En la vida nosotros hemos tenido muchos altos y bajos, pero gracias a Dios hemos estado siempre muy arropados. Tuvimos unos padres ejemplares en todos sus aspectos. Ellos supieron inculcarnos los verdaderos valores, y tuvimos unas muchachas casi familiares: Rafaela e Isabel.
Isabel era muy humilde, ella se consideraba torpe, cuando era una mujer que todo cuanto tocaba lo hacía perfecto. Vino a mi casa de Arcos de la Frontera cuando yo nací, y a pesar de los años que salió de su pueblo siempre te contaba alguna historia nueva de él.
Nos enseñó una copla que solía cantar con frecuencia:
Isabel era muy humilde, ella se consideraba torpe, cuando era una mujer que todo cuanto tocaba lo hacía perfecto. Vino a mi casa de Arcos de la Frontera cuando yo nací, y a pesar de los años que salió de su pueblo siempre te contaba alguna historia nueva de él.
Nos enseñó una copla que solía cantar con frecuencia:
Hace mil años que la europea
un sabio la anunció
y se tomaba como a guasita
todo lo que escribió
yo manifiesto que la europea
a España ha de venir
muchacho y muchacha
liar cuatro trapos
por si hay que juir (huir)
A tío Luis lo quería con locura y decía de él: "con verdad o con mentira defenderlo hasta el morir".
De Rafaela qué os puedo decir, la mayoría de los que están aquí la conocísteis: cariñosa, abnegada, alegre, guasona, bromista... Desde niña estuvo en casa de mis abuelos maternos. Mi madre la preparó para hacer la Primera Comunión, y cuando mis padres se casaron se la llevaron con ellos. Por esta razón vivió en mi casa muchos más años que ninguno de nosotros. Al igual que Isabel tuvo sus preferidos, entre éstos destaca (por haberse incorporado algo más tarde a la familia) Dolores Cañas. La señorita Dolores, como ella la llamaba siempre. Con ella pasaba temporadas en Córdoba, porque el cariño que sentían era recíproco.
Tanto Isabel como Rafaela nos querían como segundas madres. Vaya para ellas nuestros recuerdos más queridos, con agradecimiento por todo cuanto nos aguantaron durantes sus vidas.
Bueno, por último, quisiera que las semillas que en nosotros sembraron, quede también entre nuestros sucesores, vosotros, los sobrinos, sobrinos nietos, biznietos, que aunque unos hayan estado más cercanos que otros, a todos os queremos en particular, y sería un gran orgullo y alegría para nosotros saber que las enseñanzas que los abuelos nos dieron, quedase reflejada en la vida de cada uno.
2 comentarios:
Como véis, la primera generación está animadísima con esto del blog, y están todas con sus cuadernitos apuntando todo lo que quieren que se añada a esta historia de los Montoto, que está creciendo como la espuma. Mucho más de lo que yo me podía imaginar cuando se me ocurrió. No doy abasto...
Me alegro especialmente de esta entrada de tía Tote, porque para mí, que no conocí a nuestra abuela, desgraciadamente, ni tampoco a la paterna, Rafaela e Isabel fueron mis dos abuelas, y todavía me emociono al recordarlas. Por eso no he podido evitar acompañar el texto con la foto en la que Rafaela me tenía en brazos. Muchas veces no sólo la sangre te une a las personas, y ellas dos ejercieron un papel fundamental en nuestra infancia, y en esos domingos de pipas y TBO en casa del abuelo. Y ¿sabéis una cosa? sigo recordando sus voces. Dicen que la voz de las personas que mueren es lo primero que se olvida, pues yo no las he olvidado. Gracias, tía Tote.
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