Hola tío Cesáreo, sí ya sé lo que me vas a decir, ¡ya era hora! ¿No? Pero claro, fíjate, entre ruedas de prensa, spots publicitarios, entrevistas y demás no tengo tiempo ni de escribir. Bueno, sin bromas, llevo unos cuantos días queriendo hablar contigo, de todas formas como tú bien sabes porque nos leerás todos los días, te darás cuenta como os echamos de menos a todos.
No hace mucho le he escrito una carta al abuelo y no me ha contestado aún, es raro ¿verdad? Una persona como él, que no le conteste a un nieto.
El otro día me encontré con mi buen amigo Víctor, sí, ese, el grande que tiene la inmobiliaria, nos acordamos de la tarde y la gran broma que me gastó en el bar “la brasa” ¿te acuerdas? Bueno pues a ver cómo se lo cuento a todos para que sepan la “jartá” de reír que te distes a mi costa, por culpa del gracioso de Víctor.
Empiezo contando cómo es el bar “la brasa”, donde se llevo a cabo la broma mejor urdida y materializada que me han gastado en toda mi vida, y son unas cuantas.
Es un bar de planta casi rectangular, la barra va de derecha a izquierda, haciendo en la parte izquierda una pequeña esquina con una entrada para los camareros, esa es la esquina, no se por qué, pero cada vez que voy es donde suelo ponerme, será manía.
Pues estábamos allí tan tranquilos -serían entre las 5 y las 7 de la tarde más o menos- Tío Cesareo, Machus y yo, tomando una copa y charlando, sentados en la barra, yo en esa pequeña esquina y ellos hacia la derecha, primero Machus y después Tío Cesáreo.
En esto entra la mujer de mi hermano Alfonso con la mujer de mi amigo Víctor y sus correspondientes hijos, nos saludamos y les pregunto donde están Alfonso y Víctor: Alfonso viene ahora, me dice Macarena (es la mujer de Alfonso) y Víctor está en Huelva, me contesta Paloma (es la mujer de Víctor) ellas se sientan a continuación de Tío Cesáreo. Total, seguimos charlando, no había nadie más en el bar (menos mal, porque hubiera sido más desastroso todavía) al rato llega mi hermano, se sienta en la barra con Paloma y Macarena.
Aquí paro el relato y os cuento algo para que os hagáis una idea de todo lo que sucede a continuación.
Mi amigo Víctor es un hombretón bastante grande, fuerte y esto es importante, calvo como una pelota de pimpón.
Vale, pues Alfonso se viene a la esquina conmigo y al momento entra un hombre grande y fuerte, buena planta pero algo perjudicado por el alcohol (es lo que el quería parecer) y se pone a nuestro lado, Alfonso me lo presenta, este es Salva, es hermano de Víctor, lo saludo le doy la mano y se queda detrás de mí.
Ya todos estaban pendiente de él, claro, un tío tan grande y con su aspecto llama un poco la atención, aunque todavía no sé si los demás se dieron cuenta de quien era, yo no, total, que el grandullón este que se pone detrás de mí, me toca en el culo y……….. Claro, la reacción fue inmediata ¿Qué haces tío? El sigue a su bola no contesta y no me hace ni caso, miro a Alfonso extrañado y le digo, ¿killo este tío de que va? Alfonso me dice: déjalo, no le digas nada que es hermano de Víctor, bueno pues no le digo nada más de momento, ya algunos empezaban a reírse, total que el tío este otra vez va y me toca en el culo, el cabreo mío va en aumento, lo miro y le digo “grande, para el carro que te la estás jugando” el grande éste sigue igual, no me hace ni caso, tío Cesáreo y todos los demás se reían cada vez más y, claro, mi mosqueo va aumentando, miro a Alfonso de nuevo y le vuelvo a decir: killo el tío este se esta pasando tres pueblos. Alfonso me dice otra vez, tranquilo, no ves cómo está y además es hermano de Víctor. Sigo aguantando, me estaba portando bien dada la situación, tío Cesáero, Machus, las mujeres, niños, camareros y además es hermano de Víctor, Machus me decía también, Jesús, tranquilo por favor, pero claro llega un momento en el que ya no se puede aguantar más, me quito las gafas, las dejo en la barra y cuando me vuelvo para que me deje tranquilo, pero ya con malas intenciones -no sé qué hubiera pasado, porque un coscorrón de un armario ropero como ese, podía haber sido un poco fuerte- veo que se lleva una mano a la cabeza y se quita una peluca que llevaba puesta: ¡Víctor! ¡¡¡M…piiiiiiiiiiiiiii que c..piiiiiiiiiiiiiii no me lo puedo creer como me la has pegado!!!
Me cachis en los …. Piiiiiiiiiiiiiiiii yo te mato, te mato que c….piiiiiiiiiiiiii
Ahora imaginaros Tío Cesáreo, Machus, Paloma, Macarena, Alfonso, los camareros en fin todos los que allí estaban. Tío Cesáreo sentado en el banquito con los brazos y la cabeza apoyados en la barra con lágrimas en los ojos que le llegaban al suelo de la risa y todos los demás que se partían, de verdad fue -IM PRESIONANTE- para que os deis cuenta que “jesusito” no siempre es el malo.
Todavía hoy día Víctor me dice: ¡qué pena no haber tenido una cámara para hacerle unas fotos a tu tío, que “jarton“de reír se dió!
Bueno Tío Cesáreo da besos y recuerdos a todos y dile al abuelo que todavía estoy esperando su respuesta, ya te escribiré de nuevo
miércoles, 25 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario