Resulta que estaba yo confiaíta en que se habían acabado las navidades ya, cuando, mira por dónde, me quedaba lo mejor. Os explico, que estoy tan alterá que digo cosas sin ton ni son. Vamos, que ni en pareados puedo escribir, Maruja ¡cómo estaré!
Resulta que ayer fui a pasar la tarde en la mesa camilla con mi madre, después de mi escapada. Las tías no fueron porque hacía mucho frío, pero allí estaba mi hermana y sus niños, y mira por donde como ella sí ha estado aquí, Sus Majestades le han dejado a mis niños en su casa regalos. Así que Paula, Jorge y ella se presentaron con tres paquetes, uno para cada uno.
Resulta que ayer fui a pasar la tarde en la mesa camilla con mi madre, después de mi escapada. Las tías no fueron porque hacía mucho frío, pero allí estaba mi hermana y sus niños, y mira por donde como ella sí ha estado aquí, Sus Majestades le han dejado a mis niños en su casa regalos. Así que Paula, Jorge y ella se presentaron con tres paquetes, uno para cada uno.
En el primero Melchor había dejado serrín... ¿serrín? ¿pero no era carbón lo que traían los Reyes?... En el segundo, Gaspar puso una bolita verde transparente ¿y eso pa qué es? ¿para la lavadora?
Mis niños miraban aquellos artilugios con la misma extrañeza que yo. ¿Y en el tercero? ¿qué habrá traído Baltasar en el tercero?... ¡comida para hamsters! Los niños me miraron… y yo a ellos. ¡Como no sea para los que tenemos en el jardín y que papá mata a escobazos! (pensé yo conmigo misma)...
Pues no… resulta que había otro paquete, una especie de nave espacial verde con tubos por todos lados, con un bichito marroncito dentro ¡vivooooooo! (parecidísimo a los de mi jardín). Ellas dicen que es un hamster ruso... ¡de Rusia na menos me lo han traído los dichosos Reyes! ¿no me podían haber traído vodka? ¿o caviar? Los niños estaban como locos. Y yo también, pero por otros motivos. Pensaba ¡verás cuando venga el de la escoba! Por fin llegó il mio carissimo marito, y tuvimos que decirle que los regalos eran de mi madre y de Dorica (la rumana) para que no cogiera la escoba y le diera a mi hermana con ella.
Yo no soy yo muy de animales, la verdad. Marta sí, ella siempre ha tenido perros (decidle que os cuente lo de los lacitos de la camada que tuvo…), periquitos, peces, hasta salamanquesas amaestradas en su salón ha tenido, pero yo no. Me dan un poco de repelús todos los animales.
A continuación me dio las instrucciones: con cero grados se muere, igual que si lo bañas. Con 10 grados se pone a dormir y no lo despierta ni Monserrat Caballé dando el do de pecho en su oreja. Duerme de día y de noche se pone como loco a correr por una ruedita que tiene en la nave espacial. Hay que cambiarle el serrín una vez a la semana con la aspiradora (sacándolo a él antes, claro), y controlar que no se le acabe el agua ni la comida. Los primeros días hay que tratarlo con suavidad y cariño, porque estos animalitos se estresan muy pronto… La bolita resulta que es para meterlo y dejar que corretee por los pasillos (menos de 20 minutos al día, que si no se estresa y le puede dar un síncope).
Los niños lo han llamado “Cafelito” por su color. Estaban entre ese nombre y Capuccino, por la influencia italiana que tienen ahora, pero ha ganado la versión española. La primera vez que abrieron la jaula para cogerlo, el bicho hizo un ruido que parecía un gremlins. Mi cuñado Ful, que es informático además de gallego (y que está tan encantado como yo con los Reyes), dijo: “a éste hay que sintonizarlo”. Mi hermana dijo: “no, hijo, es que son muchos cambios para el pobrecillo, casa nueva, familia nueva…”. Quiso escaparse (el bicho, no mi cuñado), y le dije a mi madre: como se escape me monto encima tuya ¿eh?. En su casita tiene una especie de tubito que es como un tobogán, y el bicho no bajaba ni a la de tres. Se apalancaba con el culo fuera y ahí se quedaba. A mis sobrinos le han traído a otro. Ése es blanco. Por lo visto los dos son hermanos, pero el de Marta ya está “sintonizado” y adaptado al ambiente, es muy vivo y corre que se las pela, así que los metimos a los dos juntos, a ver si “Bolita” animaba a “Cafelito”. ¡Le pegaban unos empujones! ¡a veces hasta se quedaban los dos atrancados en el tubito!
