Esto que voy a transcribir en esta ocasión es una entrevista que le hicieron a nuestro abuelo,donJosé Montoto y González de la Hoyuela, realizada por un compañero Periodista, don Francisco Amores.
Espero tengaís un agradable rato de lectura, y que sirva para que lo conozcamos un poco mejor.
ENTREVISTA
Capítulo 1
Por Francisco Amores
Espero tengaís un agradable rato de lectura, y que sirva para que lo conozcamos un poco mejor.
ENTREVISTA
Capítulo 1
Por Francisco Amores
En casa del ahorcado -dicen- no se debe nombrar la soga. Entre nosotros, entre los periodistas, hablamos de eso, de periodismo; pero esta conversación, ¿puede interesar al publico? No sé. Por otro lado, muchísimas personas me han dicho, en más de una ocasión, que qué pasa con los periodistas. Y he visto, no sin cierto agrado, que las cosillas de los informadores son seguidas con interés. ¿Cómo son los periodistas? ¿Qué piensan los periodistas, al menos, de esta Sevilla de hoy? ¿Cómo vieron los periodistas que la vivieron la Sevilla de ayer?
Viene como anillo al dedo a estas entrevistas don José Montoto y González de la Hoyuela. Primero, por si mismo; luego, como antiguo profesional de la prensa; más adelante, como presidente de la Asociación de la Prensa. Finalmente por si todo lo dicho no fuera bastante, don José -periodista y sevillano- ejerció su profesión durante cuarenta y un años. De ellos, trescientos noventa y ocho meses y quince días en nuestro querido colega "El Correo de Andalucia". Si uno, periodista, no se descubre ante él, es que uno no tiene idea de nada de nada. Yo me descubro y, siempre tengo para él un respeto especial. Aunque en ocasiones, lo alterne con algún que otro chiste, algún que otro comentario y algún que otro falso rumor que sé que le hará reír. Porque me apena, algunas veces, verlo tan serio, tan ensimismado... ¿Qué le pasa?
-Tengo ochenta y tres años ya; son muchos años...
-Todavía tiene usted que hacer muchas cosas, don José. Dentro de veinte años hablaremos.
Ríe. Adelanta la cabeza para oír mejor, a pesar de que usa el cacharro ese que los sordos llevan en el oído. Con cacharro o sin él, yo creo que don José oye bastante bien. Pero le interesa, sobre todo para preparar sus respuetas, hecerse repetir las cosas.
Lo tengo en el mismo bloque de viviendas. Soy su vecino. Nos separan ocho y ocho escalones. Dos tramos. En su casa no le veo usar el bastón. Lo que siempre tiene entre las manos es una baraja de cartas. Naipes pequeños, con los que pasa horas y horas. No; ya no fuma aquellos purazos. Hace cinco años los dejó. Lo mismo que las letras bancarias peligrosas, él recibió un aviso. Si antes de veinticuatro horas no dejaba de fumar...
En su casa, las dos hijas con las que vive: María del Pilar y María Dolores. Esta última es, también, la que conduce el coche cada vez que don José precisa de ello.
-Lora del Río. Nací en Lora del Río un 15 de febrero de 1889. Las primeras letras, en la escuela pública de mi pueblo. El maestro don José Maguilla Herrera, es el mejor que he conocido. Muy por encima de todos los de entonces, y aún de muchos de ahora.
Observo que aquí, en su casa, lo mismo que en la Asociación de la Prensa, don José siempre tiene al lado un vaso de agua llenito, hasta los bordes. Es su hija María del Pilar la que me informa:
-Como no tenga el vaso se pone nervioso. Y luego no bebe.
-Cosas de chiquillos, ¿no, don José? -Se ríe-. Ha oido perfectamente lo que he dicho. Y lo he dicho sin alzar la voz. También, sin alzar la voz -¿la habrá alzado alguna vez?- me dice que el bachillerato lo cursó en los Escolapios de Sevilla. Se licenció en Derecho en la Universidad de Granada. No; no ejerció. Esta licenciatura ocurría en 1910. Y, caso curioso, también el mismo día -21 de junio-, pero dos años más tarde, se licenciaba en la universidad de Sevilla, en la Facultad de Filosofía y Letras. Por oposición, ingresó en el Cuerpo Facultativo de Archiveros. Cuatro años en el archivo de Jaén, doce en la Biblioteca y el Museo Arqueológico de Cádiz y veintisiete años (de ellos veinticuatro de director) en la Biblioteca Universitaria de Sevilla. En 1926 fue elegido académico de la Hispanoamericana de Cádiz y de las Bellas Artes. Y en 1945, de la de Buenas Letras de Sevilla.
-Don José: Yo he venido buscando al periodista.
-¿Cómo?
-Eso, que quiero que me hable usted de la profesión períodistica
-¡Ah! Comenzé en "La Provincia", de Cádiz, diario de vida breve, en 1926. Luego fui director de "La Información", también de Cádiz. Cesé en 1931, por traslado a Sevilla. Poco después, ingresé en "El Correo de Andalucía" un primero de agosto. Cesé el 15 de octubre de 1967. Total, 33 años, dos meses y quince días.
El periódico decano. Si por don José fuese, los cuatro capítulos estarían dedicados a su vida en el diario católico.
