OTRA VEZ LA ILUSIÓN
Vine a Vejer porque una niña nueva me atraía. La niña nueva es una interrogación abierta. ¿Cómo será? ¿cuál ha de ser su suerte? ¿Santa? ¿Feliz? ¿Inteligente? ¿Desdichada? Viendo a la niña nueva, una inquietud flagela nuestra alma. ¡Ay, quién pudiera darte, niña nueva, todo el bien que deseo para tí!
La niña nueva, no es, por merced de Dios, nueva del todo. Ni en el nombre ni en nada. El nombre lo ha llevado antes que ella su abuela; y antes, dos bisabuelas; y antes, Santa Rosa de Lima -que aun cuando cambió el nombre en religión, su nombre de bautismo fué Isabel y su apellido Flores- ; y antes, dos reinas -en Hungria la una, en Portugal la otra-; Y antes la madre del Bautista, la prima de la Virgen. Y en España, una reina, tan excelsa mujer, que pudo y supo engrandecer a España y ser madre de América; todo ello sin dejar de remendar las camisas de su marido el rey. Así te quiero yo, como éstas que he nombrado; muy mujer y muy santa.
Más no eres niña nueva, por fortuna para tí y para mí. Tu cara, aun cuando es tuya, es igual que otra cara. A lo menos a mí me lo parece, y por ello le doy gracias a Dios. Yo te miraba a tí mientras pensaba en otra, y no sé si porque era realidad o porque al conjuro de mi deseo el prodigio se hacía, yo veía en tí a la otra. O mejor, yo en tí te veía a tí; pero es que te parecías y eres un regalo de Dios, cómo un espejo en donde se refleja el que se mira; y yo, al mirarte con el alma, veía en ti el reflejo de lo que llevo en el alma clavado. Yo te había visto antes; hace ya medio siglo que te ví un poquitín mayor de lo que eres ahora. Por eso, porque te conocí niña la otra vez, sé, mejor que los demás, cómo tienes que ser para ser cómo era la otra niña.
No tienes nada mío; no tienes mío sino el ansia que yo tenía de que fueras así. Y ahora que así te veo, y que en ello me gozo, me entristece estar viejo. Yo quisiera mirarte echa mujer. Más, si esto no es posible, yo querría por lo menos, verte echa una chiquilla con diez años; como entonces, como te ví hace muy cerca ya de medio siglo, cuando, sin yo saber lo que era amor me encontré enamorado con amor que llenó toda mi vida; primero la ilusión, después la realidad, el recuerdo después. Y ahora, con tu llegada, niña nueva, aun cuando de otro modo, empieza nuevamente la ilusión.
JOSÉ MONTOTO
1947
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