CESÁREO MONTOTO LANIELLA
Casado con
SALUD GONZÁLEZ DE LA HOYUELA VALDÉS
Tuvieron seis hijos
LUIS – LAUREANO – ISABEL – SALUD – CONCHA – JOSÉ
También había un matrimonio loreño formado por
RAFAEL DE FLORES CEPEDA
Y
DOLORES GONZÁLEZ NARANJO
Tenían tres hijos
RAFAELA – ROMUALDO – ISABEL
Isabel nació el año 1889
murió en septiembre de 1942 con 53 años
José nació el año 1889
y murió el 30 de mayo de 1977 con 88 años
Isabel y José, casados ya, vivieron en Madrid, Jaén, Cádiz y Sevilla, donde llegaron en el año 1934.
Mi nombre es:
ISABEL MONTOTO FLORES GONZÁLEZ DE LA HOYUELA GONZÁLEZ LANIELLA CEPEDA VALDÉS NARANJO LÓPEZ VIGIL DE LA RASILLA JUNCO
Nací en Cádiz el día 11 de junio de 1925
Quiero recordar mi infancia en Cádiz y de Cádiz no logro recordar nada de nada. Mis primeros recuerdos empiezan en Sevilla en la calle Albareda: recuerdo a la tía Petra, tía Manuela, tía Concha, tío Laureano, tío Juan, que nos llevaba de paseo a coger palodulce. Recuerdo a Rafaela, Encarna e Isabel que nos peinaba las trenzas y nos llevaba de paseo a el parque. Recuerdo a las primas Mª Rosa, Victoria y Conchita, jugando y metiéndonos por todos los cuartos y subiéndonos por los tejados. Recuerdo que siempre jugábamos y lo pasábamos bien, siempre dentro de lo normal.
Recuerdo el colegio de las Esclavas, que no me iba mal, pero faltábamos mucho, cosa que nos perjudicaba bastante porque el perder muchas clases no era bueno.
Recuerdo mucho a Madre Inés, metida en su papel de seria y severa. Te llamaba a su despacho, y una se sentía igual que si estuviera delante de un juez que te iba a condenar, y la verdad es que te condenaba. La hora de salir del colegio eran las cinco de la tarde, ella sólo te decía: “esta tarde estás castigada, no te vas hasta las ocho de la noche”, y este castigo en invierno, que anochece a las seis de la tarde era angustioso, de noche castigada en un colegio húmedo, frío y solitario. Con el castigo tenías que buscar a Madre Buen Consejo, que te llevaba al coro de la Iglesia, detrás de una enorme reja peor que la de una cárcel, con una media luz oscura y fría, y allí, con una voz que parecía que salía de una tumba, Madre Buen Consejo empezaba a rezar y nosotras, las castigadas, con ella. Teníamos que rezar la Letanía de Todos los Santos, que era en latín e interminable en aquel coro semioscuro y tenebroso.
Por otro lado, Madre Dolores nos enseñaba a cantar, y todas las coplas eran en latín, ni sabías lo que decías ni lo que cantabas. A mí no me gustaban esas coplas, ni quería cantarlas, y la verdad es que me aburrían mucho. Por lo demás todo normal.
Tenía muy buenas amigas en el colegio y todavía quisiera saber qué habrá sido de ellas, porque dejé de verlas hace mucho tiempo.
Pasado el colegio empiezo a recordar la guerra. Recuerdo que poco antes del 18 de julio tuvimos que salir varias noches a dormir en un hotel, porque parecía que querían quemar El Correo de Andalucía, que era la casa en que vivíamos en la calle Albareda nº 17.
