Anoche soñé que tío Miguel hacía un portal de Belén con restos de un papel Albal...
Todo ocurrió una madrugada del 24 al 25 de diciembre
cuando mi madre llenó de caramelos
mis zapatillas de andar por casa, mi padre afinaba
una guitarra, que, sin él saberlo, ya comenzaba yo a tocar.
Sucedió cuando mi abuelo Cesáreo recibió mi Carta de Reyes Magos,
mientras mi abuela Teresa me daba unos pestiñitos con miel
y me invitaba a abrir la alacena para tomar turrón de chocolate.
Realmente ocurrió cuando mi Tía Nena se arrancó por unos Campanilleros
en una noche de nochebuena.
Yo era muy pequeño y mi memoria ya empezaba a ser un tobogán.
Los caminos del señor son inescrutables, y yo, gaditano de adopción, cordobés de nacimiento y sevillano de sangre, sin quererlo, ni saberlo, probablemente, sin elegirlo, viví mi peculiar cuento de Navidad.
Y sí, curiosamente, ese cuento pasaba por Cádiz, por Córdoba y por Sevilla.
No conocí la hoja del lunes, pero recuerdo que el primer lunes, tras Reyes, y tras pasar por Córdoba y Sevilla, mi tía Salud me tenía preparado un regalo, el último que recuerdo fue un juego de Magia Borrás (que luego, una vez crecidito, y por arte de magia familiar, se convirtió, -ese regalo- en billetes de verdad, no del monopoly), Cádiz, para mi Cádiz siempre será nostalgia, ya sea en verano o en navidad, por muchas cosas. En Cádiz dejé los recuerdos de una madre, de un abuelo y en su momento, incluso, de un padre que recuperé en Sevilla. Yo pasaba en Córdoba mis vacaciones de Navidad, y fue de pequeño cuando subí por primera vez a Santa Marina, cuánto me hubiese gustado llegar a conocer a Tío Pepe... y sus pajaritas de papel. Cuánto de Córdoba guardo en mí, cuánto de Cádiz y de mi estancia en Fernández Ladreda, y quién me iba a decir que iba a acabar en Sevilla, bueno, he de reconocer, que yo, en mi fuero interno, sabía que tendría que acabar en Sevilla, porque, y es algo que nadie sabe, yo he tenido la suerte de tener 11 reyes magos, que realmente han sido 13, aunque quiero decir que han sido casi 20, todos los años, hasta hoy, porque la vida es así, y nunca olvidaré los agobios de mi Tío Ignacio, camino del Corte Inglés para comprarnos el regalito navideño, el cariño de mi Tía Nena, el calor de mi Tía Tere, los sabios consejos de mi Tía Mamen, el polinimio de ternura que Rocío, Machús, Pili y Jesús siempre han mostrado conmigo y mi hermana, los paseos que "el güito" nos daba, la magia gaditana de mi tía Salud, las horas y horas de charla con mi Pepa en verano, navidad y siempre (caburrimiento, burrido estoy) y, porque claro, y es algo que quizá no debiéramos olvidar ninguno de nosotros: Los Montoto, en nuestra familia, siempre tiene que ser Navidad. Mi abuelo Cesáreo que más allá de todo lo que sea pueda decir en su honor, si fue algo en esta mundo es un hombre bueno, con mayúsculas, para el que la vida era una continua Navidad, más allá de Setefilla, de Lora, de Cádiz, del flamenco o del Carnaval. Un hombre bueno, Bondad, eso es la navidad: el espíritu navideño, a eso tendría que reducirse nuestra vida, con nuestros defectos y nuestro fallos, con nuestras virtudes, logros y momentos de pena y alegría. Yo no necesito calles que reconozcan quién es un Montoto. Yo no necesito que homenajeen a nadie de mi familia para que me digan lo bueno que fue. Lo único que deseo, y sé que es lo que desearía mi abuelo Cesáreo, mi Tío Pepe, mi Tía Nena, mi abuela Teresa, mi bisabuelo Pepe, mi madre y todos los Montoto que ya no están con nosotros, es que mi familia siempre permanezca unida, porque ahí está el secreto que ha hecho que el apellido Montoto siempre esté en lo más alto, en la bondad de todos y cada uno de nosotros, más allá de Montotadas, blogs, fiestas y demás. Que nunca se nos olvide que eso es el espíritu de la Navidad. Para lo demás ya sabemos todos, para lo demás -como dice el anuncio- ya tenemos la Mastercard. Felices fiestas y feliz año familia.
