñados, deseo y sinceramente pienso que he ganado otro Hermano.
Hoy estamos aquí todos para celebrar este vuestro día, día que por ser en el que confirmáis vuestra unión en matrimonio, todos, absolutamente todos deseamos que sea pleno de felicidad. Cabe de todas formas y me vais a permitir que pueda y quiera recordar. No está de más recordar esas ausencias, acordarnos de esas personas que aún queriendo vosotros que nos acompañaran en este día, aún siendo vuestra propia voluntad tenerlos entre nosotros, estando además segurísimo que es también la de todos los que aquí estamos. Personas que añoramos y que sin remedio echaremos en falta, sin remedio, todos, absolutamente todos, en algún, o algunos momentos de este maravilloso día, de ellos nos vamos a acordar. Personas que siempre están en nuestro pensamiento y en nuestros corazones.
Se me antojan varios los motivos por los que estas queridas personas hoy no nos pueden acompañar, sólo tres voy a nombrar, no por justificar, si porque creo son los verdaderos motivos que no nos permiten que hoy podamos disfrutar de su compañía, de sus besos, de sus abrazos, de sus sonrisas…
Uno de estos motivos creo que es, e imagino que todos pensareis al igual que yo… “La Cosa”. Me explico: por todos es sabido, todos estamos viviendo unos momentos difíciles, muy difíciles, cómo serán estos momentos que en muchos bares de Sevilla y Cádiz, ¡Por ejemplo! hay carteles que rezan de esta forma: “Queda terminantemente prohibido hablar de… “La Cosa”. Fijaros en las conversaciones, frases, expresiones y saludos que se llevan a cabo en estos consabidos momentos y que se están haciendo típicos. Frases que hacen ver el buen humor con que el que intentamos capear el temporal que se nos ha venido encima, y no solo en bares, en la calle también se pueden escuchar algo así: ¿Que pasa quillo, cómo va la cosa? ¡Ojú, la cosa va fatal! ¡La cosa está chunga! ¡Como la cosa siga así, no sé qué va a pasar! ¡No está la cosa para fiestas! ¡Fíjate si está mala la cosa, que tengo un niño apadrinado en África y en vez de mandarle dinero yo al niño, es él quien me lo tiene que mandar! En fin, no quiero decir con esto, ni deseo que “la cosa” pase siquiera cerca de vuestro hogar, que se mantenga alejada, muy alejada, pero la verdad es, que “la cosa” está muy fastidiá.
Otro de estos motivos puede ser, será, el laboral. Creo que también se puede decir que algunas de estas personas queridas no pueden estar hoy aquí por tener que trabajar, así que digo con cierta seguridad que de su compañía no podemos disfrutar por ese motivo. Buen motivo este, dicho sea de paso, no nos llevemos a engaños, porque para los tiempos que corren a más de dos y más de tres les gustaría decir… ¡Ay, no sabes cuánto me gustaría, pero no puedo ir porque tengo que trabajar!
El tercer motivo que he querido, que quiero comentar, es el que al final todo lo viene a justificar, es quizás el más doloroso, el más real, el más emotivo y triste, a la vez que es el más grande y triunfal. Es el motivo de nuestra búsqueda existencial, de nuestra fe, de nuestros ruegos y oraciones, de nuestra lucha vital, es el del triunfo en nuestra batalla final, es el de subir con ellos al más allá, donde todo es perdurable, donde todo es luz y claridad, donde ya no hay final. No es este otro motivo que “El Celestial”. Se perfectamente porque así lo creemos que ellos desde el cielo nos estarán viendo, se que una imperceptible y suave luz nos proyectará, nos dibujará, nos hará ver de nuevo esa sonrisa, “la inefable sonrisa” que todos tenemos grabada y guardada en nuestro interior.
