Por Maruja Montoto
Los cajones de mi casa
los tengo tos registraos
ya no queda ni un papel
donde yo pueda escribir
un versito tan salao.
Señores ya estoy aquí,
me han tenido que ingresar
y me han hecho un analí
porque tenía to los sesos
hechos puré de castaña
de tanto versificar.
De castañas, más pensé
¡Qué bueno el marrón glacé!
del que la abuela María
escondía en el taquillón
donde guardaba sus dulces
y del que sólo gozaba
el nieto más guapo.
Ahora mismo os diré
lo que había en el taquillón
amén del marrón glacé,
y todas las chucherías
en la superficie había
todas nuestras fotografías.
Pero Cristina, tranquila,
no eran las que tú pedías.
Todas eran de sus nietos,
bautizos, bodas y fiestas
y demás celebraciones.
Esas no eran para ti,
déjalas que estén allí.
Aunque ya allí no están,
nos las hemos repartido
cada una cogió la suya
encima de otros muebles
igualmente lucirán.
La despensa de mi abuela,
era pa volverse loca, estaba abajo,
en el patio, entrando a la mano izquierda
al lado del comedor, ¡Ay que ver lo que allí había,
y si no que te lo diga mi hermana Isabel Mª!
Había dulce, salado,
merengas y pitisús,
en definitiva os digo:
la despensa de mi abuela
era mucho más completa
que la de Carlos Herrera.
Los cajones de mi casa
los tengo tos registraos
ya no queda ni un papel
donde yo pueda escribir
un versito tan salao.
Señores ya estoy aquí,
me han tenido que ingresar
y me han hecho un analí
porque tenía to los sesos
hechos puré de castaña
de tanto versificar.
De castañas, más pensé
¡Qué bueno el marrón glacé!
del que la abuela María
escondía en el taquillón
donde guardaba sus dulces
y del que sólo gozaba
el nieto más guapo.
Ahora mismo os diré
lo que había en el taquillón
amén del marrón glacé,
y todas las chucherías
en la superficie había
todas nuestras fotografías.
Pero Cristina, tranquila,
no eran las que tú pedías.
Todas eran de sus nietos,
bautizos, bodas y fiestas
y demás celebraciones.
Esas no eran para ti,
déjalas que estén allí.
Aunque ya allí no están,
nos las hemos repartido
cada una cogió la suya
encima de otros muebles
igualmente lucirán.
La despensa de mi abuela,
era pa volverse loca, estaba abajo,
en el patio, entrando a la mano izquierda
al lado del comedor, ¡Ay que ver lo que allí había,
y si no que te lo diga mi hermana Isabel Mª!
Había dulce, salado,
merengas y pitisús,
en definitiva os digo:
la despensa de mi abuela
era mucho más completa
que la de Carlos Herrera.
1 comentarios:
¡cómo os he echado de menos!
¡cinco días sin asomarme a este rinconcito! cada vez que veía "zona wifi" se me caían dos lagrimones de no tener un ordenador a mano, aunque mi familia se creía que los lagrimones eran de frío.
Maruja, ¿has probado ya a escribir en el papel higiénico?, como es estrechito, te viene bien para tus versos... no es muy fino, la verdad, pero todo vale para que no se te vaya la inspiración.
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