Allí estuvimos mi madre y yo toda la tarde, mirándole el culo al bicho para ver si se tiraba de una santa vez por el tubito. De vez en cuando las dos nos mirábamos y levantábamos las cejas, porque mi madre, aunque era de la sociedad protectora de animales, tiene la misma sensibilidad que yo para los animales: ninguna.
La pelea en el coche fue para ver dónde dormía el bicho. Decidí que en la cocina no, por si acaso llegaba a los diez grados por la noche y se ponía a hibernar (¡Tengo que comprar un termómetro en las rebajas, porque nunca me he preocupado de la temperatura que hace en mi casa! ¡Mira que si lo mato de frío!). En la planta de arriba tampoco, que yo soy muy sensible a los ruidos nocturnos, y además, si se pone con la ruedita Eli es capaz de coger la escoba y provocar una tragedia (tiene un sueño muy pesado, y le cuesta espabilarse). Así que le asignamos un rincón del salón que no estuviera ni cerca ni lejos de la chimenea.
Cuando por fin se acostaron los niños nos sentamos il mio caro marito y yo tranquilitos a ver una peli. Yo de vez en cuando echaba otro tronco al fuego, para que la temperatura estuviera estable. Se ve que el bicho entonces se sintonizó de pronto y se puso ¡por fin! a dar vueltas en la ruedecita. ¿Ese ruido que es?, me dijo, casi coge la escoba, ya sabéis lo que es la fuerza de la costumbre… ¡que no, que es Cafelito! (casualmente, cuando volvimos de Venecia, teníamos a un pariente difunto de Cafelito en el jardín, y lo tuvo que coger él, porque esas son tareas masculinas de toda la vida, y estamos sensibles con los roedores, como ya sabéis).
En fin. Que el año promete. Y aquí nos tenéis, controlando la temperatura del salón y asomando el morro por la jaula de vez en cuando, a ver qué narices hace el bicho. Perdón, Cafelito.
¡Viva las sorpresas de los Reyes Magos!
Mis niños miraban aquellos artilugios con la misma extrañeza que yo. ¿Y en el tercero? ¿qué habrá traído Baltasar en el tercero?... ¡comida para hamsters! Los niños me miraron… y yo a ellos. ¡Como no sea para los que tenemos en el jardín y que papá mata a escobazos! (pensé yo conmigo misma)...
Pues no… resulta que había otro paquete, una especie de nave espacial verde con tubos por todos lados, con un bichito marroncito dentro ¡vivooooooo! (parecidísimo a los de mi jardín). Ellas dicen que es un hamster ruso... ¡de Rusia na menos me lo han traído los dichosos Reyes! ¿no me podían haber traído vodka? ¿o caviar? Los niños estaban como locos. Y yo también, pero por otros motivos. Pensaba ¡verás cuando venga el de la escoba! Por fin llegó il mio carissimo marito, y tuvimos que decirle que los regalos eran de mi madre y de Dorica (la rumana) para que no cogiera la escoba y le diera a mi hermana con ella.
Yo no soy yo muy de animales, la verdad. Marta sí, ella siempre ha tenido perros (decidle que os cuente lo de los lacitos de la camada que tuvo…), periquitos, peces, hasta salamanquesas amaestradas en su salón ha tenido, pero yo no. Me dan un poco de repelús todos los animales.
A continuación me dio las instrucciones: con cero grados se muere, igual que si lo bañas. Con 10 grados se pone a dormir y no lo despierta ni Monserrat Caballé dando el do de pecho en su oreja. Duerme de día y de noche se pone como loco a correr por una ruedita que tiene en la nave espacial. Hay que cambiarle el serrín una vez a la semana con la aspiradora (sacándolo a él antes, claro), y controlar que no se le acabe el agua ni la comida. Los primeros días hay que tratarlo con suavidad y cariño, porque estos animalitos se estresan muy pronto… La bolita resulta que es para meterlo y dejar que corretee por los pasillos (menos de 20 minutos al día, que si no se estresa y le puede dar un síncope).
Los niños lo han llamado “Cafelito” por su color. Estaban entre ese nombre y Capuccino, por la influencia italiana que tienen ahora, pero ha ganado la versión española. La primera vez que abrieron la jaula para cogerlo, el bicho hizo un ruido que parecía un gremlins. Mi cuñado Ful, que es informático además de gallego (y que está tan encantado como yo con los Reyes), dijo: “a éste hay que sintonizarlo”. Mi hermana dijo: “no, hijo, es que son muchos cambios para el pobrecillo, casa nueva, familia nueva…”. Quiso escaparse (el bicho, no mi cuñado), y le dije a mi madre: como se escape me monto encima tuya ¿eh?. En su casita tiene una especie de tubito que es como un tobogán, y el bicho no bajaba ni a la de tres. Se apalancaba con el culo fuera y ahí se quedaba. A mis sobrinos le han traído a otro. Ése es blanco. Por lo visto los dos son hermanos, pero el de Marta ya está “sintonizado” y adaptado al ambiente, es muy vivo y corre que se las pela, así que los metimos a los dos juntos, a ver si “Bolita” animaba a “Cafelito”. ¡Le pegaban unos empujones! ¡a veces hasta se quedaban los dos atrancados en el tubito!
