Por: María Dolores Montoto de Flores
Pasó con alegría y felicidad la segunda Montotada. De ella cada uno guardará sus recuerdos, según sentimientos y edad, importante ambas cosas, ya que nos reunimos cuatro generaciones.
Fuimos llegando poco a poco a la cita. Algunos nos vemos con frecuencia, por lo que nos saludábamos con la alegria de compartir juntos ese día, para otros esto no es tan sencillo por vivir alejados y al vernos y saludarnos, se leía en sus caras sus pensamientos ¡Por Dios, como están!
Es de agradecer el interés mostrado por todos los participantes, para muchos resultaba, por diversos motivos, un sacrificio e incomodidad su permanencia, pero lo hicieron con gusto, y por el resultado creo que les mereció la pena.
Muy bonita y emotiva la proyección de las fotos familiares, ellas dieron lugar a más de unas lagrimitas.
Este interés en la celebración de reuniones familiares, nos viene como recuerdo de tantas organizadas por abuelo. Para él era muy importante que la familia estuviese siempre unida, y así lo estamos cumpliendo. Su recuerdo, sin necesidad de haber proyectado sus fotografías, estaba flotando en el ambiente y en cada uno de nosotros. Gracias papá por tu modo ser y por tu ejemplo, que en cada uno de tus descendientes ha quedado grabado.
Nuestro agradecimiento a los organizadores, que pusieron todo su empeño y trabajo para que lo pasáramos bien: Rocío, Bruno, Cristina, y Jesús, estos dos últimos además por su interés en que el blog siga siempre vivo, y aprovecho para deciros a todos, ¡animarse y colaborar! es de mucho interés lo que cada uno cuente, y no hay excusa, ya que aunque nuestra familia sea de literatos, no tenemos obligación de serlo, y os digo ¡Fuera complejos! cojan enseguida papel y bolígrafo y comiencen a escribir.
Nosotros, los de la primera generación, nos sentimos muy queridos por todos, se acercaban cariñosos y el mejor piropo que oíamos era "Que bien os conserváis" No sabéis lo que esto para mí significaba, me veía metida en una lata de atún en conserva y con fecha de caducidad.
Tiene gracia la vida. Cuando eres niño, quieres ser mayor, el cumplir años es la gran ilusión, luego llega la juventud, y a medida que van pasando los años, si puedes, te los vas quitando, hay hasta quien falsifica la edad en el DNI, y no te digo nada cuando empiezas a subir de los sesenta, hasta que te llega el momento que ansías tener un año más, y ya no lo ocultas, al contrario, lo dices, porque te gusta oir eso de "Que bien te conservas" y yo te lo digo, prefiero llegar a sentirme lata de atún en conserva, pero eso sí, con fecha de caducidad lo más larga posible.
lunes, 9 de noviembre de 2009
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1 comentarios:
A mi padre también le daba un coraje enorme eso de "qué bien te conservas", pero hija, tía Tote, por Dios, eso de ser una lata de atún me ha dejado muerta.
Viendo las ganas que le ponéis a la vida, más que lata de atún diría yo que sois algo más exótico, por ejemplo caviar, o un jamón de jabugo para que sea más de la tierra. Tenéis todos vosotros, "los de la primera generación", unos ingredientes que no admiten la fecha de caducidad, porque os mantenéis siempre frescos, sin necesidad de neveras, de conservantes ni colorantes. Más que una vulgar lata de atún de supermercado sois del club del gourmet, unas "delicatessen" que dicen los franceses, "bocati di cardinali" (con perdón de la beata) que dicen los italianos... de esas que te las comes un día y las estás recordando toda la vida.
Unos manjares divinos que no tienen fecha de caducidad, y que los demás degustamos, saboreamos con verdadero placer.
Lo próximo es que le pidáis a los Reyes Magos una línea adsl y un portátil de esos chiquititos, para leernos sin necesidad de impresoras y para que nosotros comamos vuestros menús ricos ricos. En dos clases que te demos Jesusito o yo, lo haces en un pis pas. Mira tío Jesús lo pronto que ha aprendido. Puede que no lleguéis a ser Bill Gates, pero ni falta que hace.
Ah! y te digo otra cosa, que los de la segunda generación vamos teniendo una edad, como para que cuando te diga alguien: ¡que bien te conservas!, le digas tú: ¡po anda que tú!
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