En referencia a tu comentario en "otra foto para Tío Jesús", a vuestros recuerdos de niñez, y ante todo, sobre la plaza de mina, y cómo os llamaba la atención la cantidad de viejas que había, creyendo saber quien es esa flor de la mesa-camilla a la que tú te refieres, y por estas frases que pronuncias: ¡hay que ver la vida como corre! ¡qué velocidad! ¡qué barbaridad!, bueno ante todo esto quieros publicaros dos "pajaritas", una es de Tío Pepe y la otra de abuelo, y las dos hacen referencia a lo larga que es la vida. Creo que os gustaran.
LA VIDA ES MUY LARGA
Verdaderamente la vida es larguísima. No tenemos derecho a vivir tanto. A mí me ha parecido siempre una terrible injusticia eso de que un caballo de 18 años sea un completo vejestorio, en tanto que una muchacha de la misma edad esté en el colmo de la juventud. Y lo mismo digo del caballo, podría decir de muchos otros animales; del toro, por ejemplo, ¿A que vienen tantos aspavientos ante un toraco de cinco años? ¿A que decir que es más viejo que matusalén?... Da lástima pensar que en una edad tan tierna, cuando nosotros somos unos niñitos inocentes, el toro pueda parecer viejísimo. Quizá lo hacemos así para disimular que es un infanticidio el clavar una espada en el morrillo de esos infelices.
Pues encima, todavía nos atrevemos a quejarnos. Oid si no a esas personas que gusta de evocar frecuentemente los sucesos de su vida pasada. A cada paso le oiréis decir: "¡Hay que ver como pasa el tiempo!... ¡Parece mentira!... Hace de esto cerca de veinte años y sin embargo parece que fué ayer. ¿Que corta es la vida!... El tiempo se pasa volando... Veinte años se van en un momento... Se hace uno viejo en un momento... Se hace uno viejo sin darse cuenta... Ya se ha casado fulanita y hace poco la veíamos haciendo su primera comunión.... ¿Que son veinte años?... ¡un soplo!... Es que la vida se va sin sentir....", etc. etc.
Y lo más grande del caso es que lo dicen de verdad, sinceramente. Miran hacia atrás... Y les parece que acaban de nacer. Pero todo es un error de perspectiva. La vida es muy larga, larguísima... Vista en conjunto, quizá no lo parezca, pero si se desmenuza pieza por pieza, sumando luego cada una de ellas, se nos antojará una eternidad.
La vida es muy corta, pero una clase de algebra es muy larga. Veinte años son un soplo, pero un viaje de Sevilla a Madrid, en el correo, llegando con seis horas de retraso, es algo que compite con la eternidad. Si decimos que el ser humano vive 60 años por término medio, acaso no hayamos dicho nada. Pero si en lugar de ello consideramos que el hombre vive así como tres millones de veces el tiempo que el correo está parado en la estación de San Jerónimo, entonces nos sentiremos poco menos que inmortales.
¿Que la vida es un soplo?... No diga eso lector de mi alma. Recuerde la de veces que ha hecho cola para tomar billete, las muchas ocasiones en que ha tenido que esperar que le llegue su turno en casa del dentista, y millares de interminables ratos que ha perdido esperando el tranvia, la... lo... el... en fin, la infinidad de trances que ha vivido, cada uno de los cuales le pareció durar un siglo.
Todo eso y más cabe en la vida. ¿Como puede ser corta y fugaz?... Es como si quisiera convencerme de que en una cajita pequeña cabe un millón de pianos. No me lo creo, lector. La vida es larga, aterradoramente larga. Los que la encuentran breve, o andan mal de memoria, o son unos ansiosos; una de dos.
José MONTOTO DE FLORES
LA VIDA ES ..... ¡LA VIDA!
A mi colega de ayer, bajo su punto de vista le asistía la razón; porque tomada así la cosa no tiene vuelta de hoja. Empalmar tres millones de paradas del correo en San Jerónimo, es formarse una ídea acabada de la eternidad. Pero, amigo mío, la vida no es sólo un correo ni lo que en ella se percibe, es tan sólo la nefanda estación del viejo empalme, circulan tambien expresos y rápidos que atraviesan parajes pintorescos y bellos.
Unos ratitos hay de aburrida parada en San Jerónimo, pero luego anda el tren y ves bellos paisajes, de valles, de montañas, de olivos y sembrados, salpicados de blancas casitas y hay rebaños, y hay arroyos poéticos y ríos caudalosos, y hay un sinfín de cosas que admiran y suspenden y encanta y embelesan.
