Por Rocío Montoto Castrillón
Debajo de mi casa hay un bar donde mi padre nos solía esperar a todos, bien al mediodía para una cervecita rápida bien por la tarde-noche para una tertulia más tranquila.
Formaba parte de nuestra rutina, nuestra costumbre, había que pasar por La Brasa y tomarse una cerveza con papá. Papá ya no está pero nos seguimos reuniendo allí casi a diario, sigue formando parte de nuestras vidas, es el final del día de trabajo, el comentar con mis hermanas, el olvidarnos un poco de los problemas del día, un respiro, un momento que se agradece aunque te claven a la hora de pagar, siempre protestamos y siempre volvemos.
Llevo unos días viendo por allí a cuatro señoras que tienen en común el llamarse Montoto. En Sevilla el verano se alarga, apatece sentarse en una terraza y saborear una Cruzcampo, aunque sea sin alcohol, y viéndolas me he acordado de mi padre, lo que le hubiese gustado que esa costumbre hubiese sido más temprana para haberla compartido con él.
"Teresa, voy a casa de las niñas". Mi padre quería a sus hermanas y ni que decir tiene que nosotros queremos a nuestras tías, y aunque ya lo podían haber hecho antes, me alegro enormemente de verlas animadas, estupendas, guapas, delgadas, entretenidas y cariñosas, que todos son sinónimos del apellido Montoto.
¡ Olé mis tías! y ya que la cerveza no me la puedo tomar con mi padre espero que de vez en cuando pueda tomármela con ellas.
Tía Conchita, a ver si te animas un día, que a esta sobrina que lo es y alumna que lo fué, le gustaría mucho verte
miércoles, 30 de septiembre de 2009
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1 comentarios:
Una buena tertulia que se forma, sí señor, que lo he visto yo. Es como una segunda generación de mesa camilla y al aire libre ¡ay los genes como son!!!! ¡Desde luego muditos no hemos salido!
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