-Pero tendremos que hablar de otras cosas,¿no?
-Bueno
Veo que quiere decirme de "El Correo de Andalucía". Venga, que no se quede con las ganas. Además, lo que me diga habrá de formar parte de una parte de la historia de Sevilla.
-Cuando yo llegué a "El Correo de Andalucia" había tres linotipias. Al marchar, quedaron siete. Había una rotoplana. Quedó una rotativa de dos cuerpos. Había una casa alquilada. Quedó una casa propia. No existían otras propiedades. Quedó una valiosa finca en Nervión, para futuras instalaciones. No tenía taller de grabado. Quedó un diario gráfico. Tenía doce planas. Quedó con veinte o veinticuatro. No tenía dinero. Quedó más de un millón. Y ninguna deuda. Todo esto, no fue obra mía, sino del Consejo de Administración.
Siempre igual de humilde. Siempre señalando que en todos los cargos que tuvo encontró a un segundo que le hizo triunfar. Uno se pregunta, ¿es que don José no ha hecho nada? Él dice que no. Que ha tenido mucha, muchísima suerte. Puede que sea cierto lo de la suerte. Pero no paso con lo otro. Bueno, quede claro. Sí que habrá tenido estupendos colaboradores. Conozco a más de uno. Pero él ha sabido tomar el timón. Y ha sabido capotear. Para diplomático hubiera servido. Porque hay que ver las cosas que ha solucionado sin molestar a nadie, negar nada a nadie, ni dar la razón a ninguna de ambas partes. Talento.
-"El Correo de Andalucía", en sus comienzos, no fue una hoja parroquial como ha descrito alguien. Era un diaro tal como los demás que se publicaban en Sevilla y, aún, en Madrid. Con cuatro grandes páginas, que era el formato corriente. Cuando yo me suscribí a "El Debate", en 1912, era también un diario de cuatro grandes páginas. Lo mismo que "El Correo". Este era igual a los demás periódicos de su tiempo, con la sola diferencia de su orientación doctrinal. En el archivo del periodico está la colección y puede comprobarlo quien lo dude.
-Don José: Cesó usted en "El Correo" ¿Marchó triste?
-Me fui melancólico, pero satisfecho. Hacía ya cuatro años que había pedido el relevo.
-Con permiso de los lectores, don José, sigamos hablando de periodicos. ¿Cuál de los actuales de Sevilla le gusta más?
-Yo no miento, Amores.
-Eso es lo que quiero: sinceridad.
-El mejor es ABC, pero algunos días me gusta más "El Correo".
-Perfecto. Hableme de periodistas.
-Los hubo siempre notables en Sevilla. Yo he alcanzado a muchos. Don Rafael Sánchez Arráiz, don Ramiro Guardón, don José Medina Togores, don Domingo Tejera, don José Laguillo, Sánchez del Arco, Jesús Pabón, José Pemartín, Juan Carretero, José de la Flor, Juan María Váquez, Antonio Olmedo, Ramón Resa. Y, en la actualidad, López Lozano, que llegó a "El Correo de Andalucía" en los días de nuestra guerra. Su director actual lo superó todo y se elevó de forma meteórica. Se le nombró redactor-jefe. Se hizo periodista a si mismo. Es un caso único de vocación y de valía. Trabaja muchísimo. También, hoy, están Arroyo, Celestino, Salvatierra, y tantos otros queridos compañeros.
-Don José: ¿Cómo somos los periodistas sevillanos?
-A usted le ha dicho, hace unos días, don Mariano Pérez de Ayala que hemos sido benévolos al juzgar. Ello no constituye defecto. Es más bien una virtud esa generosidad en juzgar a los demás. Generosidad que no se nos suele pagar. Levantamos a muchos que, luego, son ingratos con nosotros.
Vienen otros hijos. Y nietos. Traen fotos de la reciente boda, en Cádiz, de un familiar de don José. Él sigue con la baraja de cartas en las manos. Y el vaso de agua al lado. Sin tocarlo.
-¿Nos vemos mañana en la Asociación de la Prensa?
-Bueno.
Bajo los dieciséis escalones y me meto en casa para escribir el primer capítulo. Después de haber dejado a un añejo periodista, a un ilustre periodista sevillano, uno estima que esta empresa es difícil. Escribir de don José... ¿Ay, quién supiera escribir...!
1 comentarios:
Quiero puntualizar que, por misterios de la tecnología cibernética, esta entrada aparece como publicada por mí, aunque es de Jesús. Pasó lo mismo con la de Rocío. No quiero yo colgarme medallas (como no sea la de las Esclavas, claro).
Dicho ésto, le diré a Jesús que estoy deseando que llegue el segundo capítulo. Me ha hecho revivir cosas. No me acordaba de la baraja de naipes, ni del vaso de agua, pero sí del "cacharro ese que los sordos llevan en el oido". Tenía un cablecito enroscado que le unía el del oído con otro que llevaba en el bolsillo. De pronto el cacharro se ponía a pitar, y a mi me sorprendía que el abuelo no se enterase de semejante pitido, con lo estridente que era. Al ratito él, la mar de tranquilo, se sacaba el del bolsillo y le bajaba el volumen, para tranquilidad de la concurrencia.
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