Recuerdo que el mismo día 18 no nos podíamos asomar a los balcones de la calle ni a los del patio, porque por las azoteas había gente disparando con pistolas. También recuerdo que mi padre y mi madre estaban muy disgustados, porque hablaban de que habían matado a mucha gente de la familia en Lora. Uno de esos días mi padre se fue a buscar a una familiar, que se fue de Lora con su hija porque habían matado a su marido y ellas tenían mucho miedo, se fueron corriendo por el campo. Se las encontró en el pueblo de Peñaflor y se las trajo a vivir a nuestra casa.Recuerdo que Cesáreo, Pepe y Rafael se fueron a la guerra. Pepe era requeté y tenía un uniforme con una boina colorada y un borlón muy grande amarillo. Estuvo en Bujalance y allí conoció a Dolores Cañas. A Cesáreo, cuando acabó la guerra, lo mandaron a Tarifa y allí conoció a Teresa.
La guerra duró varios años que no eran buenos. No sé por qué causa dejamos de ir al colegio y nos pusieron un profesor que nos daba clases en casa. Era un cura ya mayor que tenía mucho genio, un día nos explicaba las palabras en singular y plural. Nos decía: “dime el plural de mesa” y le contestábamos bien a todas las preguntas, pero un día la pregunta era más difícil y le dice a Tote: “dime el plural de sartén” y Tote le contesta: “ASARTÉN”. No veas cómo se puso. Le decía repítelo otra vez, y vuelta Tote con Asartén. El viejo se enfadó tanto que le dijo: “con la ASARTÉN te voy a dar en la cabeza”.
Poco a poco la guerra parecía que se iba aliviando, hasta que se tomó Madrid y de nuevo volvió el revuelo y la gente corría para la frontera, y por miedo se iban al extranjero.
Por lo que pudimos ver España se quedó en la ruina, eso era lo que yo podía entender.
Poco a poco todo fue mejorando. A pesar de todo nosotros no lo pasamos mal y nuestra forma de vivir mejoró.
En aquel tiempo Sevilla era mucho más bonita de lo que es hoy, podemos decir que sus barrios eran pocos: Triana, la Macarena, el Tardón, el Cerro, Heliópolis y pocos más. Si atravesabas el puente del río ya estabas en el campo, Los Remedios no existía, la feria estaba en el Prado, La Palmera era de verdad un bonito paseo, apenas había coches.
Nosotras, Tote y yo y nuestras amigas Elena y Mari Carmen nos íbamos en bicicletas al parque por la Avenida, como si la calle fuera solo nuestra, y nos paseábamos por La Palmera y por la Plaza de España.
Los días de fiesta por las mañanas íbamos a ver la Giralda y subíamos hasta arriba del todo. Se sube no por una escalera, sino por una rampa hasta arriba, y entrábamos en la Catedral siempre que queríamos, no como ahora, que sólo dejan entrar a los extranjeros y cobrando. Hace poco entré en la Catedral sólo hasta donde te dejan entrar, a la Capilla de la Virgen de los Reyes, pero yo, haciéndome la tonta, me colé para dentro y se me acerca una señorita con su uniforme y ¡sorpresa! Era de raza negra y me dice: “señora, por aquí no se puede salir, salga usted por la otra puerta”. ¿A mí, que estoy harta de entrar y salir por todas las puertas me vas a decir tú por donde tengo que salir? Claro, es que ella no sabía que yo entré y salí de la Catedral el día que me casé por la puerta que a mi me dio la gana.
(Y ahora añado, por favor, este comentario que hago de las puertas lo digo en broma por el mosqueo que cogí con la señorita, pero aunque lo digo en broma es verdad que me pasó)
Y siguiendo con el tema anterior, repito que Sevilla era antes más bonita que ahora, apenas había tiendas, ni tantos escaparates, había casas con patios buenos y bonitos y hasta las casas de vecinos tenían patios muy bonitos, se podía pasear por todas las calles y cuando llegaba la Semana Santa era todo precioso.
Nosotros vivíamos la Semana Santa sin parar, una veces con mi padre y otras con las amigas, corríamos por las calles para no perdernos ni un solo paso. La noche que salía la Macarena la esperábamos por los rincones más bonitos de Sevilla, entonces se veían muy bien las procesiones porque no había tanta gente ni tanta bulla.