Además hay también las viajeras que van en el correo de la vida. Y te enzarzas en discreteos con una, y de los discreteos pasas al madrigal y te vas resbalando hasta el idilio, y , sin darte cuenta, cuando te piensas que apenas vas llegando a Brenes, te encuentras en Getafe nada menos. Y es entonces cuando dices: ¿Tan pronto? ¡ Si hemos echo el viaje sin darnos cuenta de él!
Pues ahí esta el intríngulis del caso. Dando clase de algebra o haciendo colas, las horas se hacen siglos. Pero son unos siglos de mentira, incrustados en períodos felices y agradables de mayor duración, aun cuando se te pasan en un vuelo. Triunfar en la carrera o profesión, colocarse, establecerse, enamorarse, pretender, sostener relaciones, fundar un hogar, críar los hijos, educarlos, preocuparse de su porvenir... ¡Tantas y tantas ocupaciones que te embargan la vida!
Y luego, un día, tras de tanto trajín, tras de tanto gozar goces honestos, y tras tanto sufrir penalidades, que las llevas con gusto por ser en beneficio de los tuyos; cuando un poco cansado quieres hacer un alto en el camino y pretendes a uso de labriego, echar un cigarro en la besana que riegas con el sudor de tu esfuerzo, entonces, al otear el horizonte, si miras adelante exclamarás: ¡Pero qué poco queda!, y si miras atras, dirás: ¿Pero tanto he andado? Y al advertir que "ella", la viajera del correo de la vida, con la que un día feliz "pegaste la hebra", tiene ya el pelo blanco, y al notar que tú eres casi sólo una sombra de aquel que "tomó el tren" un día memorable, surge la exclamación irrepimible: Pero ¿es posible?, ¡como pasa el tiempo! La vida para tí habrá sido un soplo.
Y para tí también tendrá que serlo, "Pajaritero" de ayer. Largos te han parecido tus días de estudiante, tus años de oposiciones, tus temporadas de fondas, menos cofortables que sórdidas. Pero ahora empieza el tiempo para tí a galopar. Si algún día, pasados muchos años, repasas díarios viejos, cuando leas esa "Pajarita" que titulaste ayer con audaz imprudencia "La vida es muy larga", dirás: pero, ¡Dios mío, si diría que era ayer cuando yo escribí esto! Y "ayer" serán treinta o cuarenta años nada menos. Para entonces te emplazo. Yo sé que entonces escribirás un bello artículo con el título de: "que corta es la vida" Pero ya, cuando escribas ese artículo, yo no lo leeré.
JOSÉ MONTOTO
2 comentarios:
Para la montotada frustrada se me ocurrió hacer una peliculilla con fotos. La había hecho antes para el cumpleaños de una amiga y quedó muy bien.
Les quité a las tías todas sus fotos, y a mi madre, y busqué en un cajón donde mis padres guardan un montón desordenado (de ahí saqué la inolvidable de Jesusito en bañador), Javier M. Linares me dio algunas suyas, otros me mandásteis alguna más... en fin, que con el material que tenía me puse manos a la obra.
Las ordené por temas, y le busqué una musiquita apropiada. Poco a poco la peliculilla fue tomando forma. Una tarde me puse a verla. Duraba unos 15 minutos.
En esos quince minutos vi crecer a los abuelos desde niños hasta su muerte, y a nuestros padres y tíos, y a nosotros... salvo tristes excepciones, estamos en una familia genéticamente longeva, pero tres generaciones pasaron ante mis ojos como un suspiro. Demasiado rápido, la verdad. Me entró mucho vértigo. La vida es larguísima, pero pasa demasiado rápido.
Jesús; me parece muy bien que saques a la luz las "Pajaritas" de el abuelo y tío Pepe.
Son tan bonitas que primero las lees de un tirón pero una vez que las has leido te levantas, cierras las ventanas para no escuchar el ruido de la calle, y despacio y en silencio las vuelves a leer una y otra vez, y piensas en tantas cosas.
En fin, creo que los nietos que por su temprana edad no las pudieron leer, tienen ahora la oportunidad de aprender a caminar por la vida, que es tan complicada de recorrer, ellos nos lo están demostrando.
Demosles las gracias por el bien que nos dejaron.
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