Por Jesús Castrillón Montoto
Todos sabemos que en esta familia hay personas que tienen un poder de reunión y convocatoria que se podría decir, es algo fuera de lo normal. Veréis, yo en alguna ocasión (el burro delante pa que no se espante) con esto no quiero decir que lo tenga, pero cuando por algún motivo como un aniversario, un cumpleaños, una barbacoa, cualquier excusa para reunir a unos cuantos y pasar un buen rato, lo he logrado varias veces y os aseguro que éramos “unos cuantos”.
Otra persona que creo también tiene ese poder de convocatoria y reunión es Cristina, fijaros que a través del ADSL y entre gigas, bites, y mega bites nos tiene a todos enganchados en la memoria RAM del ordenador, pendientes de la pantallita esperando a que alguien escriba algo, opine o comente (vuelvo a insistir en esto, siempre somos los mismos). Ha conseguido reunir a toda la familia a través del ordenador, esto también tiene su mérito, “bravo Cristina”, -aplausos, bieeeeennnn- además está llevando una importante labor para reunirnos a todos de nuevo en una “Montotada” –aplausos de nuevo- y lo logrará, tiene ese poder.
Con el mismo poder, que creo que de él lo han heredado los que lo pueden tener, está D. José Montoto, nadie me negará que él, tenía ese poder de convocatoria y reunión ¿no? Cuantas veces lo consiguió, quién no recuerda algún cumpleaños de abuelo en Lora, en la Ermita de nuestra querida Virgen de Setefilla, y eso sólo los cumpleaños, que es lo que yo recuerdo, porque me imagino y creo que habrá habido muchas más veces y por distintos motivos, con él no tuve la suerte de compartir (cosas de la edad) y tener momentos tan emotivos, tristes y simpáticos como los que pude compartir con la persona que nombrare más adelante.
Alguien más que también tiene ese poder, y aunque imagino que lo tendrán algunos más: Tío Pepe, Tío Rafael, Tío Jesús, Tío Luis, Tía Salud, Tía Conchita, Tía María, Tía Tote, mi Madre…
Pero yo hablo de quien conocí, y tuve la suerte de compartir momentos emocionalmente inolvidables: Tío Cesáreo. Uno de esos momentos que tuve la suerte de compartir con él, y con algunos de vosotros, fue una de la veces en la que la Virgen de Setefilla fue llevada a Lora, o de Lora a Setefilla, éstas a las que me refiero, en una de ellas, en la que nos reunió en Lora, nos quedamos en un hotel que hay a las afueras del pueblo donde estuvimos comiendo todos juntos, esa noche nos mandó a la cama tempranito (también tenía dotes de mando) para al día siguiente muy temprano ir a misa en Lora y acompañar a la Virgen hasta la Ermita. En esta ocasión, a la vuelta de la Ermita en una casa que tenía Tío Cesáreo llamada “El Naranjo” ¿la recordáis? se reunió el mayor número de personas que yo he visto nunca allí (familia, amigos, conocidos, estaba todo el mundo, que de gente había) y estuve en varias.
Otra de ellas fue al revés, la Virgen era llevada a Lora, nos reunió en el poblado de Setefilla, esperamos la llegada de la Virgen, donde el pujó para que pudiéramos llevarla, y la verdad, para mí fue impresionante, emotivo, nunca había tenido ocasión de hacerlo.
Otra gran reunión, que también recordaréis todos, fue en su 90 cumpleaños en Lora, misa en la Ermita, y después todos a comer juntos, ¿os acordáis?. Este día os puedo asegurar que fue uno de los más felices de su vida, no tenía final, no quería que acabara. Cuando llegamos a Sevilla, Machus y yo tuvimos la suerte de seguir con el un rato más y no podéis imaginaros qué grado de satisfacción tenia, estaba pletórico de felicidad.
