Allí, para la Romeria de la Virgen, se hacía la comida para todos los hijos y nietos que venían y, en general, para todo el que acudía a la hospedería del Hermano Mayor (abuelo), había un autentico zanfarrancho en la cocina, (a mi me encantaba). Durante la novena se solía quedar a dormir y a comer el predicador, en varias ocasiones fué el Padre Angel, y se empeñaba en confesarnos sentado en una silla en el corral, imaginad la vergüenza que pasabamos mi hermana Malen, Mª José Castrillón y yo (teníamos entre 8 y 10 años).
En verano, a la hora de la siesta, mis padres se acostaban en su cuarto con la puerta abierta y tío Luis en el suyo y charlaban y gastaban bromas, sobre todo a mi hermana Malen que enseguida se daba por aludida y se mosqueaba (y si no preguntad a Ignacio Montoto Castrillón qué pasaba cuando él decia ¡Magdalena que te como!).
Como la casa era tan grande, siempre descubriamos un sitio nuevo en el que escondernos, y jugar a espadear era muy fácil, porque siempre estaba Pepe el carpintero dispuesto a hacernos espadas para todos.
Tuvimos animales de todo tipo, pavos reales, gallinas, conejos, gatos y hasta un camaleón.
En el corral estaban las pilas para lavar la ropa. El agua para lavar se calentaba en una chimenea que había en un rincón, en esa misma chimenea se hacía el jabón de lavar con los restos de aceite que quedaban en los dépositos donde se almacenaba.
Cuando abuelo llegaba de Sevilla, siempre nos daba dinero para chucherias y preguntaba "Niña y tú de que te la das, de pan frito o de rebaná", y Malen y yo siempre contestabamos lo mismo "de nada abuelo de nada". De vez en cuando hacíamos una incursión en los sillones de oreja en los que se sentaban los mayores, para coger la calderilla que se caía de los bolsillos y se quedaba entre los cojines.
En fin, termino, pero os amenazo con volver y contar cosas de las temporadas que pasábamos en el "Membrillo", aunque de eso tienen mucho que contar los Montoto Cañas que pasaban allí los veranos.
1 comentarios:
El día del cumpleaños de tío Jesús, como llegamos muy temprano, llevé a mis niños a que la vieran. Decían asombrados, mirándolo todo: "¡es un palacio, mamá, no es una casa, es un palacio!... ¿y por qué hay tantas pistolas?".
La pobre de tía Dolores, a pesar de que le tomamos la casa al asalto, sin avisar, nos dejó recorrer y curiosear por todos los cuartos, fuimos al patio, subimos arriba, y para mi asombro ¡allí estaba!, arriba, todavía tieso y altanero en su rama, el búho disecado con el que nos asustábamos de niños ¿alguien sabe la historia de ese búho?
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