Todo ocurrió una madrugada del 24 al 25 de diciembre
cuando mi madre llenó de caramelos
mis zapatillas de andar por casa, mi padre afinaba
una guitarra, que, sin él saberlo, ya comenzaba yo a tocar.
Sucedió cuando mi abuelo Cesáreo recibió mi Carta de Reyes Magos,
mientras mi abuela Teresa me daba unos pestiñitos con miel
y me invitaba a abrir la alacena para tomar turrón de chocolate.
Realmente ocurrió cuando mi Tía Nena se arrancó por unos Campanilleros
en una noche de nochebuena.
Yo era muy pequeño y mi memoria ya empezaba a ser un tobogán.
7 comentarios:
Nacho, al leerte, mi memoria se ha tirado también del tobogán...
Y sueño que mi padre vuelve a sacar la vieja caja donde guardaba el belén que heredó de otro tío mío (este no montoto). Era -es- una vieja caja cerrada con guita. Dentro, envueltos en papel de periódicos, se apelotonan pastores, reyes mancos, los tres protagonistas del misterio, la mula y el buey, pero también rebaños enteros de borreguitos y de pavos que él, con santa paciencia, pegó en trocitos de metacrilato transparente, para que no se cayeran con nuestros juegos. Y un pueblecito, hecho con cajas de medicinas de diferentes tamaños, con sus tejados rizados y sus ventanas pintadas en unas fachadas de colorines. Y el portal, fabricado con una caja de puros que sabe dios quién se fumaría, con su lucecita y todo. Sobre el portal colocábamos un angelito que un día, durante la cabalgata de los Reyes, amarramos a un globo y se fue volando.
Entonces, al ver la caja, en mi casa empezaba nuestra navidad. Teníamos que esperarlo a él, que terminara de pintar, y cuando por fin lo hacía, poníamos una gran mesa forrada con papel marrón. Él, cuidadoso, iba sacando figuras, y con sumo cuidado nos las pasaba y nosotras las íbamos colocando. Siempre había peleas con el orden de los reyes. El mío era Melchor, y el de Marta, Gaspar. Cada una quería que el suyo encabezara el cortejo, y los pobres reyes se pasaban las navidades adelantándose o retrasándose.
Eso daba el pistoletazo de salida, y la casa se llenaba de navidad. La mesa del comedor se llenaba de los preciosos cristmas de mi padre, a la espera de ser firmados por todos nosotros para ser enviados. "Niñaa, ¿tú has firmado el de las tíaaas?"... y tenías que dejar tus juegos para ocuparte de firmar, debajo de la estrella de la ilusión, un montón de buenos deseos para conocidos y desconocidos. Y el piano de la abuela se coronaba con los que iban llegando, algunos de ellos de pintores, hechos a mano. Siempre salían más que entraban, y siempre decíamos "el año que viene escribimos menos", pero al año siguiente ¿quién quitaba a nadie de la lista?.
La cabalgata de los Reyes, marcaba el final. Tantos años pasando por asunción, que recuerdo cuando a Rafaela le dio un caramelazo en el ojo, o cuando a mi padre un generoso rey le rompió las gafas, o cuando un rey reconoció al abuelo, que estaba en el balcón, y nos tiró ¡una bolsa llena de caramelos!... y la casa llena, de risas, de gritos, de carreras, de roscos de reyes y oliendo a café, y el timbre de la puerta sonando continuamente, y el balcón repleto. Y yo, siempre, año tras año, prometiéndome que no iba a gritar, y siempre, año tras año, afónica el día 6. Sólo un año ha estado ese balcón cerrado. Nos preparábamos para verla cuando mi padre se fue, volando, como el angelito del portal.
En fin, que cuando te tiras del tobogán de la memoria, lo malo es llegar al suelo.