El tiempo seguía y nosotros crecíamos con el tiempo. Pepe se puso en relación con Dolores, la novia que conoció en la guerra. Cuando terminó la carrera se casó con ella en Bujalance, fue el primero en casarse, lo destinaron a Melilla y Tote y yo nos fuimos con él a pasar el verano, nos fuimos las dos solas, nos montamos en Algeciras en un barco muy malo en el que nos robaron las maletas, yo iba muerta de miedo. Pero en Melilla lo pasamos muy bien.
A Cesáreo en la guerra lo hicieron Alférez y ya siguió siendo militar. Lo mandaron a Tarifa y allí vivía tío Pepe Rollán y tía Leonor en una finca que se llamaba la Dehesa del Hoyo. Allí conoció a tía Teresa y tía Oliva, que las dos en muy poco tiempo se pusieron en relaciones con Cesáreo y José María Valdés, también militar. No tardaron mucho en casarse, primero Oliva y después Teresa.
El tercero fue Rafael, que se casó con Luisa Linares por poderes, porque vivía en Méjico. El día de la boda lo celebramos todos aunque, por supuesto, Luisa no nos pudo acompañar por encontrarse tan lejos. Todos brindamos por ella y la esperamos con mucha ilusión por volverla a ver de nuevo otra vez en su tierra, Lora y España.
Cuando todo terminó, ya con Franco mandando, había cuarteles y militares por todas partes, y se empezó a celebrar el día de la Victoria, que consistía en un enorme desfile militar en el Paseo de la Palmera.
A mí me gustaban mucho los desfiles y siempre iba a verlos, me gustaban los uniformes tan variados y la forma de desfilar al compás del tambor. Me gustaban las marchas militares y ver a los legionarios haciendo alardes de valentía. Pasaban en actitud altanera como queriendo decir: “míranos que aquí estamos nosotros que somos los mejores, los más fuertes”.
Su himno, que cantaban en el desfile y que a nosotros nos gustaba tanto cantarlo decía así:
Nadie en el Tercio sabía
quién era aquel legionario
tan audaz y temerario
que en la Legión se alistó.
Y a la guerra se marchó.
Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo el corazón.
Cuanto más rudo era el fuego
y la pelea más fiera,
defendiendo su Bandera,
el legionario avanzó.
Y sin temer el empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.
Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera.
Soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Cuando al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.
Y aquella carta decía:
"...si Dios un día te llama,
para mí un puesto reclama,
que a buscarte pronto iré".
Y en el último beso que le enviaba,
su postrer despedida le consagraba.
Por ir a tu lado a verte,
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi Bandera.
Legionario, legionario
De bravura sin igual
Si en la guerra hayas la muerte
Tendrás siempre por sudario
Legionario, legionario
Tu bandera nacional.
Y con esta marcha militar acabamos ya con el tema de la guerra.
En este tiempo íbamos mucho a Lora. Como entonces no teníamos coche pues teníamos que ir en tren, que estaba dividido en compartimentos, o sea, dos bancos de madera uno frente a otro, que ocupábamos ocho personas y eran bastante incómodos. Durante el trayecto pasaba el revisor a picar los billetes, luego pasaban los vendedores con un canasto, vendiendo tortas, mostachones, avellanas y demás cosas. También había un hombre con una baraja de cartas que previo pago durante el viaje rifaba un paquete de mostachones.
Entre los viajeros había de todo, una mujer con un canasto de huevo, otra con una talega de ropa y algunos llevaban una gallina amarrada por las patas, que escondían debajo de los bancos para que el revisor no la viera. Si te asomabas a las ventanas corrías el peligro de llenarte los ojos de carboncillos. Otros, igual que nosotros llevábamos las maletas de madera o de cartón.
Al pasar por todos los pueblos el tren se paraba y el jefe de la estación, que estaba con una gorra en la cabeza y una campanilla en la mano, cuando la gente ya se había bajado, tocaba la campanilla para que el tren se pusiera en marcha. Cuando pasábamos el río nos preparábamos para bajarnos, pues era señal de que estábamos en Lora.
