Es curiosa la memoria, pues, bien se puede comprobar cómo de una misma cosa los recuerdos difieren según quién los esté evocando. Cada uno tiende a registrar detalles, aspectos distintos, guardándolos de un modo particular en su cabeza, dando prioridad a unos frente a otros y basándose para ello en su propia y caprichosa arbitrariedad. Si esta particularidad se da en un hecho o asunto concreto, cuánto más se dará en lo que a las personas se refiere. Cada instante junto a alguien, cada palabra dicha u oída, cada gesto, por insignificante que pueda parecer, puede ser utilizado inconscientemente como un "material" esencial a la hora de construir nuestros recuerdos sobre esa persona.
Otra curiosidad de esta memoria nuestra: es muy selectiva y distingue el bien del mal, de modo que lo negativo está, más que guardado, escondido en el cajón del fondo del armario, ese que menos se usa y donde sólo se guardan cosas que no necesitamos, pero que no tiramos por si algún día, al vestirnos de rencor, nos pueden servir. No es este cajón oscuro el que a mí me interesa hoy, porque hoy quiero recordar a mi abuelo, Cesáreo Montoto de Flores, del cual no poseo un solo recuerdo en sitio oscuro.

En el mismo instante en que abro el "armario" y tiro del cajón para abrirlo, aparece en mi cara una sonrisa, no se trata de una sonrisa provocada sólo por el recuerdo, es más bien una sonrisa de "imitación", como si fuera la suya, porque pocas veces en mi vida lo vi serio. Mi abuelo siempre sonreía y le gustaba sonreir y a mí me encantaba su sonrisa, tan alegre y sincera y que tanto prodigó.
Enseguida aparecen otras imágenes:
Paseos por El Palmar, siendo yo muy niña, intentando aprender el tradicional arte familiar de coger coquinas por el método de los agujeritos:
–Abuelo, ¿pero cómo son los agujeros? -y él me los señalaba, riéndose porque yo no conseguía verlos– Mira, mira, ahora que se va la ola, ahí mismo. Más de una vez se le "escapaba" una coquina de la mano para que yo la encontrase y la metiese en mi cubo con aire triunfal. Me daba un pellizco en el cachete, y, de la mano, seguíamos con nuestra búsqueda.
Leyendo el periódico por las mañanas en la cocina, en su casa de Sevilla, el año que me fui a "estudiar" allí. Abuela hacía la comida y cuando quería decirle algo, decía: "Ario…. -lo que fuese-".
Preparando durante todo un día un regalo de Reyes: la cinta de casette que grabó, con todo lujo de detalles, narrando una jornada perdigonera de mi padre, hasta curicheaba como si fuera un perdigón. La gracia y el ingenio nunca se separaron de él.
Disfrazado de Telefonista en unos Carnavales de Cádiz, con una peluca rubia rizada, y mis padres y mis tíos vestidos de teléfonos. Simplemente genial.
El día que me dió por decir que quería entrar en una academia militar, y muerto de risa, me sacó su uniforme viejo y me lo regaló.
Metido en su "despacho", rodeado de libros y miles de álbumes de fotos de la Virgen de Setefilla (a mí me parecía inútil tanta foto, si salía la Virgen igualita en todas, cosas de la niñez ).
Tocando la guitarra y todos cantando, no un solo día, sino muchos: Gaditana, El Vaporcito, los duros antiguos…
Son sólo unas pocas imágenes y momentos de tantos, que vienen y se agolpan mezclados con el olor de los puros, del Patrico en el pelo, con la sensación de sus manos suaves, con esa pequeñez tan grande suya.
No quiero extenderme demasiado, sería muy fácil hacerlo porque hay mucho que contar, sólo pretendo compartir con quienes le conocísteis mis recuerdos sobre él. Puede que muchos de esos recuerdos estén distorsionados por los caprichos de mi memoria, pero para mí son tan reales que son indiscutibles.