Allí estuvimos mi madre y yo toda la tarde, mirándole el culo al bicho para ver si se tiraba de una santa vez por el tubito. De vez en cuando las dos nos mirábamos y levantábamos las cejas, porque mi madre, aunque era de la sociedad protectora de animales, tiene la misma sensibilidad que yo para los animales: ninguna.
La pelea en el coche fue para ver dónde dormía el bicho. Decidí que en la cocina no, por si acaso llegaba a los diez grados por la noche y se ponía a hibernar (¡Tengo que comprar un termómetro en las rebajas, porque nunca me he preocupado de la temperatura que hace en mi casa! ¡Mira que si lo mato de frío!). En la planta de arriba tampoco, que yo soy muy sensible a los ruidos nocturnos, y además, si se pone con la ruedita Eli es capaz de coger la escoba y provocar una tragedia (tiene un sueño muy pesado, y le cuesta espabilarse). Así que le asignamos un rincón del salón que no estuviera ni cerca ni lejos de la chimenea.
Cuando por fin se acostaron los niños nos sentamos il mio caro marito y yo tranquilitos a ver una peli. Yo de vez en cuando echaba otro tronco al fuego, para que la temperatura estuviera estable. Se ve que el bicho entonces se sintonizó de pronto y se puso ¡por fin! a dar vueltas en la ruedecita. ¿Ese ruido que es?, me dijo, casi coge la escoba, ya sabéis lo que es la fuerza de la costumbre… ¡que no, que es Cafelito! (casualmente, cuando volvimos de Venecia, teníamos a un pariente difunto de Cafelito en el jardín, y lo tuvo que coger él, porque esas son tareas masculinas de toda la vida, y estamos sensibles con los roedores, como ya sabéis).
En fin. Que el año promete. Y aquí nos tenéis, controlando la temperatura del salón y asomando el morro por la jaula de vez en cuando, a ver qué narices hace el bicho. Perdón, Cafelito.
¡Viva las sorpresas de los Reyes Magos!
5 comentarios:
pués cuando fuimos a verte a tu casa:
no controlastes la temperatura
todos al jardin con premura
sólo con un triste botellin
así que no te quejes por el serrin
yo llevé con cariño las almejas
javier encantado llevó el vino
de despistada a veces te quejas
pobre ratón que triste camino
sin querer meterme en un lio
con lo que aqui he dicho
espero que no se te muera de frio
el que ahora será tu querido bicho
PERO JESUS ¿ESTO QUE ESSSSS ?.¿tienes resfriadomentaltransitorio?, si soy yo la que siempre me meto con las personas, ¿Cómo se entiende?. ¿tá contagiao quizá? EXPLICA. porque si esto es con tu Cristina, yo me voy preparando....
Mamen, nooooooooooooo, tu no tienes que preparate para nada, estaré encantado de recibirte en mi casa que es la tuya, cuando tu quieras, esto sólo es una broma, a Cristina la quiero un montón, era mi fan namberguan, nos trato esplendidamente no tengo ninguna queja de ella ni de su marido, al reves me ayuda muchisimo en esto del blog, como tampoco tengo queja de ninguno de vosotros ¡faltaría más! no se si me has contagiado algo, no lo entiendo,bueno sí lo entiendo, soy yo, "Jesús" hay poco que explicar, tu ya me conoces
Pues creo que tengo que preparar otra cenita ya para que conozcáis a Cafelito. Ahora tengo que ir mirando para el suelo, para no pisar la bolita verde que corretea por mi salón a cualquier hora. Gracias a él tenemos la casa más calentita, porque hemos puesto calentadores en sitios estratégicos y hemos comprado más leña para la chimenea, así que mi salón es como un microclima tropical. ¡Hasta me están saliendo palmeras donde están las goteras! ¡con eso te lo digo tó!. Así que ve ensayando las almejas a la marinera, Jesusito.
Pero si hay algún veterinario entre el público que me aclare una cosa (¿será Paco Hispalis veterinario?): si estos bichos son rusos estarán acostumbrados al frío ¿no? ¿es que allí están todo el día hibernando?... ¡esa es mi duda!
Cristina, si paco es quien yo creo(todo se andará)no es veterinario, peeeeroooo... Felipe Vazquez Montoto si que lo es, a el si le puedes consultar
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