Sí, porque la tercera (o cuarta generación, según queramos ver), tras la exitosa comida y agradable comida, prosiguió con la fiesta. Antes de contar cómo fueron desarrollándose los acontecimientos, me gustaría mandar un beso muy fuerte a toda la mesa camillae y los loreños, apenas pude hablar con ellos, pero ahora que vivo en Sevilla espero y deseo verlos con cierta frecuencia. Bueno, volviendo al lío, os decía que tras el gran ágape y la self-barra libre-service, los primos, tíos segundos y demás familiares, en edad postjuvenil, proseguimos con la marcha. Como no queríamos que la cosa saliera de los límites Montotiles, nos decidimos por ir a cenar al Tijuana, el mejor mexicano de Sevilla y Andalucía. Pues allí, entre tetas (que nadie se me escandalice, es un plato del restaurante) y tequilas, trancurrió una conversación muy agradable entre primos. Lo de siempre ¿Y tú de quién eres? ¿Pero, a ver, eres primo hermano de quién...? En fin, que la historia se repite y parece que se perpetuará en el ámbito familiar. Curiosamente, tras la cena decidimos ir a un garito de esos de gente bien que hay por los "remiedos", un tal London, allí el ambiente decayó, algunos se fueron para casa, pero seguimos los más valientes y, curiosamente, tomamos una decisión muy Montoto: ir a escuchar flamenco a un tablao, y en esas que acabamos Juan José, Santiago, Luis, Santi, Carlos, Eva, Javier, Lola, Ricardo, Reyes, Miguel y el menda que escribe a Lola de los Reyes, en Triana. Sí, curiosamente la afinidad con el flamenco en esta familia perdura y va a perdurar. Una lástima que a las cinco de la mañana el sueño comenzara a aparecer. En fin. Espero que nos volvamos a ver muy pronto, pues sería una pena tener que esperar siete años para que muchos nos volvamos a encontrar.
lunes, 9 de noviembre de 2009
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1 comentarios:
¡juventud, divino tesoro! ¡arsa! ¿y cabíais todos en el tablao?
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