Cuando yo tenía 8 años escribí una poesía para la Romería de San Isidro de Fuente de Cantos, no recuerdo cómo era, pero la publicaron en la revista de la Hermandad. Abuelo me mandó una carta con una poesía que recuerdo de memoria:
Primogénita eres tú de las nietas
Y tienes la primicia también de ser poeta.
Viva el salero, que contento que tienes tú a tu abuelo.
7 comentarios:
Gracia, Teresa, me encanta escuchar historias de tío Cesáreo, al que yo quería mucho. Espero que estos recuerdos sean el principio de esas otras historias que tendréis tan vivas los Montoto Castrillón. Por ejemplo, eso que citas de los carnavales. ¿Nadie va a contar esos carnavales? hijos y padre como comparsas, todos vestidos igual... esas historias que yo me sé de la famosa mesa camilla, pero que me gustaría leer de primera mano.
¡Venga, hombre, esos montoto castrillón, que se animen!
Cuando leí la "Pajarita" que has echado a volar,porque lo que has escrito,no lo dudes,es una "Pajarita en la mejor tradición de las que escribieron Abuelo,Tío Pepe y mi Padre,vinieron a mi mente muchos recuerdos de tu Abuelo.
Recuerdo con nostalgia las charlas que mantenía con mi padre que tuve el privilegio de compartir con ellos.
Recuerdo sus visitas al chalet en Lora y cuando venía a Juan Ramón Jiménez o a la calle Asunción,pues al ser mi padre tan casero solía ser él quien lo visitaba.
Recuerdo las cenas en el chalet que se alargaban hasta la madrugada,entre risas,por las anécdotas que en ellas se contaban
Recuerdo los fines de semana que comía en su casa porque mis padres iban a Lora a ver a mi hermana Malén y las conversaciones que manteníamos.
En fin,son imnumerables los recuerdos que tengo de él y todos maravillosos.
Como verás,partiendo de recuerdos diferentes,llegamos a un nexo común que es el respeto,el cariño y la admiración que sentimos por tu Abuelo.
Tienes toda la razón,querida teresa, que curiosa es la memoria.
Agradece a Luis Montoto Castrillón la llamada telefónica que tuvo el pasado viernes.
Espero que esto nos sirva para vernos como quedamos en Sevilla o en Jerez e intercambiarnos fotos familiares.
Un abrazo.
Hay que ver teresita como escribes guapa... mira, aqui con los que vais escribiendo va a ver un problemilla, y es que con tanta dote literaria, los demás no nos atrevemos a decir ni mú, que arte que derrochais tós!
querida teresa, si que es curiosa la memoria.pero para mi tambien es curiosisimo todo esto del blog, yo jamas me hubiera imaginado escribiendo y contando cosas de esta forma, la verdad es que tu "pajarita" es muy linda, la he leido ya unas quince veces mas o menos, y esos recuerdos que te vienen a la memoria son los mas bonitos que se pueden tener de un abuelo y mas de "ario" como le decia tu abuela y sus hermanos, no puede haber nada oscuro en un corazon limpio y claro como fue el suyo,y... sí, fue grande muy grande y bueno muy bueno ( fijate, para aguantarme a mi)pero lo mejor de toda esta historia es que con "pajaritas" como la tuya no se nos borre nada de su memoria, y para esto solo hace falta cariño por los tuyos y tener esa memoria tan curiosa como la que tu tienes,espero que nunca te falle y puedas seguir recordandolo toda la vida como lo recuerdas aqui. besos
Muchísimas gracias a todos por vuestros comentarios. Javier, me ha hecho mucha ilusión que eleves mi texto a la categoría de pajarita. Gracias.
Nuria, con el arte que tú tienes querida, no necesitas más dotes, escribe lo que quieras, que aquí somos todos aficionaillos.
Jesusito, a ti no se te aguanta, a ti se te disfruta.
aaaaaaaa
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