Año VII –Junio 1978

SEMBLANZA SOBRE D. JOSÉ MONTOTO
II. TESTIMONIO PROFESIONAL
Siguiendo con la serie de aproximaciones a la vida y obra de quien fuese inolvidable Hermano Mayor de la Carretería, hoy hemos querido penetrar en su faceta profesional. Como periodista y director del diario EL CORREO DE ANDALUCIA, durante treinta y tres años, dos meses y quince días (toda una cota máxima en la prensa Sevillana), Don José Montoto y González de la Hoyuela, alcanzó todo el prestigio que su correcta y anónima actuación mereció. Pero si en algo puede contribuir nuestra modesta indagación no estaría de más intentar divulgar en el seno de nuestra Hermandad sus dotes, su hombría de bien y su sacrificio por la prensa Sevillana. Durante muchos años de su permanencia al frente del diario, trabajó teniendo como redactor jefe a Don Joaquín López Lozano, quien gentilmente nos ha servido de puente actualizador de las vivencias, la historia y el carácter de Don José como periodista sevillano.
EL CORREO Y DON JOSÉ EN TIEMPOS LEJANOS
Comenzamos conversando sobre los orígenes de Don José como periodista en Sevilla.
Y el señor López Lozano se remonta para ello a los años en que el General Primo de Rivera ocupaba la dictadura, cuando nuestro protagonista residía y desempeñaba su labor en el diario INFORMACIONES de Cádiz. Fue por aquel entonces cuando a Don José le fue planteada la oportunidad de trasladarse a Sevilla y convertirse en director de “El Correo”. En los primeros momentos respetó casi al pie de la letra las directrices legadas por Jesús Pavón (recién afincado en Madrid al ser elegido diputado por la CEDA). Son tiempos cadentes y la república se encuentra en las primeras grandes crisis de la inestabilidad final. EL CORREO DE ANDALUCIA ofrece una densa información política de teletipo. Estalla el 18 de Julio y la información servida por el periódico se nutre de los partes radiofónicos y a tenor de las intervenciones públicas de Queipo de Llano –sigue recordando Don Joaquín-. Salían por aquel entonces dos ediciones, trabajadas a fuerza de impagables sacrificios, debido a la rudimentaria lentitud de los medios con que “El Correo” contaba. El diario eleva su potencial, tanto cuantitativo como cualitativo y se rige en verdadero puntal de la prensa Sevillana de la época. Fue en aquel entonces cuando se lanzó Don José a la gran reforma seria y a fondo del rotativo. Editoriales bajo el epígrafe “Del Momento”, columnas de “Ecos”, colaboraciones recibidas por agencias, artículos de Pemán, del padre Llanos, máximas de San Francisco de Sales, y la sección de “pajaritas” –ideadas precisamente por el señor López Lozano-, junto con crónicas nacionales y de la II guerra mundial, engrosaban el cuerpo más significativo de aquel “Correo” de los años cuarenta. Necesitaba la plantilla del diario el máximo desdoblamiento, para sacar adelante el informativo dignamente y Don Joaquín nos habla de su participación para ello en secciones tan diversas como las crónicas de guerra, la “revista Internacional”, el “Exponente del Día” (comentario local), o incluso la página de deportes, con multitud de seudónimos.
“COMO LOS ARBITROS DESCONOCIDOS”
Le viene a la memoria al ex-director de ABC un símil que a él siempre le inspiraba Don José, cuando quería definirlo como director. Don José era como esos árbitros de fútbol de los que al desaparecer del campo, tras el encuentro, no queda huella de su presencia en la mente del público. “Era un hombre que se pasaba de bueno”, son las palabras que articula Don Joaquín, para continuar diciendo que “siempre estaba dispuesto a cubrir los huecos de los demás”, lo que siempre lograba con acierto. Un detalle curioso que nos retrata el señor López Lozano: en los tiempos clave de la guerra civil, y sin estar adscritos a organización política alguna, Don José y sus hijos, acostumbraban a permanecer en los locales del periódico llevando boina roja. Por cierto que las posteriores afamadas PAJARITAS DE PAPEL, vieron la luz firmadas no por quien las consagraría, sino por su propio hijo, José Montoto de Flores, que ulteriormente optaría por otras ocupaciones, a pesar de que la suya era una notable inteligencia, y poseía una gran pluma. Ya avanzado el tiempo, allá por lo años previos a su jubilación, Don José Montoto fue colaborador de la agencia LOGOS y de YA. Llegaron días en que fue presidente de la Asociación de la Prensa, y sus “pajaritas” fueron desperdigándose por las páginas de ABC y de la HOJA DEL LUNES, en tanto algunos artículos suyos aparecían en la revista LETRAS.
UN CHISTE O UN REFRAN PARA NO HERIR SENSIBILIDADES
Intentando saber si era Don José exigente, el señor López Lozano lo niega rotundamente. Era sí, disuasorio, insinuante, y –sabia naturalidad- para convencer empleaba el humano recurso del chiste o el refrán tan útiles, tan atinados, tan nuestros… interrogamos a López Lozano acerca de las grandes metas que Don José llegara a idear para “el correo”. Grandes conquistas en lo material y técnico, normalmente inesperadas, y el saneamiento casi desesperado de la economía que aquejaba al periódico con una grave depresión, en unión de un noble espíritu de camaradería, y una justa amistad de todos para con todos en el seno del “Correo”, se convirtieron en halagüeñas realidades conducentes a una etapa de prospero auge.
SU COMPRENSION, SU REFLEXION, Y SU GENEROSIDAD…
Nos atrajo la idea de escudriñar sobre aquellos valores que más hubieran calado en nuestro interlocutor de la personalidad de Don José Montoto. Y resultaron ser su capacidad de comprensión, su talante de serena y consciente meditación ante las tomas de postura y decisiones, y su desmedida generosidad, sin esperar respuesta ni compensación. Ello supuso para quien tantos años estuvo a su lado la heredad más trascendental y magistral donada por Don José, también cuando supervisaba y regía la redacción del diario Sevillano.
UNA FIGURA QUE LLENA TODA UNA EPOCA
Nos preocupa el mutismo, el olvido del que parece existir una voluntad generalizada de envolver a Don José. López Lozano encuentra a Montoto como una figura que llena toda una época del periodismo Sevillano. Él arranca del periodismo de la república hasta enlazar con las líneas predominantes de una tónica, de unos principios periodísticos plenamente innovadores. Don José debe ser incluido también en ese catálogo vivo de Hijos Ilustres de Sevilla. Tal vez su nombre sea algún día reconocido como uno de los máximos protagonistas de la transición cultural de una Sevilla clásica y algo anclada en los moldes decimonónicos, a una ciudad enriquecida por una prensa moderna y eficaz.
Antes de poner punto y final a la semblanza de Don José, conviene destacar una nota relevante de su cariz periodístico, más por extraño en el mundo informativo que por otra cosa: la paz interior de Don José. El absoluto poder de sereno dominio con que aderezaba su trabajo. Siempre tranquilo, rara vez amilanado o temeroso, vacilante o atribulado dueño admirable de esa situación casi siempre temida y peligrosa que es la última hora de elaboración del diario quehacer en un periódico. Ecuánime, relajado y responsable, fue siempre –a juzgar por el testimonio recibido- un bajel insobornable del buen hacer en el “Correo”; un caballero de las letras hispalenses y un ferviente defensor de la Sevilla católica y tradicional. También, como en su familia, todo un patriarca del periodismo sevillano.
ANGEL L. PEREZ GUERRA