El belén sigue en su caja. Nos da pena volver a sacar esas figuritas tan bien envueltas. En mi casa ponemos uno que hacen mis niños con plastilina, y al lado del portal-caja de puros, Lucía puso a su abuelo pintando la escena. El cuadro cada año lo pinta uno. Los cristmas seguimos mandándolos, aunque ya no están pintados por él, todos los años seguimos diciendo "el año que viene escribimos menos"... aunque al final la lista va creciendo año tras año, y ahora soy yo la que le grito a mis niños: "Niñoooos, ¿habéis firmadooo el del primo Nachoooo?", y la cabalgata no pasa por asunción por culpa de la tuneladora.
Buenos días Cristina, prontito empezamos ¿no? ¿está por ahí la superpava? si la ves dile que el pavo ya está en casa
Querido Nacho:
como de mi persona en tu escrito haces mención te voy a contar, con valentía y total sinceridad, a mí ya no me gusta la navidad, aunque es grande la alegría, este año presentía que no me gustaría la navidad, sí es verdad que la memoria es un tobogan, y al recordar la alegría de la navidad piensas en las personas que ya no están, recuerdas cuando eras tu uno de esos chiquillos que ahora corretean por los pasillos, niños con los que yo hasta hoy día todavía sigo corriendo, cantando, saltando, jugando, y es por ellos por los que hay que tener ese espiritu de navidad, para que cuando crezcan la recuerden con alegría, y que ellos algun día con esos recuerdos se puedan subir a ese tobogan
Queridos Nacho, Cristina, Jesús. Por eso mismo que habéis escrito no podemos dejar que la Navidad caiga en el olvido. Lo que con tanto sentimiento habéis expresado es lo que han de seguir viviendo los que vienen detrás. Jesús dice que ya no le gustan, pero el mismo se contradice cuando cuenta que aún sigue jugando con los niños y transmitiéndoles esa alegria y felicidad. El lleva la alegría aparejada, porque en el fondo es como un niño más. Además hasta tiene nombre de niño, Jesús. Y por mucho que varias veces me ha demostrado que es un hombre en toda la extensión de su palabra, para mí nunca dejará de ser como un niño. Con él sigo viviendo momentos idénticos a los que viví con mi tío Eduardo. Siempre tiene una buena salida para los momentos malos. No dejemos que esa época de nuestra vida que con tanta ilusión hemos vivido sea distinta para nuestros pequeños. Tened presente que los que hicieron posible esas navidades que vivimos, también tenían los mismos problemas y ausencias que nosotros tenemos ahora. Este año he estado a punto de tirar la toalla, pero no lo he hecho por dos motivos, una mis hijos y la otra porque a ver con que me seco después de ducharme.
Y no olvidéis nunca que somos nietos de un rey, pues lo fue del periodismo y Gaspar unas navidades. Así que más motivo para que no decaiga.
Queridos todos:
Hoy me habeis hecho llorar, a moco tendido.
Pero aún así he de daros las gracias, por vuestros toboganes, vuestros recuerdos que son los mios, y compartir vuestras ausencias, que tambien las son mias.
¡Muchas felicidades desde Vigo!
Me parece que hoy hay algunos montotos reunidos. Ohhhh ¡Me lo perdí!
Besos a todos, os echo de menosss
Querido Nacho,gracias por ser como eres y gracias por haber escrito lo que has escrito.El espíritu de la Navidad debe ser ,ni más ni menos,como tú lo describes.
Amí se me ocurrió,ante la ausencia de algún ser querido,tributarle un pequeño y torpe homenaje,pero muy sentido,que en forma de versos le dediqué y que ,creo,nos puede servir a todos.Perdona si te parezco pedante,no es mi inención.
¿Donde estás?
la distancia de tu recuerdo
hace que estés muy cerca
la realidad y el destino
con su terquedad,te alejan.
Estés donde estés,yo pienso
que la distancia no es medida,
aunque sea eterna
¿quién mide los sentimientos?
cuando pienso en ti,
no existe el tiempo
es el hoy,será el mañana
fué el ayer,tú nunca pasas
Creo que puede servir,un beso y felicidades.
Martita, cariño,
no te lamentes
y traénos percebes
pa tos los presentes
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