Otra de ellas, que para mí es de esos momentos en que nos deleitó, y cuyo recuerdo es un momento de alegría, de la gracia, y la simpatía que tenía y compartió con todo el mundo. Conferencia de flamenco en Barbate de Franco (Cádiz): fabuloso, grandioso, risas a mansalva, (¡no ha tenido que ser nadie!, se escuchaba decir a algunos de los asistentes), seriedad de conferenciante, en definitiva grandes momentos de sentimientos de toda clase, memorable, impresionante.
Bueno, pues de estos sentimientos son de los que yo quiero hablar, porque estos sentimientos son los que, en estos momentos de soledad buscada, esa soledad delante de un ordenador, leyendo pajaritas, o en el blog, no me podréis negar que estos sentimientos afloran, y en ellos esta el recuerdo de estas personas que tanto queremos pero que ya no están entre nosotros: Abuelos, Padres, Tíos, Maridos, Esposas, Isabel, Rafaela, Familia en general.
Son esos sentimientos que te emocionan, que quisieras volver a vivir, necesitas recordarlos porque es lo que más te une a esas personas que se fueron, las lágrimas corren por tus mejillas, en esa soledad que quieres volver a tener, porque quieres volver, sí, quieres volver, y es aquí, al blog, donde vienes una y otra vez, porque estás solo delante de tu ordenador, con todos ellos, y por tu cuerpo corre esa sensación de tristeza, momentos de alegrías, añoranzas y recuerdos.
Yo volveré, sí, volveré a tener algunos de esos momentos y sensaciones, este otoño cuando María Santísima bajo su Advocación de Setefilla, vuelva a su Ermita. Querido Tío Cesáreo, volveré a caminar a su lado, intentaré llevarla sobre mis hombros, y para mí será como caminar junto a todos vosotros. Afloraran esos sentimientos de alegrías, de tristezas, pero estaremos juntos, porque ella, la Virgen de Setefilla, es la que tiene, y os concedió ese poder de convocatoria y reunión que todos tenéis.
viernes, 11 de septiembre de 2009
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1 comentarios:
Jesús. No creo yo que tenga mucho poder de convocatoria... Lo compruebo todos los días cuando les digo a mis niños “¡a cenar!” y siguen viendo los simpsom como si estuvieran sordos. Pero bueno, si he heredado una mínima parte del que tienen nuestros mayores con este blog, me alegro y me doy por satisfecha. Por lo menos he convocado a unos cuantos fieles (una mínima parte de esta familia, porque a otros papafritas seguimos sin verle el pelo). Pocos pero selectos ¡ea! La autoestima que no falte.
Y hemos comprobado en estos seis meses que llevamos juntos que nuestros recuerdos son coincidentes en muchas cosas:
Una de ellas, que a mi particularmente me ha encantado (y a las Flores también, me consta) es el cariño que todos le tenemos a Rafaela e Isabel, nuestras abuelas a todos los efectos. Hemos vuelto a verlas en esa cocina de Nervión, con sus moños tan bien peinados, hemos recuperado las recetas de Isabel, y es como si entre gigas y megas (como dice Jesús) siguiesen en nuestras vidas con sus impecables vestidos negros y su cariño hacia todos nosotros.
Otra es el recuerdo que guardamos de "el abuelo de las pajaritas", pilar de esta familia, “cardo cardinis” también y que sigue vivo en nuestra memoria. Todos hemos recordado su sonrisa con la foto del balconcito, sus palabras a través de las pajaritas, y sus cosas a través de las entradas que habéis ido escribiendo unos y otros.
Y la última pero no la menos importante es el recuerdo que tenemos tan grato de las reuniones en las que nos hemos encontrado todos, en la Ermita de la Virgen de Setefilla, en los cumpleaños del abuelo, el de tío Cesáreo en Lora (¡quién lo olvidaría!), o en la última Montotada ¡hace siete años ya!
Nos hemos visto crecer, y en nuestras retinas permanecen los niños que fuimos. Y el cariño perdura a pesar de la distancia y de los años.
Es verdad que, desgraciadamente, nos une más el pasado que el presente, porque no nos vemos. Por ese único motivo sería magnífica la montotada. A ver si vamos sembrando también el futuro juntos.
Espero que reunamos poderes de convocatoria para conseguirlo.
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