Bueno dejemos lo emotivo, lo sentimental, pasemos de nuevo a la alegría, a la felicidad. Con vuestro permiso María José y Alberto. María José, hace unos días me pedías que escribiera algo para hoy, para leerlo en este día, y dije… ¡lo haré! Solo puse una pequeña condición que podemos interpretar de modo simpático, lo que te dije se puede contar más o menos de esta forma: ¡Vale, pero has de saber que me llamo Llón, Castri llón y quiero licencia para escribir, reír, emocionar, contar y chismorrear! Me diste carta blanca y de ello me voy a aprovechar, así que daré la agradable noticia del próximo acontecimiento que se celebrará… nacimiento y bautismo, todo a la par. Ahora todos os estaréis preguntando, exclamando… ¿Cómo? ¿Qué? ¿Que está diciendo esta chiquillo? ¡Eso como puede ser, por Dios! ¡Este Jesús, está loco! ¡Eso es una mamarrachá, otra tontería típica de él! ¡No, no, esperad un momento que lo voy a aclarar! El día que mi hermana me pedía escribir esto que hoy escribo, yo le decía: ¡María José, esto que me pides es muy difícil! ¡Que no niño, tú déjate guiar por abuelo, verás cómo te sale fácil! ¡Te saldrá igual que a él, tú lo sabes hacer! ¡Veras como te sale algo bonito! Eso no es lo fácil querida María José, eso es lo más difícil que me puedes pedir, yo eso no lo podría hacer, ni siquiera intentar, puede salir bonito, pero en nada me podría parecer a él, ya quisiera poder escribir de mi puño y letra, de mi cabeza, de mi inventiva, tan solo, fíjate lo que te digo, tan solo el comienzo de una “Pajarita de papel” esto nunca lo haré, ni lo intentaré. Jamás podré tener la sutileza, la suavidad, la categoría, la impronta apasionada, el cariño con que impregnaba e imprimía tecleando con su máquina de escribir sobre un trozo de papel, el amor que ponía en todas sus “Pajaritas de Papel”. Pero podemos hacer otra cosa. Ahora entenderéis lo del nacimiento y bautizo. Si él estuviera aquí me animaría a hacerlo, me diría: ¡Niño ven para acá, venga vamos a dar nacimiento y vamos a bautizar tus escritos! Y con su sentido del humor acompañado del mío, entre los dos diríamos… como buen cateto que eres, un poco más bruto, un poco (mucho) más tosco, atendiendo a tus apellidos, como tu Tío Luís dijo en cierta ocasión, como buen Montoto que eres, pero en el apellido segundón, vamos a darle un material más acorde a lo que escribes, eso sí, con la mejor intención, así que le damos hoy el nacimiento, y las vamos a bautizar como “Pajaritas de Cartón” ¿Te parece esto mejor? ¡Claro abuelo, claro que me parece muchísimo mejor! ¡Ea! Pues ya podéis salir de vuestro asombro que el nacimiento y bautizo no era más que esta paparrucha que me he inventado, para intentar terminar con una sonrisa, no era lo que imaginabais, ¡No por favor! Esto será lo que habrá pensado mi hermana María José y ¡Por supuesto! Mi nuevo hermano, Alberto.
Gracias a los dos por haberme dado esta oportunidad de expresarme en este vuestro día. Os deseo que en esta nueva singladura que comenzáis todo sean vientos suaves y favorables meteorológicamente hablando, (Mariano Medina lo diría de este modo) ¡Esperemos que el huracán Mari al unirse al anticiclón Alberto y toque tierra se convierta en tormenta tropical, que amaine el temporal, para que esos vientos suaves os lleven a buen puerto, que sea lo más larga y apacible y que Dios Nuestro Señor y La Virgen os acompañen siempre en vuestro viaje! Gracias a todos los demás por aguantarme, por vuestra infinita paciencia y vuestra bondad, Gracias a todos, de corazón.
sábado, 13 de octubre de 2012
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1 comentarios:
día de risas y llantos, de recuerdos y reencuentros con primamigos y nuevos primamigos, boda en la que no faltó ni un perejil, todo perfecto: los grupos de música, la comida, la bebida, el entorno, los novios, los trajes (y los sombreros jerezanos ¡perfectos!), los discursos... ¡qué buen día! Gracias, María José y Alberto, por incluirme en vuestra lista, porque será un día muy difícil de olvidar, y aún estoy degustando los momentos que pasamos. ¿A quién le toca casarse el próximo? ¡venga, animaros!
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