En el día de hoy, y en estos momentos pienso que cuando acabo de cruzar el río y llego a Lora. Pero de Lora no quiero hablar nada. Tengo recuerdos muy tristes. No quiero hablar de la Virgen, cosa que me llevaría a hablar de mi padre y pienso que estos recuerdos son para llevarlos en silencio.
No puedo olvidar el 16 de septiembre de 1942.
El día que ella se fue para siempre.
Han pasado ya 66 años y todavía no soy capaz de decir ni una sola palabra.
La palabra Lora para mí, va unida a la muerte. Por eso dejo esta página en blanco, porque en ella está escrito todo lo que no cuento.
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Después de dejar escrita esta última hoja pienso que quizás en el futuro alguien puede decir: hace tiempo había una tal
ISABEL MONTOTO FLORES GONZÁLEZ DE LA HOYUELA GONZÁLEZ LANIELLA CEPEDA VALDÉS NARANJO LÓPEZ VIGIL DE LA RASILLA JUNCO
Tenía 11 hijos
Mª José – Eduardo – Luis – Isabel – Concha – Ignacio – Jesús – Javier – Alfonso – José y Nuria
Y..............
5 comentarios:
Como véis la primera dinastia se está apuntando también a estoquehahechocristinaeninterné, y tía Isabel Montoto Flores me ha encomendado la tarea de que coloque sus recuerdos en el blog.
Con dos puntualizaciones:
1. "pon que no son mis memorias, son mis RECUERDOS".
2. Ah! y "el que no entienda algo que me lo pregunte".
Espero que os guste esta joyita tanto como a mí, que me he reído y llorado con ella. (Ya tiene otra cosita preparada ¡menuda es la primera dinastía de los Montoto!)
Por cierto ¿y tío Jesús? ¿no se va a picar después de esto?
Se me han puesto los pelos de punta. Pero... que quereis que os cuente de mi suegra que no conozcais? Es una cajita de sorpresas.
Solo decir que en mi cabeza no entra el termino "suegra" como peyorativo sino todo lo contrario.
Nuevamente me sorprende gratamente y veo que aparte de saber cantar y bailar muy bien " La Jeringosa ", puede estar bien orgullosa de ser digna heredera de su padre. Estas palabras lo demuestran. La quiero mucho y le mando un beso enorme.
Macarena la de su noveno.
Lo siento mama, se que te vas a enfadar, pero algo tenia que decir y tan bella ocasión no podía dejar pasar. ¿Pagina en blanco vas a dejar? Con 11 hijos, 17 nietos, dos bisnietos y otro más por llegar.
Tu madre en septiembre se fue, pero en septiembre tres hijos te vinieron también Nuria, Jesús y Javier.
Creo que a la muerte nada debes asociar, cuando entre tú y papa tanta vida habéis logrado dar, de tu padre, de la virgen, y de algo mas, hablaremos nosotros ya.
En todo recuerdo, hay momentos alegres, momento tristes, cosas que contar y cosas que callar, por esto nadie te podrá juzgar, si por algo, alguien lo hiciera, solo podrá contar, y aquí lo hago yo, es que en tu vida, nunca has dejado de luchar, para, a todos adelante podernos sacar. Bueno madre, para que tu enfado no sea muy grande, ya no me enrollo más. pero permíteme decir, que para mi, y doy por seguro que para todos los demás llamarnos, castrillon montoto, es una suerte , y que podemos gritar alto y fuerte, y decir con orgullo, que es un honor ser hijo tuyo. Besos madre
¿sabes lo que más me ha impresionado? cuando estaba corrigiendo el texto con ella y llegó a la parte de la muerte de su madre no pudo seguir de la emoción... 66 años después siguen sin poder recordar la muerte de su madre
¡qué bonito! Animo al resto de hermanos que se apunten tambien a estoquehahechocristinaeninterné.Me vais a hacer que le de lecciones a mi padre (Luis para que no se quede desplazado del resto y nos cuente sus cosillas...¡y yo que no tengo tiempo pa na!
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