Por María Dolores Montoto Flores
Me gustaría hablar de nuestros hermanos, vuestros tíos y padres: Cesáreo, Rafael, Pepe, Jesús y Luis.
Sólo voy a narrar algo de la vida que en común tuvimos, ya que en particular están cada uno de sus hijos que tienen mucho que contar de ellos.
Me gustaría hablar de nuestros hermanos, vuestros tíos y padres: Cesáreo, Rafael, Pepe, Jesús y Luis.
Sólo voy a narrar algo de la vida que en común tuvimos, ya que en particular están cada uno de sus hijos que tienen mucho que contar de ellos.
De Cesáreo en casa tengo pocos recuerdos, cuando se fue a la guerra tendría yo 7 ó 8 años. De allí y al terminar la misma, ingresó en la Academia Militar de Zaragoza, y de ésta a sus destinos, por ello los recuerdos eran de cuando venía de permiso. Era muy alegre, le gustaba mucho la guitarra y las fiestecitas flamencas, y era algo enamoradizo.
Mi madre, cuando terminó la guerra, y en agradecimiento a que mis hermanos volvieron de ellam encargó a un escultor llamado CERQUERA, un crucificado que donó a las monjas Mercedarias de Lora, en la Roda, y que pagó con los primeros sueldos que de Cesáreo recibió.
Rafael (mejorando los presentes, como se dice) era el más completo, tranquilo, comprensivo, educado, atento, cariñoso, sobre todo con nosotras, las hermanas. Nos acompañaba a todas partes: ferias, fiestas... si bien podía decir alguien que no tenía mérito, ya que entre nuestras amigas estaba Luisa Linares. Pero era así con todo el mundo.
Se le daba muy bien los trabajos manuales, era muy imaginativo y aficionado a la decoración.
Pepe, el más listo de los diez hermanos. Nos reñía muchísimo. Estaba preparando oposiciones a Abogado del Estado, y le molestaban mucho nuestros jaleos y bulla.
Estudiaba sentado en una mecedora, en voz alta y con un reloj, porque tenía que ajustar cada tema a un horario determinado. Tenía prisa en terminar la carrera (cosa que hizo brillantemente), porque se quería casar con Dolores Cañas. Estuvieron de novios bastante tiempo, porque se conocieron muy jóvenes, no sé si cinco o seis años, Dolores se acordará bien, pero se escribían a diario, por lo que en el cuarto trastero había un baúl muy grande donde guardaba las cartas (pon 365 x 6 años, un total de 1.990 cartas), que cuando dijo a casarse tuvo que quemar en un fogón que había colocado en el lavadero de la azotea.
Jesús era el más travieso de todos, pero también el preferido de mi padre porque hizo siempre de él lo que le vino en gana. A nosotras nos hacía mucho de rabiar. Dábamos clase de solfeo y piano. Teníamos una profesora muy honorable, ya mayor, y él se escondía detrás de las cortinas y nos hacía burlas cantando el solfeo a la vez que nosotras. De él se podía esperar cualquier cosa.
Los pequeños, incluído Luis, nos peleábamos mucho. Cada uno teníamos un mote, y nos llamábamos por él en las peleas y terminábamos corriendo para pegarnos.
Pasábamos todos juntos las vacaciones en El Membrillo. Allí, y montados en burros, íbamos a un apeadero "El Priorato", a esperar a nuestros padres que venían en tren de Sevilla. Hacíamos excursiones, cogíamos espárragos... También íbamos al Carco del Infierno, el Guadalcabar. Rafael había ideado lo que hoy en la playa llaman "las pedalitas", pero que en vez de pedales le puso remos, y la bautizó con el nombre de LA CICLOCA.
Entonces, los trabajadores y sus familias solían vivir en el campo. Mi madre llevó a un cura de la Orden Redentorista a que diera unas Misiones. La gente iba a las charlas y los que querían se casaban, bautizaban o hacían la Primera Comunión. De estas Misiones quedó una gran amistad con el Padre Ángel, que venía a casa a hospedarse cada vez que él quería. Decía que el abuelo era su padre putativo. Él casó a tía Isabel y quizás a alguno de vosotros.
Finalmente tengo que añadir que me han sorprendido enormemente las dotes literarias de cada uno de los que hasta ahora os habéis lanzado, y sobre todo descubrir vuestros sentimientos, no sólo por vuestros abuelos, sino por las que habían pasado por la vida de puntillas, sin apenas hacerse notar, y a las que ahora, entre todos, hemos colocado en el sitio que les correspondía: Rafaela e Isabel, a las que recordamos con cariño, agradeciéndoles los desvelos y malos ratos que por nosotros pasaron.
1 comentarios:
tote, yo tuve la inmensa fortuna de conocer a tu hermano cesareo y te puedo asegurar que era una bellisima persona,era imposible aburrirse con el,tenia anecdotas a miles para contar,me senté mas de una vez con el a charlar y no te podias aburrir nunca, nos reimos juntos innumerables veces,como tu dices le encantaba una buena reunion, una buena conversacion y por supuesto una buena guitarra, el buen cante,un buen puro y su copa de manzanilla que no le faltara, era genial te lo prometo, yo lo echo mucho de menos. todavía lo veo riendose conmigo carcajadas y fueron varias veces. no cambiaria ni un minuto de los que pude disfrutar de su compañia ni por todo el oro del mundo. tuve tambien la oprtunidad de ver y fotografiar el cristo al que haces mencion, en fin como te digo era una persona genial, yo lo quise un monton y creo que el a mi tambien, asi que desde aqui le mando un fuerte abrazo y le digo que ya nos veremos de nuevo, nos reiremos otra vez como los dos nos reimos tantas veces y alguna que otra copita tomaremos y me dira "niño traeme una copita de manzanilla" va por tí, tio cesarero
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